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"Baécula, la enigmática ciudad iberorromana", de Francisco Antonio Linares Lucena

Editorial: Ateneo Literario, artístico y científico “Jesús de Haro Malpesa". Ateneo Bailén

Por José María Manuel García-Osuna Rodríguez
lunes 09 de diciembre de 2019, 18:03h
Baécula, la enigmática ciudad iberorromana
Baécula, la enigmática ciudad iberorromana
En el año 208 a. C., en esta ciudad de la Turdetania, se enfrentaron los dos ejércitos más poderosos del momento, en el marco de la denominada por los que somos historiadores procartagineses como GUERRAS ROMANAS O ROMANO-PÚNICAS, uno estaba comandado por el general cartaginés Asdrúbal Barca (245 a.C.-207 a. C.), con errores tácticos inexplicables, a pesar de contar con sus elefantes; advirtiéndose, por su estrambótico comportamiento, que ya no deseaba permanecer más en Iberia; siendo su deseo erróneo e inexplicable ir en busca de su hermano Aníbal Barca (247 a. C.-184 a. C.), para luchar en Italia contra Roma. La milicia de los púnicos estaba conformada por 25 a 30 mil soldados.

Frente a él se encontraban 4 legiones de Roma, conformadas por 4200 soldados cada una, con sus respectivas tropas auxiliares, los romanos mandados por Publio Cornelio Escipión “Primer Africano”, Gayo Lelio y Marco Junio Silano. Tito Livio en Ab Urbe Condita (27, 18, 1) indica: “El ejército cartaginés, más próximo, el de Asdrúbal, estaba cerca de la ciudad de Baecula”. Mientras que Polibio en sus Historias (10, 38) refiere: “Con esto se retiraron a sus respectivos campos, tomaron sus tropas, volvieron a Escipión, y acampados junto a los romanos, marcharon contra Asdrúbal. Este general cartaginés acampaba entonces en los alrededores de Castulo, cerca de la ciudad de Baecula y no lejos de las minas de plata”. Los púnicos perdieron la batalla y además tuvieron unos 8 mil muertos.

A partir de este momento, la historiografía va a sembrar dudas sobre el lugar geográfico de la conflagración. Divagaciones que se acrecentarán en el siglo XXI, ya que desde el siglo XVIII hasta el año 2004 esa ciudad de la Antigüedad correspondía a la giennense de Bailén, pero a partir de ese año la polémica ha surgido y otra urbe, en este caso Santo Tomé, se apunta al carro del prestigio de la historiografía relacionada con los Bárcidas. Hasta ese momento diversos historiadores se preguntaban dónde estaba la localización exacta, ya que no se había encontrado ningún oppidum que subrayara la hipótesis de Bailén. Citaremos algunos entre los más conocidos: Blázquez, Corzo, Goldsworthy, Gómez-Moreno, González Wagner, Hübner, Lazenby, Pi y Margall, Salinas de Frías, Schulten, Walbank, etc.

Pero, serán los recientes estudios del CAAI o Centro Andaluz de Arqueología Ibérica, que dirige el prof. ubetense Arturo Ruiz, quien trasladará el lugar de la batalla entre púnicos y romanos al oppidum íbero de Los Turruñuelos ya en Santo Tomé; donde manifiesta haber encontrado abundantes restos de cerámica ibérica y romana, y múltiples monedas cartaginesas. Este prof. Arturo Ruiz presentó datos globales sobre el material encontrado, en una conferencia que impartió en el Museo de Bailén el 5 de septiembre de 2014. Pero, será en este libro, donde el autor realiza un estudio pormenorizado sobre la localización de dicha ciudad. De una forma muy esquemática realiza una exposición documentada sobre los diversos condicionantes, a favor y en contra sobre la localización en Santo Tomé.

Como es de esperar, al ser de Bailén, se aproxima a la historia de dos topónimos: Baécula y Bailén: en sus orígenes turdetano, prerromano, ibérico, íbero-romano, romano, y, últimamente, se está intentando imbricar el vascuence o euskera con la lengua de los íberos, que si se consiguiese una patrón traductorio sería un hallazgo similar a la Piedra de Roseta. También aparecen las tablas sinópticas de las diversas localizaciones toponímicas del término municipal de Bailén. Asimismo se analiza el patrimonio iberorromano de Bailén, presentando un estupendo mapa sobre los pueblos prerromanos de Iberia, dividiéndolos en dos gentilidades según su base cultural, que no étnica: la de los celtas: Callaicos lucenses y bracarenses, Ástures transmontanos y cismontanos-augustanos, Vacceos, Vettones, Lusitanos, Cántabros vadinienses, Túrmogos, Berones, Caristios, Várdulos, Autrigones, Carpetanos, y Celtíberos; y la de los íberos: Vascones, Ilergetes, Ausetanos, Oretanos, Turdetanos, Bastetanos, Edetanos, etc. A continuación los aspectos a tener en cuenta sobre la ubicación tradicional de Baecula en la giennense Bailén.

Lo preciso que es estudiar el escenario de la batalla se realiza en esta obra, siempre acompañando la literatura con gran profusión de fotos, mapas e historiadores que apoyan esta postura bailiense. En el capítulo-9, página 175, se cita a, mutatis mutandis, a “la causa de Isabel, futura reina de Castilla, frente al entonces monarca Enrique IV”, en ningún caso puedo admitir esa titulación de la reina, lo ortodoxo es: ISABEL I “LA CATÓLICA” DE LEÓN Y DE CASTILLA O VICEVERSA, la titulación legionense no desaparece nunca EN LOS MONARCAS HISPANOS, Y EN ESTE CASO:“Porque yo soy la reina e subcessora destos reynos de Castiella e de Lleón”. El capítulo “Mirando al Futuro” antecede al Epílogo y Conclusiones; cerrando la obra con la necesaria y precisamente amplia bibliografía. En suma, recomendación plena a este libro, magnífico, que es necesario para llegar a un conocimiento preciso sobre la ciudad donde Khartago y Roma se enfrentaron, siendo la crónica de la muerte anunciada de los púnicos. ¡Quomodo Vales!

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