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"Un tiempo inesperado", de Antonio Herranz

Ondina Ediciones, 2022
domingo 12 de marzo de 2023, 19:18h
Un tiempo inesperado
Un tiempo inesperado

El pasado mes de noviembre de 2022 apareció bajo el sello editorial Ondina el tercer libro del poeta Antonio Herranz, titulado "Un tiempo inesperado". El libro, prologado por el también poeta Juan José Ordoñez, recoge cincuenta y tres poemas del autor divididos en dos partes o secciones: ‘Cantos de experiencia’ y ‘El secreto de existir’. De algún modo, los subtítulos de estas dos estancias en las que deberemos adentrarnos para descubrir los espléndidos poemas de Herranz, anuncian aquello que el poeta ha querido compartir y exponer ante el público lector. Por una parte, su propia experiencia vital. Por otra, ese querer indagar en un tema tan complejo como apasionante: el sentido de nuestro paso por el mundo. En consecuencia, este poemario de Herranz es un libro para leer sin prisa, atendiendo a lo que el autor ha querido plasmar en sus versos.

El poeta nos ofrece aquí “el peso” de su cuerpo y, aunque él no lo explicita, quizá también de su alma. Al igual que “un día sin importancia” o “… esa luz / polvorienta que no dice nada, /…”, pero dice tanto, la lectura de estas páginas es como un delicioso ‘Paseo al atardecer’, título del poema que abre el tiempo inesperado de Herranz y del que se han extraído los fragmentos transcritos en este párrafo.

Una vez iniciada la lectura, no es necesario esperar demasiado para atisbar la entrañable honestidad de estos poemas que consiguen conmover al lector o lectora, desde la reflexión sobre nuestra condición humana y una forma muy personal de observar aquello que para el escritor es susceptible de transformarse en materia poética. Así proclama Herranz en el poema ‘Hace tiempo’: “Hace tiempo que aprendí a mirar / de otra manera, sobre todo a ese mar / de hielo cercano y triste de los hombres. / No es su miedo, es su incertidumbre / que desde muy lejos viene enredada / en una red de sombras y pesares. / Lo que esconde bajo una falsa empatía / es lo que pretendo entender para asumirlo.” Las cavilaciones del poeta en la orientación que se ha comentado, emergen en diferentes momentos de este libro, valgan como ejemplo estos otros versos del poema ‘Instantánea’: “Así es el tiempo de los hombres / curados del espanto de la noche, / de la agresión sin límites. / Sentados plácidamente antes de luchar.” Esta es la mirada del autor que él mismo tiene a bien evidenciar: “Mi mirada quiere ser continuidad / para no pasar de largo ni ausentarse.” (del poema ‘Una valoración’).

Igualmente, dos poemas van a proporcionarnos, a mí juicio, las claves del quehacer poético que Herranz ha vertido en esta obra. El primero, ‘Hombre exultante’, donde el autor nos indica el alcance de su decir poético: “Mi voz no es impostada, juega / con lo real y tanto se tensa / su dilema que, a veces, se desgarra.” En el segundo, ‘Una banal preocupación’, descubre la finalidad de sus desvelos: “Deseoso de medirme con mi tiempo, / de abrir caminos por la pura insistencia / para que pueda suceder aquello que no ocurre.”. Es el combate singular que libra el poeta con su presente y circunstancia, pertrechado tan solo con la palabra poética y el anhelo constante de transitar hacia nuevos horizontes. Al fin y al cabo, como escribe en el poema ‘Bagaje’, “Hay que sujetar el tiempo para no caer / con él en el vacío y desaparecer.”

Todo ello va surgiendo en el poemario de Herranz, donde advertimos la construcción de un estilo propio y distintivo, caracterizado por la preeminencia del mensaje, pero cuidando asimismo la estructura y sonoridad del poema, así como la intensidad y belleza de las imágenes (“Qué esfuerzo el de la luz de una vela / por iluminar el mundo.”, anota en el poema ‘Las buenas intenciones’), o el correcto manejo del lenguaje. Sin dejar de señalar el epicentro del que surge para el autor su labor poética: “Sin conflicto no hay poesía / que pueda interferir en cualquier vida”. Versos que traen a la memoria una frase del poeta francés René Char: “Ser poeta es tener ganas de un malestar…”.

