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NUEVA TRIBUNA

Lluís Companys
Lluís Companys

Lluís Companys

En el aniversario de la ejecución de Lluís Companys recordamos su figura en la Historia contemporánea de Cataluña y de la propia España

Por Eduardo Montagut
lunes 17 de octubre de 2016, 23:15h

Lluís Companys i Jover nació en Tarrós, Urgell (Lleida), en el año 1882. Hijo de una familia de propietarios rurales con buena posición, se trasladó a estudiar a Barcelona. Allí cursaría la carrera de Derecho y comenzaría su vida pública en el intenso clima político nacido al calor de la crisis del 98. Companys se acercó al republicanismo como un proyecto de regeneración de España, y porque le parecía el único régimen que permitiría resolver el hecho específico de Cataluña.

En sus años de estudiante militó en la Asociación Escolar Republicana donde coincidió con Francesc Layret, compañero fundamental para nuestro protagonista. Companys participó en la Solidaritat Catalana y en la Unió Federal Nacionalista Republicana. Pero después del pacto entre la Unió Federal y el lerrouxismo, así como por su inmediato fracaso electoral, el republicanismo catalanista entró en una profunda crisis. Companys decidió, en consecuencia, afiliarse al Partido Republicano Reformista, formación dirigida por Melquíades Álvarez.

En 1910, Companys se casó con su primera esposa, Mercè Micó, con quien tuvo dos hijos. El mayor de ellos sufrió varias enfermedades muy graves y siempre fue una fuente de preocupación para el padre. En septiembre de 1936, el matrimonio se divorció. Companys se casó con Carme Ballester. Su segunda esposa fue militante del Estat Català. En 1938, Ballester marchó a Francia para cuidar de su hijastro. En la guerra mundial contactó con la Resistencia y salvó a varios ciudadanos judíos. Mantuvo siempre la memoria de su esposo, hasta su fallecimiento en 1972, en el exilio.

En 1917, nuestro protagonista retornó a la política estrictamente catalana a través del Partit Republicà Català, del que sería uno de sus fundadores y dirigente. Consiguió ser elegido concejal en el Ayuntamiento de Barcelona. En 1919, Barcelona vivía en plena época del pistolerismo y la violencia política. Companys fue el abogado de los líderes de la CNT en los juicios a los que fueron sometidos. Además, colaboró en la creación de la Unió de Rabbassaires (UR), fundada en 1921, con el propósito de llevar el sindicalismo al mundo rural. Anteriormente, tras el asesinato de Layret, Companys había sido elegido diputado por Sabadell, el distrito del que había sido, también diputado su gran amigo. Eso ocurrió en 1920, siendo reelegido en 1923. Además de esta actividad política, Companys practicó con asiduidad el periodismo en “La Publicitat” y en “La Lucha”, así como en “La Terra”, el órgano de expresión de la UR, que había fundado.

En 1931, Companys intervino en la fundación de la Esquerra Republicana de Catalunya, y participó en las elecciones de abril. Companys proclamó la República desde el balcón del Ayuntamiento de Barcelona, después de haber sido aclamado como alcalde por sus compañeros. Fue elegido diputado en las Cortes por la provincia de Barcelona en las elecciones de junio de 1931 a Cortes Constituyentes, como luego por la capital en 1933 y 1936. En las Cortes participó en el debate constitucional, especialmente en las cuestiones relacionadas con la Iglesia, la reforma agraria y el sufragio femenino. Estando en las Cortes se vio salpicado por el denominado escándalo Bloch, un asunto en el que estaba implicado un financiero francés y parlamentarios de la Esquerra. Aunque Companys presentó su dimisión, ni Maciá ni sus compañeros la aceptaron, y permaneció en las Cortes.

La gran participación de Companys en las Cortes fue en relación, como no podía ser de otra manera, con la tramitación del Estatuto de Autonomía para Cataluña en 1932. Defendió el texto, aunque tuvo que ver cómo era rebajado por las Cortes. Pero Companys y sus compañeros decidieron que era mejor votar a favor de su aprobación, a pesar de que había sido vaciado de contenido autonomista en puntos importantes.

