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De derecha a izquierda, Miriam Alzuri, comisaria de la exposición; Miguel Zugaza, director del Museo de Bellas Artes de Bilbao; Juan Barja, director del Círculo de Bellas Artes y Javier Viar, comisario de la exposición
De derecha a izquierda, Miriam Alzuri, comisaria de la exposición; Miguel Zugaza, director del Museo de Bellas Artes de Bilbao; Juan Barja, director del Círculo de Bellas Artes y Javier Viar, comisario de la exposición (Foto: José Belló Aliaga)

Exposición “Ameztoy”, la retrospectiva más amplia nunca realizada sobre la obra de Vicente Ameztoy, en el Círculo de Bellas Artes

Hasta el 26 de enero de 2020

Por José Belló Aliaga
domingo 20 de octubre de 2019, 13:51h

Se ha presentado, en la Sala Goya del Círculo de Bellas Artes, la exposición “Ameztoy”, la retrospectiva más amplia nunca realizada sobre la obra de Vicente Ameztoy. En la rueda de prensa participaron Juan Barja (director del Círculo de Bellas Artes), Miguel Zugaza (director del Museo de Bellas Artes de Bilbao), Miriam Alzuri y Javier Viar (ambos comisarios de la exposición).

Santa Sabina, 1996
Santa Sabina, 1996

La exposición, organizada por el Círculo de Bellas Artes y el Museo de Bellas Artes de Bilbao, reúne alrededor de cuarenta obras que abarcan toda su trayectoria.

El trabajo de Vicente Ameztoy (San Sebastián, 1946-2001) se desarrolló dentro de la figuración, a la que incorporó elementos del surrealismo y el arte pop, y que acompañó de un interés por la subjetividad y la ironía. La presencia de lo inquietante y lo insólito fueron una constante en toda su producción, que destaca por su capacidad para convertir en perturbadores elementos aparentemente cotidianos del mundo rural vasco y de su paisaje social e industrial.

Objetivo

El objetivo de la exposición que presentan el Círculo de Bellas Artes y el Museo de Bellas Artes de Bilbao, es ofrecer al público una lectura de conjunto del trabajo de Ameztoy, cuya obra está plagada de referen­cias –El Bosco, Cornell, Magritte…– pero que resulta de muy difícil clasificación. Su pintura evi­dencia un interés fundamental por el paisaje, un paisaje cercano y conocido, pero insólito a la vez; una pintura que, como forma de expresión y vía de acceso a la realidad, está siempre marcada por la fantasía, pero también por la ironía, por estadios de conciencia distintos al de la vigilia y el análisis racional, por la magia de un su­rrealismo que Ameztoy quiso resucitar en un panorama do­minado, en general, por el informalismo y la abstracción.

La primera vez que se pudo contemplar en Madrid la obra de Ameztoy fue en la exposición colectiva que sirvió de inauguración, en 1964, a la galería que Juana Mordó abrió en la calle Villanueva. En aquel momento, Ameztoy tenía tan solo 18 años y sus cuadros compartieron espacio con obras de Saura, Chillida, Canogar, Tàpies, Muñoz o Zobel. Fue también Juana Mordó una de las primeras en dedicar una exposición individual a Vicente Ameztoy en su galería de Madrid, en 1976.

Catálogo

La muestra se acompaña de un catálogo que cuenta con textos del escritor Joseba Sarrionandia, del comisario independiente de arte Fernando Golvano y de Javier Viar y Miriam Alzuri, comisarios de la exposición. El primero centra su atención en la trayectoria humana y vital de Ameztoy en un texto titulado, Con Vicente Ameztoy. Mirando a las señales lumínicas.

Es admirable la humilde y melancólica elegancia de Vicente dentro de su vieja gabardina. Es que hay resplandores que surgen del fondo de los cuerpos y de las palabras.

—Me voy, ¡hasta otra! A ver si veo a Pasolini, que tengo que avisarle de que todavía hay velitas de cuidador de ovejas. ¿Cómo les llamas tú? Cocuyos.

Y se aleja Vicente, con su gabardina color castaña volando, haciéndose más pequeño y luminoso.

Joseba Sarrionandia, Con Vicente Ameztoy. Mirando a las señales lumínicas

Por otra parte, Fernando Golvano estudia el interés del artista por los mitos del doble y la metamorfosis, cruciales para entender el trabajo que desarrolló desde finales de los años sesenta.

(…) diríase que toda su práctica pictórica quedaría cifrada por una singular atención a las metamorfosis de lo existente, a su clausura significante. La preceptiva realista o naturalista devenida en tradición pictórica queda abolida así en un juego de formas nuevas para enunciar lo real-imaginario. (Ameztoy) Ilustró esa facultad que permite el juego de las dualidades y las transiciones en una doble dirección. Recordemos las más sobresalien­tes: entre lo humano y lo vegetal, entre los géneros y entre las identidades sexuales, entre la naturaleza y lo urbano, o lo sagrado y lo profano.

