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"Cartas a Hawthorne", la correspondencia de Herman Melville con el autor de "La letra escarlata"

La correspondencia es producto de una breve pero intensa amistad que inspiró y animó a Melville a culminar "Moby Dick"

domingo 19 de junio de 2016, 11:59h
Cartas a Hawthorne
Cartas a Hawthorne

Pocas veces en la historia de la literatura un encuentro fortuito ha resultado tan trascendental como el de aquel 5 de agosto de 1850. Fue el día en que dos autores clave de las letras estadounidenses, Herman Melville y Nathaniel Hawthorne, se conocieron en una excursión por el campo, y a partir de ella entablaron una estrecha -aunque breve- amistad, y una fluida correspondencia de la que solo se conservan las cartas que Melville escribió a Hawthorne.

Las vidas de ambos autores tuvieron paralelismos y diferencias. Se llevaban quince años, y mientras que Hawthorne era serio y reservado, Melville era voluble e impetuoso. Expresaron una común reticencia al racionalismo imperante en su tiempo, presentaron una literatura testimonial de la época y han trascendido como dos de los narradores americanos más importantes de todos los tiempos, Melville con Moby Dick o Bartleby, el escribiente, y Hawthorne con La casa de los siete tejados o La letra escarlata. Aunque, en vida, Melville sufrió la incomprensión de sus contemporáneos hacia su literatura y vivió estrecheces, mientras que Hawthorne sí conoció el éxito, fue uno de los escritores más vendidos entre sus contemporáneos y vivió de manera acomodada. “Lo que me impulsa a escribir, está vetado: no da dinero”, lamenta Melville a Hawthorne en una de estas misivas. “Y sin embargo, por lo general, escribir de otro modo no puedo. Así que el resultado final es una chapuza, y todos mis libros son un estropicio”, remata.

En Cartas a Hawthorne, que ahora publica la editorial La uÑa RoTa, se presentan, por primera vez en castellano, las misivas de Melville hacia su amigo, puesto que la correspondencia en dirección contraria no se conserva. De gran calidad literaria, con ellas nos hacemos una idea de la riqueza intelectual de sus conversaciones postales –hablaban de literatura, providencia, fama, naturaleza…-, y la inspiración creativa que contenía el intercambio.

Hawthorne ofreció incluso algunas sugerencias a Melville para rematar Moby Dick. Así, Melville expresa en uno de estos textos su emoción ante los elogios y sugerencias de su interlocutor, que, como buen amante de las alegorías, probablemente quedó encantado con la que encerraba la historia de la ballena. “Que usted haya entendido el libro ha producido en mí un sentimiento de inexpresable seguridad” dice Melville. “He escrito un libro endiablado y me siento puro como un cordero”.

Las cartas Agatha
La edición, con prólogo de Carlos Bueno Vera, también traductor de los textos, además de para contextualizar la correspondencia, nos sirve para conocer algo más a un autor, Melville, cuya vida y cotidianeidad constituye un interrogante para nosotros. Y como otra de sus grandes aportaciones, recoge las célebres cartas “Agatha”. Se iniciaron el 13 de agosto de 1852, cuando Melville escribió a Hawthorne para plantearle la idea de escribir la historia de un hecho real, el de Agatha Hatch, de la que Melville tiene conocimiento gracias a un abogado. Es la historia de una joven que vive a orillas del Atlántico y rescata del mar a un marinero inglés que llega a la costa tras el naufragio de su barco. Agatha y el marinero se casan, pero al poco tiempo éste desaparece inexplicablemente y abandona a su mujer para regresar diecisiete años después.

Melville está convencido de que Hawthorne, que acaba de publicar con éxito The Blithedale Romance, es la persona idónea para escribir la historia. “Se diría que es la historia misma la que se siente atraída por usted (por así decir, es a usted a quien por derecho le pertenece)”, le dice. Pero a Hawthorne no pareció interesarle, y a lo largo de tres cartas, las últimas que le escribió Melville, se puede observar cómo el entusiasmo inicial de éste va consumiéndose hasta la decepción. Se estaba marchitando la relación de amistad entre ambos. Además, los textos ofrecen un valiosísimo documento en relación con la manera como Melville, uno de los mejores escritores de su tiempo, aborda la creación literaria, ya que pormenoriza la estructura y el desarrollo que, a su juicio, mejor encaja con la trama de Agatha. Melville terminó narrando la historia en una novela breve titulada Isla de la Cruz, la única novela que se ha perdido de su producción.

Cartas a Hawthorne se cierra con las cartas que Melville escribió, desde Cabo de Hornos, a su hija Elizabeth y su hijo Malcolm, donde se aprecia a un Melville entre tierno y severo con sus retoños.

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