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Miguel Conde-Lobato
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Miguel Conde-Lobato (Foto: cortesía del autor)

Entrevista a Miguel Conde-Lobato: "La atracción del thriller estriba en que siempre consiste en un entramado de sombras a los que nos gusta asomarnos desde la seguridad"

Autor de “La congregación”
domingo 15 de agosto de 2021, 18:00h

Miguel Conde-Lobato saltó del mundo de la publicidad y del cine a la literatura con su novela “Los lobos no piden perdón”. Ahora, regresa con un nuevo thriller titulado “La congregación”, ya el título nos indica por los caminos en los que se adentra este creador gallego. El tema de la clonación es el eje principal de la novela y la posibilidad de volver a traer a la vida a Jesucristo es el corolario de esta trama donde la Iglesia Católica tiene mucho que decir.

La congregación
La congregación

En la novela se juntan dos tramas diferenciadas, pero interrelacionadas. Por un lado, tenemos a un investigador gallego que recurre a un amigo de la infancia que es sacerdote para resolver un peligros proyecto científico y por otra nos encontramos a un ex policía de Los Ángeles que investiga unos experimentos ilegales que ya han producido alguna muerte. El autor gallego hace que el lector reflexione sobre los límites de la ciencia y lo humano que hoy en día se están viendo desbordados por tanto experimento genético con fines bastante oscuros o si no qué se lo pregunte a Bill Gates o a George Soros.

“La congregación” es su segunda novela después de “Los lobos no piden perdón”, parece afincado definitivamente en el thriller. ¿Qué tiene de atractivo dicho género para usted?

Sí, es un género que siempre me ha atraído: como lector, como espectador y ahora también como autor. En este caso me ha salido un relato más horror thriller, como le denominan en inglés. Hay más miedo en este relato. La atracción del thriller estriba en que siempre consiste en un entramado de sombras a los que nos gusta asomarnos desde la seguridad de tener el mal atrapado entre las hojas de la novela. Vemos el lado más oscuro de lo humano, el que es capaz de cercenar una vida, y no solo nos interesa el cómo lo hicieron, sino también el porqué.

Alguien que investiga un crimen se ve obligado a transitar por lo peor de nuestra especie. Por eso me gusta dotar a mis historias de un telón de fondo, un tema social, que añada intensidad a la lectura y que proponga dilemas al lector.

Usted viene de campo de la comunicación audiovisual, ¿eso hace que sus novelas sean muy visuales y trepidantes?

Sí, supongo que la convivencia entre la literatura y el cine es una contaminación y un mestizaje que en mí resulta inevitable. Lo trepidante, el ritmo, desde mi punto de vista, es algo determinante. Aunque me gustan las pausas en la narración, tienen que estar muy justificadas, aportar información a la historia principal. Me gusta que el lector saque sus propias conclusiones y tome postura sobre lo que lee.

¿Cómo surgió su deseo de escribir novelas? ¿Empezó como hobby y ahora es una necesidad?

En mi caso hay un punto de inflexión vital casi novelesco. Un grave accidente me hace recapacitar y plantearme un cambio vital. Siempre me gustó crear historias. Lo hago desde niño. Escribía obras de teatro, relatos cortos… Aquel mal momento hizo que creciese dentro de mí la necesidad de escribir, novelas, guiones… En la madurez de mi carrera profesional encontré un regusto especial en ser una “joven promesa” en otra disciplina. En todo caso, sí, ahora es una necesidad y fabular, escribir, desarrollar tramas y personajes ya forma parte de mi mundo ordinario, de mi vida.

Las películas y las series de televisión están haciendo que cambien los hábitos de lectura. ¿Ha utilizado técnicas cinematográficas en su última novela “La congregación”?

Se puede decir que sí. Las series han hecho que los desarrollos de los personajes sean cada vez más parecidos a los de la literatura, por disponer de más tiempo que en un largometraje, y en la literatura cada vez hay más técnicas de montaje cinematográfico. Yo uso una secuencia inicial que da pie a dos tramas paralelas que convergen en un tercer acto, acelerando hasta su resolución.

¿Le gustaría ver sus novelas en el cine o en la televisión?

Por supuesto. Trabajo actualmente en la adaptación a guion de Los lobos no piden perdón.

¿Qué ingredientes tiene que tener un buen thriller?

El primero de todos, mantener la intriga. Para ello es necesario tener una buena trama y grandes personajes. Y para mí, ser original. El esquema de la aparición de un cadáver en una población y que todos resulten sospechosos es una estructura que se ha hecho muchísimas veces, y sigue funcionando. Pero yo trato de aportar un ángulo diferente. Un buen thriller también debe tener una mirada ante la relación entre el bien y el mal.

"La religión, como tema literario, se mueve entre lo sobrenatural, lo ético, a veces lo oscuro, a veces lo salvífico…"

Cuando se tratan temas de la iglesia católica siempre salen sociedades un tanto misteriosas. ¿Exactamente qué es “La Congregación”?

