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Los ecos de la esperanza

Reseña del poemario "Ecos del desasosiego", de Antonio Mata Huete. Prólogo: Félix Maraña. Editorial: Los Libros del Mississippi. Año: 2020
Por Rodolfo Serrano
martes 19 de mayo de 2020, 20:00h
Ecos del desasosiego
Ecos del desasosiego

Escribe Antonio Mata Huete un libro feliz para estos días oscuros: ‘Ecos del Desasosiego’ (Los Libros del Mississippi, 2020). Un libro que ya desde el título es un homenaje a sus poetas, nuestros poetas queridos.

El libro de Antonio Mata me gusta no sólo por esa medida y ritmo que envidio, sino porque está pleno de una poesía vibrante, limpia y, sobre todo, nostálgica. Una nostalgia suave y cálida que nos esponja el corazón y nos lleva al tiempo y el lugar donde fuimos un día jóvenes y hermosos: “Ahora que te recuerdo,/ Chiquillo perdido,/ Entre las flores bordadas de los almendros”.

Una nostalgia que canta, en versos perfectos, en sus homenajes a los poetas queridos, tan hermosos: el propio Machado, Blas de Otero, el amado Celaya, Juan Ramón, Ángel González, Cernuda, Alberti, Pessoa… . Poetas -ay- tan queridos en este recuento de la nostalgia que nos trae Antonio Mata con devoción profunda. Y aquí no queda otra que recordar y recomendar la lectura del prólogo de Félix Maraña. Más que un prólogo, un emocionante alegato de la poesía como arte, como forma de vida, y de unos poetas que adquieren, bajo esa visión culta y aguda de Félix, un nuevo rostro, un nuevo aspecto, una nueva lectura.

Antonio Mata canta al pasado, un pasado que compone un hoy agridulce y vivo, y también de un futuro prisionero de esta oscuridad que nos envuelve. Mata canta en su poesía a la tierra y sus labores que conoce y nombra en sus aperos, o al recuerdo de años duros y difíciles cuando la madre se convierte en la mujer dura y tierna que alimenta a los hijos sin saber cómo: “Su pelo gris que acunaba, con arrullos, /El hambre de sus hijos con mentiras y mendrugos”.

Y canta Antonio al amor. La poesía amorosa se mueve en torno a ese tiempo de flores y versos y besos, donde la pasión corre tranquila, entre confesiones de dulce cobardía o reproches de azúcar ante el amor que no supimos guardar. También aquí la nostalgia de los labios perdidos, del tiempo que fue y que no puede volver: “Sabría que vendrías en este abril de besos / Y no supe, o no quise, quedarme y esperarte”.

No es éste un libro pesimista. Es un libro con la fuerza del retrato descarnado y vivo de nosotros. Porque somos nosotros, habla de nosotros, de nuestros fracasos y de los triunfos -si es que los hay- en el amor y en la vida.

No es pesimista. Es un libro con ecos, sí, del desasosiego, pero no libro triste. El recuerdo y la nostalgia no tienen por qué serlo, sobre todo, si en sus versos sigue latiendo la esperanza, siempre limpia y viva, siempre abierta a los demás, como la esperanza que nos regala en este libro Antonio Mata Huete.

Hay que leerlo. Leedlo porque este libro es un bálsamo para el corazón doliente de estos días oscuros.

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