La “complicada” trama del engendro se justifica reuniendo en una isla a un grupo de chicos y chicas insustanciales y frívolos, con la libido a flor de piel, para que den rienda suelta a sus más bajas pasiones. Imagínatelos por un momento, ociosos, sin nada que hacer, calorcito caribeño, medio vestidos y sujétame el cubata. Cada día un acontecimiento, que diría Napoleón: Celos, broncas, tríos y cuernos en todas sus variantes posibles.
El esperpento televisivo alcanzó su clímax (viralizado a nivel mundial) en la desgarradora escena de Montoya (el cornudo) corriendo por la playa arrancándose la camisa al conocer la infidelidad de su churri, en una exhibición testosterónica sin precedentes en un “reality”. Fue entonces cuando el macho alfa tentador que se la llevó al catre, sentenció: “El karma existe”, aludiendo a un devaneo anterior del cornudo Montoya. Te lo creas o no, dicen las redes que éste ha sido uno de los momentos que más ha unido a España. Cágate lorito. También te digo que lo mismo tiene razón y el karma existe. Yo lo llamaría justicia poética para los hipócritas. Mira la que han liado Errejón y Monedero. Trump a su lado un aprendiz, tío.
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