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"Senderos - Vírgulas de confinamiento", de Ivonne Sánchez Barea

Por María Ángeles Lonardi
miércoles 06 de enero de 2021, 11:28h

Durante el tiempo de confinamiento, mientras azotaba la pandemia, hubo quien pintó, compuso canciones, tejió, comió, miró películas, se conectó a internet, leyó, creó o escribió. Ivonne Sánchez Barea pintó y escribió este precioso poemario. Sin dudas, la autora sabe de la importancia del momento, del tiempo para cada cosa, es decir, del Kairos.

Senderos
Senderos

Los griegos tenían dos términos para señalar el tiempo: Cronos, que era el tiempo cronológico o secuencial y Kairos, el momento adecuado u oportuno para realizar alguna cosa o proyecto.

Es decir, se establecen dos momentos, uno impredecible, que es el momento oportuno, que surge por contingencias ajenas a nosotros y otro elegible, la construcción que se haga desde la percepción de haber conocido y comprendido ese momento único.

Cómo y cuándo se presenta el Kairos es una incógnita y constituye un misterio.

Lo cierto es que estamos viviendo un tiempo impensado y de una aparición repentina, una situación “extraña” a la que estamos tratando de adaptarnos, todos y cada uno, de una manera “normal”, sin perder de vista nuestras particularidades. Quizás no podemos comprender todo lo que ha sucedido hasta desembocar en esta pandemia, pero sí podemos encauzar el tiempo que vendrá después. Lo que seguirá a este momento. Cómo será el mundo mañana, dependerá en gran medida de la actitud y la capacidad que pongamos todos y cada uno en la construcción de un tiempo distinto, un Kairos universal, es decir la oportunidad de realizar un proyecto común renovador, constructivo y constitutivo de un nuevo tiempo.

Observemos el título: Vírgulas de confinamiento. En un intento de luminosa revelación, desciframos qué quiere decir la autora al utilizar este término. Partimos de la definición de vírgula o virgulilla.

La virgulilla es un signo ortográfico en forma de coma, rasguillo o trazo. Generalmente es identificada como la tilde de la eñe o virgulilla de la eñe1​ (~), aunque la Real Academia Española acepta también como ejemplos de virgulilla el apóstrofo (’), la cedilla (¸), y el acento agudo (´). También considera la RAE que, la vírgula o virgulilla, es un signo de puntuación que representa una pausa más breve que la del punto y se utiliza en toda clase de textos.

Retengamos el concepto de pausa breve y así podremos intuir lo que pretende la autora con estas páginas, a mi entender, llegar a vivenciar esas “pausas breves” que nos ofrecen las circunstancias actuales, propiciadas en este tiempo de confinamiento impuesto, para descubrir el sendero, el camino que nos lleva al conocimiento.

En este sentido, “Senderos. Vírgulas del confinamiento” es el libro de los balances y de un viaje íntimo hacia el interior del yo, hacia el mundo que tenemos dentro y que es bueno explorar, conocer y profundizar. Todo cambio nace desde dentro. Si yo cambio, cambia el mundo. Y en el camino, en el sendero, todo es cambio. La vida es cambio, es movimiento.

El libro lleva hermosas obras de arte, pinturas expresivas, trazos plasmados en el lienzo que denotan una gran sensibilidad artística de Ivonne Sánchez Barea, que ponen de manifiesto cuan involucrada esta su persona con el arte, también su pensamiento, su palabra, en un todo existencial e inseparable. Cada ilustración nos transporta y nos lleva en ese viaje interior a ponernos frente a frente con nosotros mismos, en las sensaciones y en esas emociones que la autora provoca con la palabra y por ende con cada trazo. Su mano ejecuta como la arquera que es y dispara cada flecha envenenada al centro de la diana. La herida es inevitable porque ella sabe cómo llegar al meollo, al centro.

Por esos senderos, nos lleva de la mano, nos invita a hacer ese viaje interior, a recorrer el camino. Hay algo sacrificial en este movimiento, algo de ritual del ciclo. Y todo conforma un círculo. Los poemas giran, como la vida alrededor del sol y en ese giro se conforma el movimiento, como el del agua, que se evapora y se vuelve aire, hasta subir a las nubes. Así comienza el libro, hablando del aire.

