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La escultura en la Plaza de San Pedro dedicada a los inmigrantes se llama 'Angels Unaware' (Ángeles sin saberlo). Esta escultura, de bronce y con 6 metros de altura, representa a 140 migrantes y refugiados. Fue creada por el artista canadiense Timothy Paul Schmalz y fue inaugurada por el Papa Francisco.
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La escultura en la Plaza de San Pedro dedicada a los inmigrantes se llama "Angels Unaware" (Ángeles sin saberlo). Esta escultura, de bronce y con 6 metros de altura, representa a 140 migrantes y refugiados. Fue creada por el artista canadiense Timothy Paul Schmalz y fue inaugurada por el Papa Francisco. (Foto: Maudy Ventosa)

"CÓMO ME GUSTARÍA UNA IGLESIA POBRE… Y PARA LOS POBRES"

Azucena del Valle fue al Vaticano hace unos meses. El papa Francisco no pudo recibirla en audiencia, pero ella no se lo ha tenido en cuenta y hace el mejor obituario del papa que se puede leer en "Cómo me gustaría una iglesia pobre... y para los pobres". Unos le acusaron de ser de extrema derecha, otros de la ultraizquierda y algunos hasta de peronista. Lo que sí es cierto es que era extremadamente de centro, y de centro para el cielo.

“Cari fratelli e sorelle, è con profondo dolore che devo annunciare la scomparsa del nostro Santo Padre Francesco. Alle 7:35 di questa mattina, il Vescovo di Roma, Francesco, è tornato alla casa del Padre. Tutta la sua vita è stata dedicata al servizio del Signore e della Sua Chiesa. Ci ha insegnato a vivere i valori del Vangelo con fedeltà, coraggio e amore universale, soprattutto verso i più poveri ed emarginati. Con immensa gratitudine per il suo esempio di vero discepolo del Signore Gesù, affidiamo l’anima di Papa Francesco all’infinito amore misericordioso del Dio Uno e Trino”.

Desde la Capilla de Casa Santa Marta, Kevin Farrell, cardenal, obispo, y actual camarlengo de la Iglesia católica residiendo en la Ciudad del Vaticano, anunciaba con tristeza, el 21 de abril, lunes de Pascua, el fallecimiento de nuestro Santo Padre Francisco.

De madrugada se produjo el óbito. El obispo de Roma, Jorge Mario Bergoglio, “ha vuelto a la casa del Padre”. Un hombre que dedicó su vida al servicio del Señor y de su Iglesia y que será recordado por su valentía, cercanía, humor, rebeldía… y porque nunca entendió la insensibilidad ni la injusticia del mundo en el que le tocó vivir.

Si hay una imagen de Bergoglio que me sigue estremeciendo, es la que se produjo el 27 de marzo de 2020. Ante una Plaza de San Pedro vacía, donde el viento bamboleaba la lluvia, el Papa rezaba solo. Estábamos en plena pandemia, recogidos en nuestras casas, asustados, temerosos por no saber muy bien a qué nos enfrentábamos mientras morían miles de personas a nuestro alrededor. Fue un símbolo ante el mundo y una lección para todos.

Hijo de inmigrantes piamonteses, Jorge Mario Bergoglio nació en Buenos Aires el 17 de diciembre de 1936. Mario, su padre, era contador y empleado en ferrocarril, mientras que su madre, Regina Sivori, se ocupaba de la casa y de la educación de los cinco hijos. Y una figura esencial en su vida, la de su abuela Rosa Vasallo.

Diplomado como técnico químico, accedió más tarde al seminario diocesano de Villa Devoto, y el 11 de marzo de 1958 pasó al noviciado de la Compañía de Jesús. Tras realizar estudios de humanidades en Chile, regresó a Argentina y, en 1963, se licenció en filosofía en el Colegio San José, de San Miguel. Entre 1964 y 1965 fue profesor de literatura y psicología en el Colegio de la Inmaculada de Santa Fe y en 1966 enseñó las mismas materias en el Colegio del Salvador en Buenos Aires. De 1967 a 1970 estudió teología en el Colegio San José, y obteniendo la licenciatura.

El 13 de diciembre de 1969 recibió la ordenación sacerdotal y prosiguió su preparación en la Compañía de 1970 a 1971 en Alcalá de Henares (España). Fue el 22 de abril de 1973 cuando emitió los votos consagrándose a Dios definitivamente. Y así continuó su vida en Argentina siendo maestro de novicios, profesor en la facultad de teología, consultor de la provincia de la Compañía de Jesús y también rector del Colegio… hasta que el 20 de mayo de 1992 Juan Pablo II le nombra obispo titular de Auca y auxiliar de Buenos Aires. El 27 de junio recibe en la catedral la ordenación episcopal de manos del purpurado. Su lema es Miserando atque eligendo – “Lo miró con misericordia y lo eligió”- y en su escudo está el cristograma ihs, símbolo de la Compañía de Jesús. El 3 de junio de 1997, será arzobispo coadjutor de Buenos Aires y el 28 de febrero de 1998, arzobispo, primado de Argentina.

Participó en el cónclave de abril de 2005, en el que es elegido Papa Benedicto XVI y sería el 13 de marzo de 2013, cuando Jorge Mario Bergoglio S.J se convirtiera en el 266º Papa de la historia de la Iglesia católica y en el primer Pontífice americano y jesuita, adoptando el nombre de Francisco, en agradecimiento a san Francisco de Asís, el santo de la pobreza, la paz y la humildad.

