El escritor Rafael Soler, poeta de amplia y acreditada trayectoria, ha publicado recientemente un nuevo poemario titulado "Las razones del hombre delgado". En esta ocasión, la poesía de Soler ha cruzado el Atlántico para desembarcar en el prestigioso sello editorial Nueva York Poetry Press, donde han visto la luz los poemas últimos del autor valenciano. En este libro, ha querido buscar el poeta “las sílabas precisas” para aproximarnos al espejo donde la trascendencia de la vida y la idea de la muerte se reflejan sin ambigüedad, con el pálpito que reclama a partes iguales el hecho de vivir y la inquietud por un designio final cuyo sentido u objeto no es posible descifrar. De esta forma, Soler nos invita a recorrer, a través de sus versos, un itinerario íntimo en el que nuestro poeta ahonda en las profundas simas del misterio mismo de existir, exalta la magnitud de estar en este aquí a pesar de las turbulencias y explora las esferas de esa incertidumbre donde germina el desasosiego o la esperanza. Por ello, “busca el poeta detrás de las cortinas / abre el poeta del sol los monederos / talla el poeta su impaciencia oscura”. El verbo poético de Soler toma altura conceptual, metafísica, en estas páginas. Sin renunciar al empleo de una elocuencia diáfana, debe ascender el poeta hacia cotas más altas de expresión para tomar perspectiva, pues enfrenta temas ciertamente complejos: el desaliento, la desolación, la soledad, la perdida, el desagrado emergente ante lo ignoto, la muerte. Entrando en la lectura del poemario, no tardaremos mucho en percatarnos de ello: “y en noches de precisa soledad /dejándome pasar escucho / la quemazón del hueso cuando baila / su hondo malestar y su quebranto”, escribe el autor en el poema ‘Solo para mi muerte’. La mirada de Soler es aquí intrínseca y reflexiva, diríase ontológica, sobre todo cuando desea acercarnos a lo hondo de su experiencia vital, porque para este poeta el devenir de la existencia es sin duda un asunto personal. Así, sus versos sugieren, pero también consiguen conmover con la fuerza de una voz poética que llega sin artificios al lector. Estamos ante una poesía desnuda y, al tiempo, colmada de potencia expresiva. Un aliento lírico que nos conduce a la esfera más reservada del alma del autor: “háblese ahora del dueño y su sombrero / de su lento mirar introspectivo / su pan prestado su célebre saludo”. Hay un sentir doliente que encuentra arraigo en un discurso poético construido con acierto que emociona a quien se acerca a estos versos: “la certeza de ser y no tenerme / un paso con otro hasta el umbral / que otros cruzaron / con más prisa que la mía”, apunta el escritor en el poema ‘Labio del viento cuando cesa’. Asimismo, no se debe perder de vista las imágenes que, a modo de parapeto, hallamos en este recorrido: “rasurada el alma / aquí estoy para contarlo”. Igualmente, encontramos poemas que suscitan preguntas de relevante calado a manera de inventario. Sucede, por ejemplo, en el poema ‘dueña de aquello que me falta’, donde el poeta señala: “me pregunto / y te pregunto / si en plena posesión / de nuestras facultades tóxicas / cuajó el terco empeño / por conocer al otro”. También en ‘Referir el fatal destino’ atisbamos un pesar que se torna en incierta travesía: “¿cuánto dura la noche? / ¿cuánto allí donde la noche es noche? […] ¿cuánto usted / recién llegado a esta gaveta / que guarda el tiempo bajo llave?” Por otro lado, ‘lo perdido’, a lo que ‘nada se parece jamás’, hace también acto de presencia. Es el caso del poema que comienza con tres versos conmovedores: “ella no sabía no podía / ella deseaba terminarse / entre todo nada y las pastillas”. Sin duda, en ‘Las razones del hombre delgado’ se advierte dolor, amargura y resuena el clamor del poeta para traer a colación “la silente inquietud / de aceptar en soledad / desvestido y con sed / la dieta que me hará / más triste / más sabio / más delgado”. Pero también, o así quiero entreverlo, un trasfondo de esperanza que es ante todo rebeldía ante “el cero que ya viene”. El autor va a oponerse, con todos los recursos poéticos a su alcance, a recorrer esa etapa no deseada, para la cual “no entra en su cupón” el “viaje de vuelta”. Y del mismo modo que le “bastaría un hilo / un hilo de luz para volver / y volvería”, la lógica de la inevitabilidad le lleva a fraguar un sentimiento de serenidad y entereza ante lo que habrá de llegar. Aunque lo mencionado hasta ahora, no excluye en Soler el empleo del humor y, en algún caso, de la ironía: “ni calmo hablaré con esa sombra / que algunas veces viene / a prometer el alba”, rubrica en el poema titulado ‘Hoy tampoco almorzaré’. Quizá porque Soler, parafraseando al humanista mexicano Alfonso Reyes, es un hombre que quiere vivir más que la vida. Nada es inmutable, el poeta lo sabe y la tenacidad que despliega el autor tiene, como el dios Jano, otra cara, la de su humanidad perecedera elevándose sobre su poesía para transcender al ser y aceptando otra posible sustancialidad: “mudo en vuelo cuanto fui / y no es tribulación este deambular / de quien entero llega / a disfrutar del frío”, escribe, para apuntar más tarde en otro poema: “ahora / que apenas soy un pie de página en cursiva / un asunto general de poca monta”. El libro concluye con la acertada aportación de diversas voces poéticas de habla hispana, todas ellas célebres, comentando esta original obra de Soler. Gabriel Chávez Casazola, Rolando Kaftán, Marco Antonio Campos, Iván Oñate, Raúl Zurita, Teuco Castilla y Antonio Gamoneda. Poetas cuyas consideraciones aportan valor añadido a esta edición. De entre todas ellas, entresaco unas palabras del argentino Teuco Castilla que, a mi juicio, condensan la temática sobre la que gira este poemario: “En este libro el poeta Rafael Soler se vistió con su propia muerte, la vivió con la templanza que tienen los verdaderos poetas, los que saben atravesar los espejos”. Para finalizar, cabe añadir que a lo largo de su producción literaria Soler ha sabido construir una voz poética única, sólida y original que confiere a su poesía una identidad sobresaliente y colmada de contemporaneidad. ‘Las razones del hombre delgado’ no es un libro de fácil lectura, no tiene por qué serlo, ya que su interés radica precisamente en su hondura. Espero haber encontrado para esta recensión, esas sílabas precisas que reclama Soler para su poesía. Como siempre, la poesía de Rafael Soler es una lectura más que recomendable. Así sea. Puedes comprar el libro en:
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