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Julio Castedo
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Julio Castedo (Foto: María García)

Entrevista a Julio Castedo: “Castilla en el siglo XIV era un nido de serpientes”

Autor de la novela histórica “Rey Don Pedro”
sábado 08 de mayo de 2021, 19:00h

Rey Don Pedro” es la quinta novela del escritor madrileño Julio Castedo, la primera estrictamente histórica. Además, ha publicado varios libros de no ficción, uno de ellos dedicado al cine, de lo que es un auténtico especialista. La figura de Pedro I de Castilla se convirtió desde su juventud en una auténtica obsesión, a medio camino entre la admiración y la comprensión. Algunas de las decisiones tomadas por el monarca castellano fueron bastante polémicas y tuvo que afrontar una auténtica guerra civil contra sus hermanastros y sus aliados que no le dejaron en paz durante todo su reinado.

Rey Don Pedro
Rey Don Pedro

A Don Pedro se le conocía como el Cruel, pero también como el Justiciero. Julio Castedo ayuda al lector a que tome su propia decisión a la luz de unos hechos ceñidos a la realidad histórica y al trabajo del autor en dar a conocer el lado más humano del rey. Hasta sus enemigos reconocieron que fue un legislador ecuánime que abogó por mejorar las finanzas del reino y la vida de sus súbditos. También tomó partido por defender a las tres culturas, aunque alguno de sus colaboradores judíos se aprovechó de la economía del reino para su beneficio personal. En las entrevista, Julio Castedo nos presenta al rey don Pedro desde diversas ópticas para así el lector llegue a conocer su auténtica personalidad. También nos da algunas de las claves de su magnífica novela histórica que hará las delicias del lector interesado por nuestra historia.

En su narrativa ha tratado diferentes géneros. ¿Es Rey don Pedro su primera incursión en la novela histórica?

En sentido estricto, sí. Dos de mis novelas anteriores, El jugador de ajedrez y El fotógrafo de cadáveres, abordaban el género, pero sólo tangencialmente, pues eran dramas en el contexto histórico de las dos guerras mundiales.

¿Por qué ahora una novela histórica?

Siempre me ha interesado la novela histórica, en especial la que aprovecha los sucesos del pasado para reflexionar acerca de la condición humana, pienso en títulos como Memorias de Adriano de Yourcenar o La muerte de Virgilio, de Broch. Las circunstancias que rodearon a las grandes figuras de la Historia condicionaron sin duda sus comportamientos, pero los conflictos éticos y morales que de ellos se derivaron son intemporales.

¿Qué le atrae de Pedro I el Cruel para haberle dedicado su nueva obra?

Me atrae tanto su figura como el contexto histórico. La simple biografía de Pedro I de Castilla ya es fascinante: un padre ausente, el rey Alfonso XI, cuyo cariño fue para su amante, Leonor de Guzmán, y sus diez hijos bastardos; una juventud dominada por el odio de sus adversarios y la traición de su madre, Isabel de Portugal, y su madurez, en una guerra interminable con Aragón y junto a María de Padilla, la mujer que hubo de proporcionarle sus únicos días de felicidad y sosiego en casi veinte años de reinado. Todo ello en el contexto histórico de la Peste Negra y la Guerra de los Cien Años.

¿Cómo definiría a este rey tan controvertido?

Como un rey solitario, pasional y maldito, heredero con dieciséis años de un reino que era un nido de serpientes.

En su opinión, ¿fue más un rey cruel o justiciero?

Fue ambas cosas. En la novela no ahorro al lector ninguno de los hechos señalados de su vida, ni siquiera los más brutales, de forma que, cuando disponga de toda la información, ese lector podrá inclinar la balanza según su criterio a uno u otro lado. La Historia oficial lo calificó de cruel, pero no debemos olvidar que la escribieron sus enemigos.

La novela comienza de una manera muy singular. Una vez muerto don Pedro, él mismo cuenta su historia. ¿Cómo se le ocurrió esa manera tan original de narrar la novela?

No quise plantear una narración lineal que condujera a un final bien conocido, el asesinato en Daimiel del rey don Pedro por parte de su hermano Enrique de Trastámara ayudado por el mercenario Bertrand Duguesclin (“ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi señor”), de forma que decidí empezar por ahí, por lo que todo el mundo conoce, y narrar después los hechos y las circunstancias que llevaron a esa muerte. No soy el primero en emplear ese recurso, el maestro Billy Wilder ya lo hizo en Sunset Boulevard (1950) ¿quién no recuerda a William Holden boca abajo en la piscina?

“Más que meterme en la piel de don Pedro, él se metió en mi cabeza en algún momento de mi juventud y se convirtió en una obsesión”

La narración se desarrolla en primera persona. ¿Le ha sido complicado meterse en la piel de Pedro I de Castilla?

Más que meterme en su piel, él se metió en mi cabeza en algún momento de mi juventud y se convirtió en una obsesión. Siempre quise escribir una novela sobre él, aunque haya tardado muchos años en darle forma.

¿Estamos más ante una novela autobiográfica o una novela histórica?

