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Miguel Ángel del Arco
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Miguel Ángel del Arco (Foto: Maudy Ventosa)

Entrevista a Miguel Ángel del Arco: “Inés Luna se empeñó en hacer cosas que no hacían las mujeres ni de su tiempo ni de su condición”

Autor de “Los dos muertes de Inés Luna”
Por Oliaga & Ventosa
miércoles 16 de agosto de 2023, 23:22h

Miguel Ángel del Arco es un periodista salmantino que ha ejercido su oficio durante más de treinta años en diversos medios de información como las revistas Tiempo y La Clave. Como escritor ha publicado diversos ensayos, como "Cronistas bohemios", novelas y participado en diferentes antologías de relatos. Ha sido profesor en la Universidad Carlos III de Madrid. Ahora acaba de publicar la novela “Las dos muertes de Inés Luna”, sobre una aristócrata que aunque nació en Paris, vivió en Salamanca, entre otras muchas ciudades.

Miguel Ángel del Arco
Miguel Ángel del Arco (Foto: Maudy Ventosa)

Rica heredera, acumuló tierras y fincas y casas en Madrid, Salamanca, Valladolid y Barcelona. Extraña en su tiempo, seguramente incomprendida, por ser mujer leída, independiente, caprichosa, rara, potentada, soltera y muy relacionada, la rodeó un halo de misterio. Algunos llegan a contar que fue amante del dictador Primo de Rivera. Murió prácticamente en la indigencia. El autor salmantino ha tenido muchos problemas para la documentación de la novela porque sus legatarios no le han dejado utilizar todos los documentos que le hubiese gustado consultar. ¡Con la Iglesia hemos topado, amigo Miguel Ángel!

¿Cuándo oyó hablar por primera vez de una mujer tan peculiar?

Desde mi infancia. En el pueblo donde nací circulaban leyendas sobre esta mujer tan singular, tan moderna, tan rara, tan extravagante. Cada vez que oía hablar a los mayores de Inés Luna se encendía mi imaginación. Contaban historias sobre ella, su vida, sus amantes, sus riquezas, sus viajes por el mundo… muchas compruebo hoy que eran exageraciones: que si cabalgaba desnuda por las dehesas salmantinas, que vivía en un palacete con todos los lujos inimaginables, que era novia del dictador Primo de Rivera, que había tenido una hija en secreto, que fue espía. Así que me fui convenciendo de que se trataba de un personaje de novela. Cada vez que salía su nombre en las tertulias yo ponía la oreja. Y me puse a preguntar y a indagar.

¿Por qué le interesa que se conozca la vida de este personaje?

Pues por su singularidad, por ser una mujer poco convencional para su época, que se empeñó en hacer cosas que no hacían las mujeres ni de su tiempo ni de su condición y porque su biografía corre paralela, desde un escaparate privilegiado, con los momentos más importantes de la historia de este país. Nació en 1985 y murió en 1952. Fue una niña rica que se relacionó con la aristocracia del Madrid de fin de siglo, con sus fiestas y paseos por la Casa de Campo y el hipódromo o los largos veraneos en Biarritz. En los principios del siglo XX fue un apetecible partido casadero, por su fortuna, para grandes apellidos de la nobleza. Sin embargo, a pesar de eso, y de las convenciones sociales, no se casó, lo que le dio independencia, misterio y más leyenda. Los alegres años veinte los vivió entre los primeros turistas de lujo en Niza y Montecarlo. Tuvo una extraña relación con la política en unos años convulsos, tanto la República como el franquismo le expropiaron una de sus fincas. Algunos la acusaron de ser espía. En fin, siguiendo sus avatares nos encontramos con unas vivencias nada comunes que probablemente nos ayuden a entender mejor un siglo de España.

¿Ha resultado complicado realizar el proceso de investigación? ¿Cuáles han sido las dificultades con las que se ha topado?

Toda investigación es complicada en España, me parece que es una asignatura pendiente en este país. Lo que es fácil y natural en otros lugares, como consultar un archivo, unos documentos, una correspondencia que puede estar o no en diferentes instituciones, aquí es una lucha contra la desconfianza, el oscurantismo, la incomprensión, la falta de empatía o la desgana. En ocasiones quienes custodian un documento se creen sus guardianes sagrados y ponen todas las trabas burocráticas posibles. En el caso del personaje de mi libro no ha sido diferente. Con algunas dificultades añadidas, como ha sido la indagación sobre el largo contencioso que se entabló tras morir sin herederos directos, para dirimir quién se hacía con sus bienes, que finalmente se adjudicaron al Estado. Tras ello, y la creación de una Fundación para administrarlos, se produjo primero cierto expolio y después un incomprensible abandono tanto del palacete que tenía como residencia en la dehesa salmantina y de su biblioteca y archivos con correspondencia y documentos personales y familiares, que se perdieron o desperdigaron.

