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La balada de Narayama
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La balada de Narayama

Viejos cuidando a viejos

Ahora que nos acercamos a la edad de la jubilación, nos preocupa quién cuidará de nosotros cuando ya no podamos valernos. Los consejos de sabios ya no están de moda. En Japón los ancianos se van a morir a la montaña o a la carcel para que les cuiden cansados del edadismo que hay en la sociedad. Azucena del Valle nos narra en "Viejos cuidando a viejos" lo que está sucediendo en nuestra egoísta sociedad. Los ancianos ya no solo cuidan a sus nietos si no que cuidan de sus padres centenarios. ¿Será eso la inmortalidad?

- Aquél que dijo que La edad solo importa si eres un queso o un vino, tenía que estar fumao, muy pedo o pasado de rosca, Vani. O las tres cosas juntas y además no pasar de los 40. La vejez es una mierda, sobre todo cuando empiezas a repetir la misma frase al que tienes al lado 6 veces seguidas y tus pasitos son cada vez más cortos. Aburres a las vacas y dejas de ser una compañía agradable.

- Puri, yo he leído que Las personas que desean vivir tienen más oportunidades.

- ¿De qué tía? ¿De acabar en un moridero moderno? ¿Junto a personas que no han visto en su vida y que están peor que ellos? ¿Aseados por trabajadores con los que no tienen ningún lazo afectivo y que cumplen su tarea, la mayoría, como si estuvieran sufriendo una cadena perpetua? Es muy difícil aceptar la vejez con serenidad, ir perdiendo las batallas paulatinamente por mucho que quieras seguir adelante. Acabas interiorizando que, si no eres útil a nadie, es porque ya no vales nada.

- Pues yo creo que hay que saber vivir de acuerdo con los años que tienes, y que cada edad te ofrece algo importante y tiene sus alicientes.

- Siempre y cuando puedas valerte por ti mismo, pequeño saltamontes. En caso contrario, te vas a la merde si no tienes posibles. Los hijos se hartan, tienen sus obligaciones, su vida propia lejos del hogar donde nacieron. La esperanza de vida ha crecido tanto, que una vez que estos retoños se jubilan, tienen que cuidar a sus nietos y a sus padres mayores. Y la rueda continúa y se acaban convirtiendo en viejos cuidando a viejos.

- ¡Menudo día tienes, colega! Estoy por dejarte sola y dar una vuelta por el centro para escuchar conversaciones alegres, risas… ¡vida! Parece que quieres tirar la toalla en cero coma. Saca billete a Japón, que acaban de celebrar, el tercer lunes de septiembre, el Día del Respeto a los Mayores - Keirō no Hi-. Los japoneses muestran un gran respeto por sus ancestros.

- ¡Ya te digo, Vani! Te has quedado con la cara amable del Ikigai y los longevos habitantes de la isla de Okinawa, fundamentalmente del pueblo de Ogimi, donde el número de centenarios es muy superior al de la media mundial (García y Miralles).

- Y su existencia es larga y feliz, porque tienen un propósito y permanecen activos; beben té verde, cultivan su propio huerto, hacen ejercicio, apenas toman azúcares ni carnes rojas… no tienen sobrepeso ni enfermedades cardiovasculares, tía. Se sienten parte de la comunidad y viven felices. Encuentra tu Ikigai, Puri. Es lo que necesitas.

- Te repito que te has quedado con la parte amable de la película. En estos momentos, Japón tiene una de las poblaciones más envejecida del mundo y las pensiones no son suficientes para atender a tanto anciano que lucha contra la soledad y la pobreza. Mucho Keirō no Hi y otras gaitas, pero la realidad contradice la supuesta veneración cultural.

- Lo cierto es que he leído que, a pesar de las tradiciones, existe una creciente percepción negativa hacia los ancianos, llegando a usar términos despectivos como "rogai" (老害, "daño de la vejez"). Ancianos que causan problemas.

- Sí Vani, los nipones se enfrentan a un grave problema, aunque nosotros los tengamos por un país ejemplar: casi 100.000 -el 88% son mujeres- pasan de los 100 años y el índice de natalidad es bajo; los personas que no tuvieron un salario elevado apenas tienen cómo hacer frente a sus necesidades y han de seguir trabajando para poder mantenerse; el índice de suicidios de las personas que pasas de los 60 es el más elevado; la demencia pasa factura a la soledad y muchos ancianos delinquen para que poder vivir en las cárceles, que se están convirtiendo en verdaderos asilos. Y algo aterrador según escribió Miguel Jorge: más terrible que el número de ancianos que morían solos en la nación es lo que tardaban en encontrarlos. En los primeros seis meses de año llevaban 28.330 muertes solitarias, pero según la policía, las autoridades tardaron dos semanas o más en descubrir los fallecimientos en hasta 5.000 ancianos, el 17,3%. La cifra desvela a las claras la crisis que sufre el país, un problema de tales dimensiones que incluso ha surgido a su lado una industria inédita: los servicios que limpian las huellas de la soledad. La muerte solitaria kodokushi (孤独死 literalmente). Esto hace que muchas personas se cuestionen la relación de la sociedad japonesa con la vejez, la muerte y la soledad.

- Mira tía, después de la turra que me están dando, solo nos queda buscar la película “La balada de Narayama” (1958) del cineasta Keisuke Kinoshita, que relata con crudeza la monstruosa práctica del Ubasute. Inspirada en una novela homónima de 1956 escrita por Shichiro Fukazawa; presenta la historia ficticia de una aldea rural que vive en la indigencia. En ella, una anciana de 70 años se prepara para viajar al monte Narayama, un lugar ancestral y místico en el que los dioses reciben a los más mayores para "llevarlos al más allá", según reza la tradición… Y en vez de un gin, nos tomamos cicuta, que se me ha quedado un cuerpo…

- No seas moña, Vani. Vamos a ponernos en marcha, cuidar el ejercicio, la alimentación y esperar que el desgobierno se ponga las pilas, porque España se sitúa en el puesto 26 de los países más envejecidos del mundo. Todavía hay esperanza para que ellos encuentren el Ikigai. Nosotras ya lo tenemos.

- ¡Cien por cien, tía! ¡Cien por cien! Quiero residencias con huerto y buen rollo…

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