En sentido estricto, pertenece a un subgénero dentro de la novela histórica conocido como “falsas memorias”. Los hechos, en los que me he permitido muy pocas licencias, se ciñen a la realidad, pero sus sentimientos y sus reflexiones son literatura.

Además de los hechos históricos que trata, la novela tiene muchas reflexiones sobre el comportamiento y los pensamientos de monarca. ¿Ha buscado con esas reflexiones hacer más entendible las decisiones políticas y personales de don Pedro?

He pretendido hacerlo humano, conferir a su personalidad una escala de grises que eludiera el burdo maniqueísmo con el que unos y otros trataron alternativamente su figura. Fue un hombre hecho a sí mismo que conoció con intensidad el amor y el odio, la piedad y la ira, la venganza y el sacrificio.

¿Cómo le forjaron las desatenciones de su padre Alfonso XI durante su infancia y su predilección por sus hijos bastardos?

El rey Alfonso XI ignoró a Pedro en todo excepto en lo institucional, nunca faltó el pendón de su hijo en sus conquistas, y en público no dejó lugar a dudas: Pedro era el legítimo heredero del trono de Castilla. Pero es cierto que nunca gozó del cariño de su padre. Este hecho en absoluto es baladí, esa falta de afecto, que sí disfrutaron sus hermanos bastardos, se vio azuzada con el odio de su madre al hombre que la había rechazado y a su amante, y lo involucró en una cadena de acontecimientos atroces que podrían haberse evitado.

La lucha constante con sus hermanos bastardos decidió el futuro de la corona. ¿Cuál fue su comportamiento con estos?

Fue conciliador al principio, incluso les concedió privilegios y fueron invitados de honor en su boda con Blanca de Borbón, pero la ambición de unos y otros y la sucesión de traiciones, iniciadas con el irracional comportamiento de su propia madre, terminaron por torcer su voluntad y lo llevaron a ejercer contra ellos una violencia extrema.

En la sociedad actual lo accesorio es predominante y lo invade todo, no tiene comparación con el siglo XIV, pero la condición humana no ha cambiado en nada

En la novela, nos encontramos con un Pedro I muy reflexivo, en cierta ocasión dice que se vive demasiado pendiente de lo accesorio. ¿Ya en el siglo XIV ocurría lo mismo que en la actualidad?

En la sociedad actual lo accesorio es predominante y lo invade todo, no tiene comparación con el siglo XIV, pero la condición humana no ha cambiado en nada en los últimos seiscientos setenta años, que es el tiempo que nos separa de aquellos hechos, ese lapso es un suspiro para la evolución del cerebro humano.

¿Hubo demasiadas traiciones en el entorno de don Pedro? ¿Cuáles fueron las más significativas?

Revelaría demasiado de la novela si las detallo, pero a él sin duda la que más le marcó fue la traición de su madre.

¿Cuál es la importancia de María de Padilla en la historia?

María de Padilla, primero amante y luego esposa y madre de los hijos del rey, fue el contrapunto de una vida demasiado violenta. El sincero amor que compartieron se convirtió en refugio y redención. Por eso todo se quiebra para el rey el día que muere su esposa.

En el libro cuenta las muchas rivalidades entre los reinos cristianos de la península. ¿Es una característica española esa rivalidad entre nuestros pueblos?

Lamentablemente, sí. Hay demasiada querencia irracional por la tribu, sin la cual no se pueden explicar los nacionalismos, y demasiada aversión por el que piensa diferente. Hemos sufrido muchas guerras civiles, de hecho cuento una de ellas en la novela, pero la última aún está muy próxima en el tiempo, y resulta desolador que haya quien todavía pretenda desmantelar lo logrado en la transición y obtener rédito político de semejante desgracia.

La novela está dividida en dos partes diferenciadas. La primera más reflexiva e introvertida y la segunda parece una novela de acción. ¿Qué le impulsó a narrar Rey don Pedro de dos formas diferentes?

Esa división es completamente deliberada, y responde a dos periodos distintos en la vida de Pedro I; en la primera el joven rey forja su carácter y adquiere experiencia, en la segunda asume su condición y toma las riendas de su vida sin demasiadas contemplaciones.

Para finalizar, ¿cuál fue el principal legado de Pedro I de Castilla?

Incluso Pedro López de Ayala, que fue diplomático a las órdenes del hermano vencedor, Enrique de Trastámara, reconoce en su crónica la sensatez de don Pedro a la hora de legislar: permitió la convivencia pacífica de las tres culturas, estableció límites a las jornadas de labor, prohibió los juegos de azar, la mendicidad de quien no fuera menesteroso ni enfermo, la explotación de menores y el trabajo en domingo; limitó el derroche en los convites y persiguió la tala indiscriminada de árboles y el incendio de montes, estableció astilleros en Santander, Sevilla y Vizcaya, ordenó un catastro y reguló por ley los deberes de las tres jurisdicciones: realengo, abadengo y señorío. Tal vez, en otras condiciones menos convulsas, no habría novela, pero estaríamos hablando de un rey ejemplar.

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