Han pasado 70 años desde su muerte, ¿todavía quedan personas o estamentos que quieran ocultar aspectos concretos de la vida de Inés Luna?

Existe una curiosa vocación de inquisidores. Para los investigadores siempre quedan personas o estamentos que parecen disfrutar con poner trabas y hacer difícil lo normal, como es contestar preguntas o ayudar a localizar y contrastar hechos y datos. La fundación que vela por su nombre y administra el patrimonio, que se ocupa de conceder becas de estudio y ayudas sociales, no tiene muy asimilado el concepto de transparencia y desconfía de cada aproximación investigadora independiente. Quizá no entiende que a Inés Luna le habría gustado que se supiera quien fue realmente, tanto en sus luces como en sus sombras. Porque era una mujer valiente a la que no importaban las habladurías. Es más, creo que le gustaba que le pusieran barreras para saltárselas.

Su obra está basada en hechos reales, sobre los que ficciona. ¿Es una novela histórica, es una biografía novelada…? ¿Cómo definiría Las dos muertes de Inés Luna?

Como escritor he ido a la búsqueda de un personaje y me ha servido de las armas de la literatura para narrar, y de la investigación, del periodismo, para conocer y descubrir. Lo que se cuenta son hechos comprobados, reales, sacados de documentos, de correspondencia y de testimonios que he podido recoger, porque afortunadamente en mi larga investigación he conocido testigos que la trataron o la conocieron o trabajaron para ella. Por tanto hay en el libro historia y biografía y relato y crónica y también autoficción porque se cuentan las peripecias que me llevaron a conseguir un dato, encontrar un papel escondido o lograr un testimonio. Prefiero considerar mi libro como una novela de no ficción. Me gusta decir como Gabriel García Márquez que he hecho un cuento real.

¿Por qué el título ‘Las dos muertes de Inés Luna’?

Inés Luna tuvo una vida de película, por la familia en la que nació, la sociedad y los tiempos en que le tocó vivir, los lujos y viajes que pudo permitirse, las relaciones que entabló o la independencia con que gestionó su vida sin renunciar a ser protagonista del modernismo. Pero es que su muerte no lo fue menos, por lo que cuento que pasó después: la rebatiña de pleitos e intereses en torno a su herencia y su memoria, el abandono hasta la ruina de su ‘paraíso’, los trasiegos con su ataúd, sus deseos no cumplidos… Como una segunda muerte.

“Tenía criterio propio porque se sentía poderosa y le gustaba tanto imponerse como epatar”

¿La protagonista fue una mujer incomprendida en su tiempo, o temida por tener criterio propio?

Ambas cosas, fue incomprendida por un lado y por otro tenía criterio propio, que además le gustaba imponer. No la comprendieron porque hacia cosas que no hacia una mujer de su época. En un mundo patriarcal, en los tiempos de fin de siglo XIX, en la dictadura de su amigo Primero de Rivera, en la guerra y en la posguerra, no se entendía que una mujer sola tomara decisiones, administrara una hacienda grande y a la vez viajara por el mundo sin compañía masculina. Ella lo solía hacer con una “miss”, que era mitad amiga y mitad señorita de compañía. No entendían ni aceptaban sus movimientos o sus iniciativas ni los terratenientes, ni la aristocracia ni tampoco sus empleados. Pero también era temida porque en sus fincas, por ejemplo, se organizaban jornadas de caza o fiestas de la alta sociedad, de modo que quienes aspiraban a ser invitados pues temían sus desplantes. Esto en una época dura de delaciones y miserias de la posguerra en plena dictadura franquista. Y a ella no le dolían prendas en recibir o no según sus apetencias. Tenía criterio propio porque se sentía poderosa y le gustaba tanto imponerse como epatar.

Inés Luna no era una mujer convencional, ¿le importaba comprender el mundo en que vivía o se lo ponía por montera?

Más bien diría que se lo ponía por montera. Su mundo era confortable, culto, internacional, viajado. Seguramente no entendía un mundo diferente a ese. La prueba es que, por ejemplo, a veces se le olvidaba pagar a los empleados que tenía, doncellas, jardineros, mozos, vaqueros, y se lo tenía que recordar su ama de llaves. Es decir no reparaba en las necesidades ajenas ni siquiera en las de su gente. Se movía por su real gana y adoptaba los cambios sociales que le convenían. Sus viajes continuos a la Costa Azul, buscando el glamur de Niza o para satisfacer su gusto por el juego en el casino de Montecarlo, o por el norte de África o Italia, entre otros lugares. Se acercó al movimiento ‘flaper’ de los años veinte y adoptó sus formas de vestir y actuar. Es decir, iba sola a los bares, fumaba, fue moderna, independiente, se sintió libre y no se consideró inferior a ningún hombre.