Duele el aire. Versos en el viento, en el aire, pero no etéreos, más bien profundos y viscerales que te llevan por senderos mágicos para adentrarte en una espiral entre distancias y caricias reprimidas que no se pueden concretar por esta clausura que vivimos.

Y un hallazgo que me parece una gran reflexión: “Lo absoluto/seguirá siendo relativo”.

“Cantos celestiales” nos alejarán de las dudas. Los “abrazos rotos” quedan enterrados en este tiempo indescriptible y contradictorio. “Somos difuntos vivos” escribe la poeta, desgarrada por la impotencia, por la sinrazón y la estulticia.

En este tiempo que vivimos de inmediatez y concreción, cuando algo no sucede o no se realiza, nos estremece, nos altera la normalidad y nos quedamos perplejos. La autora nos habla de una Entelequia que surge a consecuencia de la incertidumbre, un pensamiento contrario a lo programado, un sentimiento de asombro ante la no concreción, ante lo abstracto, ante lo desconocido y allí es donde habita el miedo, un miedo que se nos hace carne, cuando no tenemos respuestas.

“En ésta guerra absurda,/ dónde esperamos el milagro/y cuidamos que el invisible enemigo/ no entre en nuestro cuartel.”

Permutas es un poema que nos habla de recuerdos escapados de la niñez. Invitan al regreso a esa patria de la infancia de la que nos hablaba Rilke. Pero también, reconoce que somos capaces de permutar, mientras nos aferramos a una ventana.”

“la vista perdida en la ventana/atascados en el marco de un espejo roto,/ en donde no encontramos nuestra imagen/ que permuta entre territorios y pertenencias.”

Y dice la poeta en Germen: “Quisiera ser Germen de esperanza”, para crear un mundo nuevo. Habrá que esforzarse para superar la muerte, “contar féretros”, “escribir los nombres de los muertos en las nubes para no olvidar”, porque no hay muerte más muerte que la del olvido.

Mientras, nos cubrimos con guantes y máscaras aferrados a la esperanza.

Porque no hay nada peor que el olvido. En Olvidé nos cuestiona y nos sacude: “Olvidé contar el tiempo de este viaje” “Olvidé tu nombre”. “¿Cuánto hemos olvidado?” Nos pregunta la autora metiendo el dedo en la llaga…

Y el libro va sinuoso como un sendero que lleva un Suspiro “escapado suspiro que exhalo/ en visión atemporal de mis recuerdos”. Los símbolos, destellos luminarios, arcos invisibles que atan las palabras y que revelan el hondo sentir en un tiempo efímero.

Porque ella lo sabe. Es una mujer. Una mujer de su tiempo, que vive, sufre, padece, crea y sueña. Una mujer artista, visceral y alada con plumas y escamas que teje con hilos de libertad los “sagrados sueños que sobreviven al caos”. En Voz en escamas, no olvida a los que quedaron en los cementerios, no olvida nombres y convoca a los ancestros “seremos una sola voz” nos dice, para invitarnos, para que nos sumemos como andariegos a hacer el camino, este recorrido vital a través de los senderos. Nos invita a buscar el recorrido a través de la poesía que es mensajera, escritura de un territorio por descubrir, desde dentro hacia afuera y desde fuera hacia adentro.

Porque ¿cuánto hay de revelación en un poema? O ¿es pura manifestación de una visión individual sensitiva?

Ivonne Sánchez nos tiende la mano, nos llama, nos invita a caminar juntos, a recorrer esos senderos que nos permitan descubrir, que todo ser tiende hacia lo alto como “El albatros” de Baudelaire, para lograr al fin parecernos a los pájaros. Si cerramos los ojos, la esperanza hará que nos crezcan alas, aunque seamos seres que también necesitamos enraizarnos en la tierra. Mientras tanto, dejemos que “sigan lloviendo palabras” y cuidemos de los “sagrados sueños”.

Después de leer estos poemas, una ilusión nueva nos moverá para recorrer los senderos de esta pérfida travesía, perseverantes, esperanzados en un mañana venturoso, con todo lo que la vida promete, por más que “duela el aire”.

A principios de Diciembre, 2020.

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