A veces llueve.
Llueve a veces sobre las aceras y a veces llueve sobre los tejados.
También llueve sobre los gatos, no hace falta que estén en las aceras o los tejados. Solo es que llueve.
Cuando la lluvia arrecia y el gato triste y roñoso se moja, a mí me da pena y me causa un respeto infinito (como en el Piyayo).
Porque él te mira con sus intensos ojos verdes. Y te mira. No habla, solo te mira.
Casi puedes escuchar su yo más profundo
¿Eres tú quien me va a querer? No habla. Solo te mira.
Lo oigo, lo siento
La suerte está echada.
Vuelvo a casa con el gato triste y roñoso.
Continuará…