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"Los reyes del río. Una nueva historia de los vikingos desde Escandinavia a las rutas de la seda", de Cat Jarman

Áticos de los Libros. 2022
lunes 06 de febrero de 2023, 23:00h
Los reyes del río
Los reyes del río
La época denominada como ‘de los vikingos’ fue una época terrible para Europa, hasta tal punto fue así, que el clamor enorme entre los europeos, y en todas sus iglesias, se impetraba la ayuda de Dios para librarles del furor pavoroso de los hombres del norte o 'Furor Normanorum libera nos Domine'.

«La época vikinga empieza con el saqueo del monasterio de Lindisfarne en el año 793. A partir de ese momento, los vikingos asolan costas y ríos de Europa, desde Escandinavia hasta la propia península ibérica. Sin embargo, en 2017, una gema hallada en un yacimiento arqueológico cambió para siempre la historia de los vikingos. Se trataba de una cornalina procedente de la India. ¿Era posible que los vikingos hubieran viajado tan lejos? ¿Cómo había llegado hasta Europa esa pequeña cuenta? Cat Jarman, bioarqueóloga y arqueóloga especializada en la época vikinga, rastrea el viaje de esa misteriosa gema desde Guyarat, en la India, hasta las islas británicas, y nos demuestra que, más allá de Europa occidental, los vikingos remontaron el Dniéper hasta el mar Negro y el Volga hasta el Caspio, tejiendo una red comercial y humana que unió Europa y Asia, y a la que los vikingos, hombres y mujeres, se lanzaron en busca de riquezas, poder, aventuras o, sencillamente, de una nueva vida. En sus viajes entraron en contacto y comerciaron con grandes reinos, combatieron como formidables guerreros al servicio de emperadores e incluso fundaron una dinastía. De lectura apasionante, ‘Los reyes del río’ nos ofrece una visión nueva y espectacularmente más amplia de los vikingos y del mundo medieval , y nos abre los ojos a una época fascinante».

El cronista y clérigo eximio Alcuino de York, desde la corte de Aachen-Aquisgrán, con el emperador Carlomagno, escribe al rey Etelredo de Northumbría el pánico y la sorpresa, a la par, que les supuso la agresión a los inocentes monjes de Lindisfarne. “Nunca antes había aparecido en Britania un terror como el que ahora sufrimos a manos de una raza pagana, ni se pensaba que pudiera ocurrir tan lejos del mar y tierra adentro”. Se suele considerar que los vikingos vivían en un contexto social complicado, y tenían noticias de las riquezas plausibles existentes en los monasterios de la época. La población escandinava estaba en franco crecimiento, todo ello en el contexto de una tierra noruega muy pobre, y además solo en manos de los primogénitos; existían disputas continuas entre los nobles o jarls, y se cita, además, sobre la existencia de un déficit importante de mujeres casaderas. La CRÓNICA ANGLOSAJONA menciona, de forma prístina y sin circunloquios, como los hombres del norte salían de sus hogares de Noruega y de Dinamarca para viajar hacia occidente, y de esta forma saquear, asaltar y conquistar tierras por las dos islas británicas, Gran Bretaña e Irlanda, y todo ello de forma inmisericorde. El fruto de todo esto sería el caos absoluto creado en aquellas sociedades tan débiles.

Llegado el final de la época vikinga, a mediados del siglo XI, el impacto escandinavo en Britania habría sido profundo y afectando a todos los aspectos de la vida, desde el desarrollo de las ciudades a la moneda, la cultura, el lenguaje y el arte”. Otro parámetro importante de la sociología vikinga, es lo relativo a que se dedicaron a la trata o tráfico de esclavos; lo que hicieron a gran escala por todos los países de Europa que atacaban. Verbigracia, en los anales de Ulster, se indica que hacia el año 869 d.C., los caudillos vikingos Olaf e Ivar atacaron, de forma furibunda, a la ciudad de irlandesa de Armagh, mataron a todo lo que se les cruzó en el camino, además violaron a todas las mujeres que pudieron, y para terminar de destrozar el ánimo de los habitantes, sometiéndoles por el método del terror más prístino, condujeron a unos mil de sus supervivientes al castigo de la esclavitud más onerosa. A continuación, se dirigieron, por vía marítima, hasta el río Clyde, allí sitiaron la fortaleza insular britana de Dumbarton, ya en el año 870. El cerco duraría cuatro agotadores meses, la fortaleza cayó con estrépito, y los britanos se reconocieron derrotados.

En el año 871 d.C., Olaf e Ivar regresaron, nuevamente a Irlanda, con doscientos drakkars llenos de esclavos anglos, celtas-britanos y pictos-escoceses. Los vikingos no se denominaban así a ellos mismos, ya que esta palabra significaba ensenada o bahía-VIK, y probablemente proviniese del hecho de realizar razzias corsarias contra sus enemigos, de todo tipo y condición. Los navíos de los vikingos estaban hechos o construidos, sensu stricto, para esta navegación veloz y de cabotaje, aunque se atrevieran a ir hasta Groenlandia, Islandia y Vinland. La técnica de construcción se denomina ‘tingladillo’, en el que cada tabla se superpone sobre la siguiente, este hecho los hacía muy superiores, en velocidad y resistencia, a los de sus enemigos, para poder navegar en mares encrespados. Como sus cascos eran poco profundos, les era muy fácil poder desembarcar en playas o viajar por fiordos o ríos estrechos. “Lo que resulta tan especial no es solo la flexibilidad física del casco, sino también la invención de la quilla, una viga estructural que recorría toda la longitud del barco, de proa a popa, estabilizándolo, de modo que era fácil aparejar una vela en esos barcos de casco poco profundo hechos de madera. La excepcional combinación de vela y quilla permitía un alcance y una velocidad sin precedentes. También confería más maniobrabilidad a los barcos en el mar”. Según gran parte de los estudios realizados sobre la época de los vikingos, las mujeres se quedaban en el hogar, esperando fielmente la llegada de sus hombres, pero este estereotipo no se ajusta a la más mínima realidad. Existen pruebas fiables, y casi seguro ya se pueden considerar como irrefutables, de que acompañaban a los varones en las operaciones militares.

El historiador danés, del siglo XII, Saxo Gramaticus o Sajón Gramático, indica, con toda claridad, que entre los daneses había mujeres que vestían como hombres, y se consagraban, asimismo, al oficio de la guerra, ya que no podían permitir que se las descalificase por vivir lujosamente, mutatis mutandis: “…Apartaban a un lado toda la dulzura y la ligereza de las mujeres, y habituaban su espíritu femenino a la crueldad masculina. Buscaban además con tanto celo poseer habilidades guerreras, que podría creerse que se habían privado de la sexualidad. Especialmente aquellas que tenían un carácter fuerte o una figura alta y hermosa, solían abrazar este tipo de vida. Ofrecían guerra más que besos, y se interesaban por los asuntos de las armas más que por los amores …”. Por consiguiente, la existencia de vikingas está subrayada, y en esta sociedad las mujeres ya eran iguales a los varones. ¡Libro extraordinario y de gran calidad, que debe leerse! «Vanitas vanitatum et omnia vanitas».

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