Bueno eso es algo que dejo que descubran los lectores. La religión, como tema literario, se mueve entre lo sobrenatural, lo ético, a veces lo oscuro, a veces lo salvífico… por creyente que uno sea ¿quién no pasaría miedo si pasa horas solo y a oscuras en un cementerio o en una iglesia si se queda encerrado toda una noche?

La novela comienza con unos informes médicos, pero realmente su comienzo es cuando se dice “Acabamos de clonar a Cristo”. No se puede comenzar de una manera más impactante. Ya tiene atrapado al lector desde la primera frase. ¿Es eso lo que busca, que el lector quede rendido a la trama?

Una vez que haces una apertura del viaje de ese nivel las expectativas están en lo más alto.

Es una propuesta impactante, cierto, pero que también tiene sus riesgos. Tienes que mantener muy bien la tensión dramática para no perder intensidad. En cualquier caso, me encanta arriesgar y, a juzgar por las reacciones de los lectores, parece que disfrutan de ese viaje.

¿Qué le ha costado más, en esta ocasión, idear la trama o planificar y escribir el thriller?

Ambas cosas han sido un desafío de máximo nivel. La Congregación es una novela compleja, aunque no complicada. Una trama local que se desarrolla entre Galicia y Madrid, y una trama internacional, básicamente en California, pero también en Londres, Ginebra… Si hubiese que decir una u otra creo que la planificación y la escritura ha sido la parte más costosa.

¿Ha contado con ayuda de algún médico o científico para hilar la trama científica?

Sí. Desde mi hija Sofía, que estudia quinto de medicina, mi amigo Alfredo Cousillas, así como abundantes lecturas de documentación.

¿Estamos muy expuestos a aberraciones de ingeniería científica?

Es la gran bomba atómica del siglo XXI, de la que nadie habla y la que puede tener consecuencias más devastadoras. Influir en un individuo eliminando el libre albedrío es una distopía que está sucediendo ante nuestras narices.

La lectura es la antesala del pensamiento

Su novela tiene mucha acción, pero también mucha reflexión sobre ciertos avances científicos. ¿Se llegará a un equilibrio entre las diferentes posiciones?

La lectura es la antesala del pensamiento. Creo que mantener el interés sobre una trama y poder visitar un tema como los límites de la ciencia y de lo humano no solo no son incompatibles, sino que hacen entender mejor porqué alguien puede llegar a matar a alguien.

¿Hasta dónde pueden llegar esas conductas?

La ambición humana sin límites puede llegar a plantearse esta pregunta: ¿Asesinar a un inocente puede llegar a ser la mejor opción?

Con la mano en el corazón, se ha llegado a clonar una oveja, pero a Cristo es la bomba. ¿Dejaría la Iglesia Católica hacerlo o saben que es imposible localizar ADN de Cristo?

En la novela se menciona como una clonación sacrílega. En todo caso, me he atrevido a hablar del asunto porque es algo que, sin la autolimitación de los principios, algún desalmado podría llegar a hacer. ¿Imposible localizar el ADN? Con independencia de que se crea en que es hijo de Dios o no, Cristo fue una figura histórica que se sabe con certeza que existió. Sus reliquias tienen restos de sangre y la sangre, ADN… Dejo a la imaginación del lector el resto.

La novela discurre en varios escenarios muy lejanos entre sí. Dos cuestiones que me parecen fundamentales. La primera cómo escogió la voz narradora.

Quería que se confrontasen dos mundos ordinarios: uno muy próximo, muy local, que narra la historia de dos amigos entre Galicia y Madrid. El otro, un mundo muy global, extraordinario: California, Palo Alto, las megacorporaciones, y un detective con un regusto novelesco “old school”. Intenté que esos dos mundos plasmasen idiolectos diferentes, como si fuesen dos voces que se unifican en el tercer acto.

¿Qué le fue más complicado escribir la trama gallega o la americana?

A nivel técnico, sin duda, la americana. Es la que más esfuerzo de documentación ha requerido tanto científica como geográfica.

La segunda cuestión es: el espacio temporal. Es bastante lineal con algún que otro flashback. Pero a mí me da la sensación de que se está llevando el desarrollo de la novela como si fuese una cuenta atrás. ¿Es un recurso para mantener la tensión de la trama?

Sí, lo es. Pero también para entender lo que están viviendo los personajes, obligados a decantarse por acabar con aquello o asomarse al abismo de que ese ser clonado nazca.

La novela tiene muchos y potentes diálogos. ¿Dice usted más con los diálogos que con las descripciones?

Sí, eso intento. Si el diálogo enseña lo que hay en el interior de cada personaje, no hace falta contarlo.

Y para terminar… ¿Habrá continuación?

Bueno, ya sabes que esto lo deciden en último término los lectores. Pero sí, soy optimista y creo que volveremos a pasar un buen rato con nuestro detective, Tyson Tabares. Hay cuentas pendientes que tiene que saldar.

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