De esta forma, en ese empeño por aproximarse al entendimiento de la naturaleza humana y su vinculación al paisaje sociocultural de nuestros días, hallamos en los poemas de Herranz un variado y atractivo elenco de temas que van desde las grandes cuestiones presentes en la literatura universal a esos otros que como individuos debemos afrontar hoy, con mayor o menor fortuna, en ese cotidiano vivir que, atendiendo a las palabras del poeta Rafael Soler, “…es un asunto personal.”

En tiempos de posverdad, en el poema ‘Paisaje’ nos habla el poeta del encuentro con “Lo más parecido a la verdad.” y en el poema ‘Delirio’ nos dice: “Tuve una ocurrencia que buscaba una verdad / con calma. Un espacio para nombrar sin rabia.”. La trascendencia del amor hace acto de presencia en poemas como ‘Lo que el amor enseña’. En una ‘Confidencia’ aborda el asunto del albur o la imprevisibilidad del destino: “He borrado mentalmente mis límites, / confiando todas mis mañanas al azar.” La muerte es el tema del poema ‘Respirar’, donde leemos versos como estos: “Tu alma, como un hermoso papel / de color rojo, revolotea en el lugar idóneo. // Respira con fuerza en el abismo”. La ‘Febril inspiración’ se despliega ante el autor “… como si viviera en la parte oculta de algún beso, /…”. Del mismo modo, la idea de la fraternidad germina bajo un ‘Sol de invierno’ en unos versos ciertamente notables: “La figura de un hombre sobre un puente / oteando el horizonte, no es la mía, / pero es el mismo viento frío del amanecer / el que nos une.” El tema de la inocencia es tratado en el poema ‘La luz de la inocencia’ y la figura de la madre, ya ausente, tiene su lugar en el poema ‘Intenso recuerdo’ que encierra un giro imprevisto, casi esotérico: “…Ya no estaba, pero yo oía su voz /…”. En todo caso, la multiplicidad de temas no obstaculiza la unidad de la obra y, sin duda, es indicativo de la solidez del discurso poético elaborado por Antonio Herranz en este poemario.

Pero más allá de esas cuestiones medulares por las que siempre se ha interrogado el ser humano, el poeta es sabedor —como afirma en el poema ‘Inconvenientes’—, de que “La vida se construye en la normalidad, / mientras la imaginación lo admite todo.” Esa cotidianidad, a la que antes nos hemos referido, desde la cual el autor nos exhorta a configurar “…la necesaria osadía para mirar / de frente y sin temor al mundo.” (versos del poema ‘Bagaje’) y a apurar en todo lo posible la existencia: “…Lo justo es / donde vivir suene a sensatez y locura, / a sed saciada,” (versos del poema ‘Diorama’). Esta es la prescripción de nuestro poeta para plantar cara, en la medida de lo posible, al ‘Tiempo de crisis’, casi permanente, en el que estamos inmersos, plagado de “…hechos que no encuentran su relato, / ni una mala prosa siquiera.” Esos censurables “Hechos disfrazados de decencia /…”. Sombríos hechos y amenazas, sí, que “Por su culpa, lo que queda es menos cada vez.” (versos entresacados del poema citado: ‘Tiempo de crisis’). Aportaciones que permiten distinguir en estas páginas ciertos rasgos de lo que puede denominarse como poesía cívica.

Antes de finalizar esta recensión, resulta apropiado un apunte sobre las alusiones literarias que el escritor ha querido subrayar en el libro. Me refiero a la mención de tres sobresalientes poetas. Por un lado, las citas del serbioestadounidense Charles Simic y del estadounidense Mark Strand. Por otro, un verso del poema ‘Homenaje’ donde se evoca a Paul Celan, poeta rumano de origen judío, habla alemana y nacionalizado francés tras la Segunda Guerra Mundial. Aunque a buen seguro, como avezado lector, otros muchos nombres de la poesía universal habrán influenciado la lírica de Antonio Herranz, no parece casual la elección de estos autores, cuya literatura y biografía son en sí mismas un referente cultural de gran calado.

En definitiva, ‘Un tiempo inesperado’ es un libro de poemas digno de elogio, cuya lectura nos invita a apreciar cada uno de los poemas que contiene. Una obra que Herranz, como en los espectáculos pirotécnicos, despide además alzando su voz poética con media docena de excelentes poemas (‘No es tan fácil’, ‘La transparencia’, ‘Situación necesaria’, ‘Nada es lo que parece’, ‘Signos externos’ y ‘No sabría cómo llamarlo’) que, ya se ha dicho, ponen un formidable colofón a este libro de poesía verdaderamente tan logrado.

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