Fernando Golvano, Ameztoy: paisajes de la metamorfosis, lo profano y lo sagrado

La invasión clorofílica

Javier Viar, comisario de la exposición, analiza en el texto titulado La invasión clorofílica la obra de Ameztoy desde un punto de vista histórico-artístico, no sólo su importante corpus pictórico, sino una práctica artística que se expresó a través de dibujos, grabados, carteles y objetos escultóricos de todo tipo, enmarcando su trabajo en el contexto del arte vasco e internacional que le tocó vivir. También comisaria de la muestra, Miriam Alzuri repasa en una cronología los principales aspectos de la trayectoria profesional y personal de Vicente Ameztoy, a la que añade una selección de textos críticos.

Esta completa revisión del trabajo de Ameztoy que abarca desde su obra de juventud de finales de los años sesenta del pasado siglo (hasta ahora escasamente conocida) hasta sus últimos trabajos, de poco antes de su fallecimiento -en 2001- se realizará a través de 36 pinturas, además de una selección de obras sobre papel. Tras su paso por la Sala Goya del Círculo de Bellas Artes, la muestra se presentará en el Museo de Bellas Artes de Bilbao a partir del 12 de febrero de 2020.

Sobre Vicente Ameztoy

Ameztoy fue un artista precoz con una formación fundamentalmente autodidacta, que se nutrió de lecturas, viajes y visitas a museos y que fue estimulada por un entorno familiar acomodado y culto. En 1959 expuso por primera vez en público en una muestra colectiva organizada en San Sebastián por los artistas de la generación anterior y a partir de entonces su trabajo pudo verse en numerosos concursos y exposiciones celebrados en Gipuzkoa. En 1964 participó en Madrid en la exposición inaugural de la galería Juana Mordó, que reunió obras de veintinueve artistas españoles representativos de los nuevos lenguajes plásticos. Ese año Ameztoy viajó por primera vez a París, donde quedó fascinado por la cultura pop y la música rock.

Primera exposición

Su primera individual tuvo lugar en 1967 en la galería Barandiarán de San Sebastián, vinculada al arte vasco más innovador y al grupo Gaur (Amable Arias, Eduardo Chillida, Jorge Oteiza, Remigio Mendiburu, José Antonio Sistiaga, José Luis Zumeta y Néstor Basterretxea). Sin embargo, frente al lenguaje abstracto y el informalismo característicos de estos pintores y escultores de la generación anterior a la suya, o frente a las propuestas del expresionismo y del arte conceptual entonces en boga, Ameztoy y otros artistas coetáneos (Andrés Nagel, Marta Cárdenas, Juan Luis Goenaga y Mari Puri Herrero, entre otros) van a recuperar para el arte vasco los lenguajes figurativos como propuestas artísticas renovadoras. En el caso de Ameztoy, en su obra enriquecida con juegos visuales tomados del surrealismo más literario y de la pintura de Magritte en particular, hay también espacio para la ironía y la sátira política, desbordando las convenciones de la figuración tradicional. En 1973 celebró exposiciones individuales en San Sebastián y Bilbao, y su carrera se consolidó en el ámbito vasco, donde su trabajo conseguiría una importante recepción crítica en cada una de sus apariciones públicas.

En Madrid

Fuera del País Vasco, la obra de Ameztoy pudo verse con alguna amplitud en Madrid en fecha temprana. En mayo de 1971 celebró en la galería Ramón Durán una importante exposición individual prologada por el crítico de arte José Ayllón. Durante la segunda mitad de la década de los setenta, a lo largo de la cual crea sus obras más emblemáticas, su trabajo logró difundirse fuera del contexto vasco, donde ya era un artista consagrado por la crítica y el público. En 1975 expuso en Zaragoza y fue seleccionado para participar en la colectiva New Spanish Painting, organizada por la Asociación Cultural Hispano-Norteamericana, que se presentó en Nueva York y Madrid. En 1976 lo hizo en la galería Juana Mordó. Pese su éxito, tras esta exposición Ameztoy no volverá a presentarse individualmente en Madrid. Exigente y puntilloso, pinta con lentitud y descubre pronto que es incapaz de seguir el ritmo de trabajo y de comercialización de sus obras que imponen las galerías.

Durante los años ochenta, sin abandonar la pintura, desarrolló un importante trabajo sobre papel en forma de dibujos, obra gráfica o carteles. En 1990 la Diputación Foral de Gipuzkoa organizó en San Sebastián la primera exposición retrospectiva de su obra, que llevó como título Karne & Klorofila y revisó su producción desde mediados de los años setenta. En 1992 colaboró con el director de cine Julio Medem en la película Vacas.

El ciclo decorativo que realizó entre 1994 y 2001 en la ermita de Nuestra Señora de Remelluri, en Labastida (Álava), constituye el trabajo más importante que Ameztoy afrontó al final de su carrera. Está formado por siete óleos sobre tablex en los que representó a seis santos relacionados con la ermita y su entorno, así como una visión del Paraíso.

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