Después de conocerla más en profundidad, qué aspectos de su personalidad le atraen más. La admira por…

He investigado y seguido al personaje. Y estoy razonablemente satisfecho de haberlo encontrado. Un personaje como Inés Luna, con sus contradicciones, con sus momentos de niña consentida, sus arbitrariedades, mezclados con su estilo avanzado, sus atrevimientos, su actitud retadora, no sé si podría decir que la admiro, sí que me parece un personaje muy atractivo, muy literario. A su manera fue rebelde, no se conformó, apuró los placeres de la vida. No luchó por la igualdad ni por los derechos de las mujeres, pero se empeñó en ser independiente y rechazó siempre que le dijeran lo que tenía que hacer.

¿Qué ha pasado con la herencia de esta mujer? Acumuló tierras, fincas y casas en varias capitales españolas…

Todo pasó al Estado español, que fue declarado heredero en un reñido proceso de ab intestato. Franco firmó la creación de una fundación con su nombre que ha ido administrando su patrimonio. Se hicieron varios lotes con sus bienes, cuyo peritaje se encargó judicialmente a otros tantos expertos que valoraron las fincas, el ganado, los inmuebles, las joyas, las obras de arte o los libros. La mayor parte se saldó en pública subasta. Y las fincas se han ido liquidando en diferentes fechas. Hoy quedan una casa y varios locales en Salamanca, además de la finca El Cuartón, cerca de Vitigudino, en la que se encuentra el palacete donde acabó fijando su residencia permanente, y que el cineasta Basilio Martin Patino llamó su Liberty House. Una mansión que ella convirtió en su paraíso particular, hoy rehabilitado y convertido en una especie de lujoso hotel rural que no creo que a ella le hubiera gustado.

Las obras de creación no se terminan, se abandonan

¿Las dos muertes de Inés Luna es su mejor obra? Hasta ahora…

Siempre la última es la mejor. Aunque ya sabes que las obras de creación no se terminan, se abandonan. Como decía Juan Ramón Jiménez “no la toques más que así es la rosa”. Pero cada título, como cada hijo, tiene sus momentos, sus dificultades y sus compensaciones. Inés Luna fue una especie de obsesión durante mucho tiempo. Ahora circula con vida propia como libro por las librerías. Mientras voy pesando en otros proyectos, otras historias que aún están en el cajón, mejor dicho, en el ordenador, pidiendo paso, demandando su oportunidad. Al mismo tiempo no me olvido de mis Cronistas Bohemios, de la aciaga vida de un perdedor como Julián el Guiñote, o de los cuentos en libros colectivos que se han ido publicando en diferentes editoriales.

¿Qué ha pesado más a la hora de escribir esta novela, su amplia carrera como periodista o su faceta de escritor?

Pues más bien se han mezclado las dos facetas. Complementando la una a la otra. La historia de Inés Luna requería una investigación rigurosa, una búsqueda de las fuentes, bucear en archivos públicos y privados, revisar desde un certificado de bautismo a una resolución judicial, desde una carta personal a facturas y cuentas, y además, entrevistar a los testigos. Esas armas me las ha dado el periodismo. Pero también requería una estructura de novela, una trama que intrigue y atrape mejor al lector para que avance conmigo en el descubrimiento de un personaje tan fascinante como contradictorio, el encuentro con una mujer que sorprendió en su época y merece hoy ser descubierta. Y eso lo da la literatura.

¿Qué les diría a sus lectores para que no dejen de leer su novela? ¿Cuáles son los puntos clave para entender su historia?

Intento compartir con ellos la pasión que me ha acompañado tanto en la investigación como en la escritura de esta historia. Ha habido momentos mágicos, encuentros imposibles con personajes que la trataron. Hay una maleta llena de documentación que es una novela en sí misma, la maleta de Consuelo, su ama de llaves, la persona que mejor la conoció, quizá la única que realmente la entendió. Pues en esa maleta que guarda cartas y secretos encontré, como creo que encontrarán los lectores, un montón de respuestas y más preguntas. O está una anciana y encantadora monja, con una memoria prodigiosa, una autentica narradora oral, que me proporcionó fechas y datos sorprendentes. Conoció a Inés Luna y su estrecha relación con la superiora de su convento. Recoger sus valoraciones de los tejemanejes alrededor de la herencia, sus confidencias sobre un personaje tan extraño en la oscura España de los años cuarenta y cincuenta, fue una suerte que comparto con los lectores.

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