La última tendencia en Cannes ha sido que las actrices se bajen de los stilettos y desfilen descalzas por la alfombra roja. Jennifer Lawrence, Nicole Kidman y Julia Roberts lo pasaron chachi piruli haciendo el gamba. Nadie sabía qué reivindicaban. Ellas tampoco. Su objetivo era atraer público y espectadores. Todo por la audiencia. Los festivales de cine son así: espectáculo, fantasía, ficción. El de San Sebastián, también.
Más aún este año que la huelga de Hollywood restará glamur al Certamen. Y eso que han sustituido la invasión de la tribu Almodóvar por el clan Bardem. La vida es dura, tío. Menos mal que la proyección del documental “No me llame Ternera” ha removido el cotarro ¿Está bien que Jordi Évole entreviste a un sanguinario jefe de ETA para que desgrane su epopeya épica? ¿O es inmoral? Mira, todo el mundo tiene un culo, una inteligencia más o menos lúcida y una conciencia. Lo que a mí me parece obsceno es que la entrevista la haga el follonero. Tendrían que hacerla las madres de los 6 niños asesinados en Zaragoza por Josu Ternera. O incluso ser ellas las entrevistadas. Así no dudaríamos de la probidad de Évole. Y por favor, que completen el título “No me llame Ternera, llámeme depredador”.
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