Doce años y cuarenta días de pontificado de Francisco, en los que nunca se ha olvidado de los pobres. Ni siquiera durante los duros años de la dictadura argentina, donde fue acusado de no proteger a dos sacerdotes que fueron secuestrados por los militares mientras trabajaban en algunos de los barrios más pobres del país. Él siempre lo negó y fue exonerado cuando el caso se investigó más tarde, afirmando que hizo lo que pudo en aquel momento, y muchas personas afirmaron que ayudó a salir del país a aquellos que huían llevándolos, incluso, en su coche. Traía a sus espaldas una experiencia muy dura cuando llegó al Vaticano. Un Papa de gustos sencillos y austeros que quería una Iglesia pobre y para los pobres, y que ha intentado revitalizar la Iglesia y rejuvenecer el Vaticano.

Tuvo tantos seguidores como detractores. Ambivalente y tradicionalista a la vez de reformador y adelantado. Muchos hablan de decepción porque las reformas esperadas no han llegado tan rápido como presumían, o por cómo hizo frente al abuso sexual dentro de la Iglesia, o por no volver a visitar una Argentina en la que crecía cada vez más la pobreza… pero, ¿se puede criticar a un hombre que vivía como predicaba cuando estamos acostumbrado a ver lujos y oropeles allí donde pasó sus últimos años? ¿Un Papa que quería ser pastor con olor a oveja? Ya apuntaba maneras cuando, siendo “el obispo de los pobres”, vivía en un apartamento pequeño en vez de la residencia palaciega episcopal, renunció a su limusina y a su chofer en favor del transporte público, y cocinaba su propia comida, disfrutando como un hincha más, del fútbol, la ópera y el tango, como todo argentino que se precie.​ Y lo siguió haciendo en el Vaticano con su carácter sobrio y sencillo, cambiando el oro por la plata para su Anillo del Pescador y su cruz de hierro oscurecido – ejemplo que están siguiendo obispos y cardenales que eligen simples cruces de madera o metal-; los zapatos rojos por los negros con cordones que le arreglaba su zapatero de Buenos Aires. Llevaba sotana blanca y los pantalones típicos de cura, y el casquete más sencillo, aunque a veces se ponía la mitra para las ocasiones más formales en lugar del antiguo camauro. La faja, no era de seda y no llevaba el emblema vaticano. Vivía sin lujos en la residencia de Santa Marta y los miércoles y domingos almorzaba una hora antes que los prelados, con los mozos y cocineros, sirviéndose su propia comida.

Desde su elección, ya mostró la Iglesia cercana que quería y su humildad ante una plaza abarrotada de fieles al vestir sotana, esclavina blanca y zapatos negros, en vez de muceta, roquete y zapatos rojo, inclinándose ante ellos para recibir su bendición. Comenzaban el camino juntos y, como luego se convirtió en habitual, les pidió “Rezad por mí”. ¿Cómo no le iban a querer?

“El que no vive para servir, no sirve para vivir", dijo una vez, y esa frase se convirtió en su doctrina vital, en su magisterio, sirviendo a los más pobres, criticando el trato que muchos países daban a los inmigrantes irregulares y, desde que visitó Lampedusa, abogando por "acoger, proteger, promover e integrar", porque "No se puede tolerar que el Mediterráneo se convierta en un gran cementerio" denunciando la “globalización de la indiferencia”; lavó los pies a presos en las cárceles, como también se los besó a líderes de Sudán del Sur; se reunió con Cirilo en Cuba; fue el primer pontífice en visitar Irak y reunirse con el Gran Ayatolá Ali al-Sistani; entonó el “Mea culpa” por los abusos en la Iglesia en una “Carta al pueblo de Dios” en agosto de 2018, condenando con dolor y vergüenza, las atrocidades cometidas por personas consagradas, clérigos e incluso por todos aquellos que tenían la misión de velar y cuidar a los más vulnerables, impulsando reformas para evitar los abusos y reparar a las víctimas; afirmó que en ese caminar juntos no podían faltar las mujeres y estas comienzan a ocupar lugares en los que nunca habían estado antes teniendo no solo voz; luchó contra el abuso de poder quitando privilegios, por ejemplo, al Opus Dei; dijo que la Iglesia debería dar la bienvenida a las personas independientemente de su orientación sexual, pero insistió en que la adopción gay era una discriminación contra los niños. La unión entre personas del mismo sexo no sería matrimonio, porque sería "un intento de destruir el plan de Dios". "Si una persona es gay, busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para juzgarla?"; denuncio La cultura del descarte" cuando una sociedad margina a los débiles y vulnerables; ordenó las finanzas de la Iglesia; se ha erigido también a nivel mundial, defendiendo la paz, desde Ucrania a Rusia, pasando por Israel y Palestina o los cruentos conflictos olvidados por casi todos en África, afirmando que "Para conseguir la paz se necesita valor, mucho más que para hacer la guerra". En definitiva, ha sido un defensor del diálogo, aunque se mostró firme “siendo intransigente contra la eutanasia, la pena de muerte, el aborto, el derecho a la vida, los derechos humanos y el celibato de los sacerdotes", según afirma monseñor Osvaldo Musto. No se olvidó de las periferias geográficas y existenciales ni del cambio climático.

Cuatro encíclicas: “Lumen fidei”, “Laudato si”, “Fratelli tutti” y “Dilexit nos”; siete exhortaciones: “Evangelii gaudium”, “Amoris laetitia”, “Gaudete et exultate”, “Christus vivit”, “Querida Amazonía”, “Laudate Deum” y “C’est la confiance”, 47 visitas apostólicas y 66 países visitados. El enorme legado de un Papa que descansará en un solo ataúd de madera y zinc en la Basílica de Santa María la Mayor, cerca de la imagen de la Virgen María que siempre adoró, Salus Populi Romani.

S.T.T.L Papa Francisco. Nos enseñaste misericordia, inclusión y diálogo y que "La Iglesia no es la casa de los puros, sino un refugio de pecadores".

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