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LA POESÍA DE MARÍA VICTORIA ATENCIA

MARÍA VICTORIA ATENCIA PUBLICA SU POESÍA COMPLETA EN CÁTEDRA
domingo 07 de agosto de 2022, 10:43h
Una luz imprevista. Poesía completa
Una luz imprevista. Poesía completa

María Victoria Atencia es una de nuestras poetas mayores vivas más importantes, perteneciente a la generación del medio siglo del XX, si bien su primera obra es de 1961. Nacida en Málaga en 1931 pertenece a un singular grupo de mujeres de las que el canon literario no decía apenas nada hasta hace unas fechas. Hoy ya se la reconoce como una gran escritora, aunque no le ha llegado ni el Premio Cervantes ni el Premio Princesa de Asturias para enaltecer definitivamente su obra trascendente. Conocemos la poesía de María Victoria desde que llegamos a Málaga en 1985 y podemos decir que es una obra de un gran rigor intelectual, cultural y emotivo. También hemos tratado en múltiples ocasiones a la autora y es de carácter apacible, conciliador y sutilmente inteligente. Una de los que puso el foco en su momento fue la Asociación Andaluza de Escritores y Críticos que le concedió en 1998 el Premio Andalucía de la Crítica por su obra Las contemplaciones y activó también el posterior Premio Nacional de la Crítica.

A veces se ha transmitido la impresión de que es una escritora “culturalista”, quizá para desmerecer su obra (teniendo en cuenta el descrédito de algunos de estos autores), colocándola en un elitismo poco cercano al pueblo, grupo que abandonó la esencia de lo humano para concentrarse en los síndromes de la cultura en una suerte de neoexperimentalismo lingüístico ajeno a la intimidad y el sentimiento humano más profundo. Pero podemos decir la poesía de María Victoria es profundamente humana, centrada en el mundo propio e íntimo de la autora con el que se recrea, enriqueciéndolo, haciéndolo más vital, más profundamente conmovedor, yendo a la raíz de las cosas, trascendiendo su sentido más profundo. Su filosofía vital nos reconcilia con la de la gran pensadora María Zambrano en su especial percepción de un mundo que tiene en la palabra sus resortes más singulares y le imprime un sello personal: el estilo María Victoria Atencia. Una suerte de poesía que es un profundo camino desde el yo más subterráneo y familiar, desde el espacio de la casa y el mundo que le rodea (El mundo de M. V., título de uno de sus libros) hasta el nosotros, hasta la realidad que la proclama en una especie de comunicación interior amplia, rica y enormemente personal: “Entreabro la puerta/ de su ficción y dejo que sobre este añadido/ vegetal de mi casa, por donde los insectos/ derivan en zumbido, se instale una paloma (…) Reposa tu fatiga un momento en la casa/ mientras hierve en colores la pluma de tu cuello”.

Una luz imprevista. Poesía completa, publicado en Cátedra, definitivamente deja ya en el canon literario a María Victoria Atencia, gracias a la edición de la ayudante doctora Rocío Badía Fumaz, de la universidad complutense, que realiza un trabajo serio y profundo de más de cien páginas sobre su narrativa, dividiéndolo en cuatro apartados.

La Emily Dickinson española, como dicen algunos, nace a la poesía en 1961 con Arte y parte donde está presente ya el amor, la ternura, la memoria, los silencios: “Tu sangre y carne fueron/ tu vestido más rico/ y la tierra no supo/ lo firme de tu paso”. Después llegaron hasta diecinueve libros más, entre los que señalamos: Cañada de los ingleses (1961), Marta & María (1976), El mundo de M. V. (1978), Compás binario (1984), De la llama en que arde (1988), La intrusa (1992), El puente (1992), Las contemplaciones (1977), Los niños (2000), De pérdidas y adioses (2005), El umbral (2011)…

Una poesía personal, de gran calidad expresiva, con semas genéricos que ahondan en la pasión por el día a día, el paso del tiempo, la cotidianidad y el ímpetu por el lenguaje preciso y su valor conceptual transformador. Quizá es con De la llama que arde (1988) cuando se conforma su etapa más profundamente personal, la llama que alimenta la existencia: “Esa luz que sostuve conmigo y con mis días/ su espacio extingue ahora. Pero de tal manera/ amor me fue velando su engaño en los cristales/ que, todavía, a ciegas, la pasión prevalece”. Será en Las contemplaciones (1997) cuando su veta más machadiana está presente en la singularidad del paso del tiempo, la categoría de la memoria y las ausencias y pérdidas, siendo la soledad el último reclamo. Con expresiones como “leve/ duración contra el tiempo de lo que ya es nostalgia”, “Era yo muy pequeña en aquel tiempo/ de zozobra –pero no lo sabía-, y de miedos”, “Alguien me espera lejos, como una muerte súbita”…, o estos versos finales: “Muevo en la oscura noche y su bolsa los restos/ -tanto menudos trozos-/ de una historia que cierran la puerta y su chirrido./ Se prohíbe la nostalgia. No hay contemplaciones./ Atendedme/ sin embargo este canto final, y ya de abatimiento”.

Es una poesía profundamente vital, singularmente bien construida en el cuidado y atención a los elementos formales y especialmente conmovedora, honda, en la contemplación del corazón humano.

Puedes comprar el libro en:

9788437643540
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