La novela ha sido publicada en España por Ediciones Siruela después del arrollador éxito que ha tenido en medio mundo, con un sinfín de traducciones. En su reciente visita a Madrid nos atendió amablemente y nos contó sus motivaciones para escribir sobre el apasionante mundo de la apicultura. ¿Qué tiene de fascinante el mundo de la apicultura para dedicarle una novela? Me fascinaba tanto la vida en la colmena como la abeja en si misma, pero también desde una perspectiva más amplia, lo increíblemente importante que es esta especie para el planeta. Sin las abejas perderemos la mitad de lo que comemos. Si ellas no realizasen la importantísima labor de polinizar las flores no tendríamos ni fruta de verduras. También me fascinaron las abejas como seres vivos, que bailen para comunicarse entre ellos y que vuelen muy lejos todos los días. Es fundamental toda la labor que realizan para la comunidad, no sólo para ellas mismos y los suyos, y allí es donde los seres humanos tal vez podamos aprender mucho de ellas… Últimamente se están publicando muchas novelas centradas en el mundo rural. ¿A qué cree que es debido este fenómeno? Espero que empecemos a entender que nuestro tratamiento del planeta tiene grandes consecuencias, y quizás sea esto lo que ahora se expresa en la literatura. Al menos es así para mí, uno tiene que escribir de lo que realmente le importa. ¿Por qué ha localizado la novela en Estados Unidos y China? Para mí esta historia empezó con tres preguntas: 1) Por qué se mueren las abejas. Para encontrar la respuesta tuve que retroceder hasta el principio de la agricultura y la apicultura modernas. Y allí, en Inglaterra en 1852, nos encontramos con William que se propone construir un modelo de colmena completamente nuevo, que va a revolucionar la apicultura. 2) Luego quise averiguar cómo un apicultor vive la pérdida de todas sus abejas –su obra vital. Y para encontrar la respuesta me situé en Estados Unidos en 2007 donde conocí al apicultor George. 3) Y la tercera pregunta: ¿Qué aspecto tendría el mundo sin polinización? Me llevó a China en 2098 donde ya han desaparecido los insectos. Allí encontramos con Tao cuyo trabajo consiste en trepar todos los días en los árboles para esparcir el polen con un pequeño cepillo. En la provincia de Chechean están ya llevando a cabo la polinización manual. Y eso me inspiró a situar la tercera historia allí. La extinción de las abejas es un desafío global, precisamente por eso fue importante para mí que la historia tuviera lugar en tres continentes diferentes y en el pasado, el presente y el futuro. ¿Las abejas noruegas tienen tan poco futuro que tienen que hacerlas una autopista para ellas? No hemos tenido colapso de colonias en Noruega, pero también los apicultores noruegos se encuentran ante grandes desafíos. Una serie de especies salvajes se encuentran en peligro de extinción, como también es el caso en el mundo entero. Ha habido una gran preocupación en este tema los últimos años, lo cual ha resultado en la construcción de la autopista en cuestión. Su novela está escrita en primera persona por tres narradores; William, del pasado siglo XIX, George del presente y Tao del futuro. ¿Cuál de estos personajes le ha resultado más difícil concebir? Tao tal vez sea el personaje que más me ha acostado llegar a conocer, seguramente porque su historia ocurre en el futuro; pero cuando empecé a pensar en ella como madre y que esto sería una historia cercana de una madre, un padre y un niño, la historia se me abrió. Yo misma tenía un hijo de tres años cuando lo escribí y pensando en él podía identificarme con Tao y su hijo. ¿Tiene algún personaje favorito? Eso sería como preguntarme cuál de mis hijos prefiero. Mis tres personajes tienen todos muchos defectos y a veces llegué a irritarme con ellos, pero mi corazón late para los tres. Para mí es como si fueran seres vivos. ¿Qué nos deparará el futuro en cuanto relaciones familiares? Espero que en el futuro podamos tener una relación estrecha con nuestros hijos, y espero que nos estemos alejando del modelo autoritario en la relación padre-madre/hijo. Parte del desafío de mis tres protagonistas es que ellos creen que saben lo que es mejor para sus hijos. Y creo que los padres modernos deben ser conscientes de que sus hijos puedan tener otros deseos diferentes a ellos. ¿Cómo será el medio ambiente a finales del siglo XXI? En ese tema no soy un experta, pero la lectura de los informes del Panel Ecológico de las Naciones Unidas me producen miedo: calentamiento global, subida del nivel del mar, falta de agua dulce y extinción de especies … Espero que podamos parar esto. ¿Le resulta más difícil escribir para niños o para adultos? Cuando escribo para niños tengo que buscar a la niña dentro de mí, pero cuando escribo para adultos, escribo para mí misma, así que me resulta más fácil escribir para adultos. Ahora que ha probado escribir para adultos, ¿va a continuar o volverá a la literatura infantil y juvenil? A mí me parece extraordinariamente importante escribir para niños, poder abrir el mundo de los libros a los niños tiene mucho sentido y es la razón por la cual sigo escribiendo para ellos. Este año he publicado dos libros infantiles, y en marzo saldrá otro, a la vez que he empezado a trabajar en mi siguiente novela para adultos.
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