También fue diputado del Parlament de Catalunya en 1932 y fue su primer presidente. Fue nombrado ministro de Marina en 1933 en una crisis gubernamental que hizo que Azaña buscase el apoyo de la Esquerra. Los republicanos catalanes accedieron a colaborar porque no querían una disolución de las Cortes, ya que podía suponer un triunfo electoral de la derecha y porque querían presionar para acelerar el proceso de traspaso de las competencias a la Generalitat. En todo caso, que Azaña le nombrase como ministro de Marina no fue del agrado de Companys ni de la ERC porque era un Ministerio de bajo perfil. Companys y Azaña siempre tuvieron complejas relaciones.

Al morir el presidente Macià, Lluís Companys fue elegido nuevo presidente de la Generalitat en el mes de enero de 1934. Al frente del gobierno catalán se esforzó por reagrupar las fuerzas del republicanismo de izquierdas, que estaba en plena crisis después de la victoria electoral en España del centro-derecha. En esta época se debatió y aprobó la controvertida Ley de Contratos de Cultivo, por los ataques que desató de la derecha catalana y que fue impugnada por el gobierno de la República. En ese año de 1934 se produjeron los hechos del Seis de octubre, culmen de la profunda crisis política, institucional y social de España y Cataluña, en paralelo a la Revolución de Asturias. Companys proclamó el Estat Català dentro de la República Federal Española. Pero todo terminó rápidamente con la intervención del ejército. Companys fue uno de los detenidos y juzgados. Su condena se elevó a treinta años de prisión, pero salió de prisión después del triunfo electoral del Frente Popular en febrero de 1936.

En la guerra civil, Companys luchó por conservar las instituciones autonómicas y republicanas, frente a la revolución anarquista, para luego intentar encontrar puntos de encuentro con dicho movimiento, muy poderoso en Cataluña. Pero, también tuvo problemas con el gobierno central, especialmente cuando éste se instaló en Barcelona. Al perderse la guerra, Companys marchó a Francia. El gobierno francés recelaba de su figura porque temía que podía movilizar a los refugiados y exiliados. Por eso tuvo que abandonar París en el mes de junio de 1939, para establecerse en la región bretona, aunque se desplazaba constantemente a la capital con el fin de atender los asuntos en la oficina que la Generalitat había abierto, y para visitar a su hijo internado en un hospital psiquiátrico.

Companys quedó en la zona ocupada cuando Francia capituló ante los alemanes. El gobierno español solicitó a las nuevas autoridades que se desmantelasen todas las organizaciones e instituciones del exilio. La embajada española y las autoridades nazis incautaron el patrimonio de las mismas. Serrano Súñer comenzó la persecución de los exiliados, y Companys era una pieza clave en esa persecución. El presidente fue detenido por la Gestapo el 13 de agosto de 1940 en la Bretaña, y entregado a las autoridades españolas a finales del mes. En esta detención estuvo directamente implicado el policía Pedro Urraca, el factor del franquismo en la caza de republicanos y socialistas en la Francia derrotada por los nazis.

Se le trasladó a Madrid a la Dirección General de Seguridad en pleno centro de la ciudad. Allí estuvo hasta el 3 de octubre. Fue enviado al castillo de Montjuïc. Allí fue juzgado en consejo de guerra el día 14 del mismo mes, es decir, todo se hizo con una gran premura. Se le juzgó por “adhesión a la rebelión”, y recibió una condena a muerte. El juicio duró unas pocas horas. El fusilamiento, una vez dado el visto bueno de Franco, sería el día siguiente en el foso de Santa Eulalia. No quiso que le pusieran una venda en los ojos. Murió, exclamando “Per Catalunya!”.

Ángel Ossorio y Gallardo, el destacado abogado y político, su amigo y defensor en el juicio por los hechos de octubre, publicó en 1943, Vida y Sacrificio de Companys. Restaurada la democracia la ciudad de Barcelona le dedicó un importante espacio público en el conocido como Paseo de Lluís Companys. Además, en pleno centro de la capital catalana un monumento recuerda su figura. El Estado Olímpico lleva su nombre, y en el lugar donde fue ejecutado se levanta un monolito. Por su parte, los gobiernos alemán y francés, en tiempos de Kohl y Mitterrand, pidieron perdón por la colaboración de los dos países en la detención del presidente Companys.

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