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Ovillejos cervantinos
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Ovillejos cervantinos

OVILLEJOS CERVANTINOS

lunes 09 de junio de 2025, 12:11h

Que Cervantes escribiera El Quijote –con el que cierra el ciclo de las novelas de caballerías, que tanta difusión tuvieron, con Amadís de Gaula a la cabeza-; y que abriera el camino a la novela moderna -con sus doce Novelas Ejemplares- en modo alguno oscurece su talento como poeta, pese a sus célebres versos pertenecientes a El viaje del Parnaso (1614) -en los que parece dudar de su capacidad como poeta-: Yo que siempre trabajo y me desvelo / por parecer que tengo de poeta / la gracia que no quiso darme el cielo. Con independencia de esta obra poética, es en su producción narrativa donde vamos a encontrar excelentes manifestaciones poéticas, que permiten situar a Cervantes como poeta junto a los grandes poetas barrocos, llámense estos Quevedo, Góngora, Lope de Vega…

De hecho, a Cervantes debemos algunos ovillejos de excelente factura, una modalidad estrófica que requiere cierta habilidad para la versificación. Vamos a servirnos de un ovillejo (diminutivo de “ovillo”, nombre que metafóricamente pone de manifiesto la técnica diseminativo-recolectiva empleada en su construcción) que figura en el capítulo XXVII de la primera parte de El Quijote para comprobar su organización estructural y, a continuación reproduciremos los dos que siguen a este.

El ovillejo, como combinación métrica, consta de diez versos que se distribuyen en dos partes. La primera contiene tres octosílabos, cada uno de los cuales incluye una pregunta, seguidos cada uno de ellos de un pie quebrado -en concreto, de un trisílabo- que contiene la respuesta y con el que riman en consonante. La segunda la forman otros cuatro versos octosílabos que originan una redondilla, de la cual el último verso “recoge” los tres versos de pie quebrado. Estamos, pues, ante una correlación diseminativo-recolectiva -como antes apuntábamos-. Fijándonos en la rima consonante, comprobamos que los versos 5-6 presentan la misma que la de los versos 7 y 10, que es la forma como se unen ambas partes. Gráficamente expresado, esta sería, pues, la distribución de versos -en cuanto a número de sílabas- y rimas consonantes: 8a[1]3a[2] / 8b[3]3b[4] / 8c[5]3c[6] // 8c[7]8d[8]8d[9]8c[10].

Veamos ahora el primero de los tres ovillejos cervantinos -un cantar que, en la lejanía, escuchan Don Quijote y Sancho Panza, y que Cardenio, enloquecido por los desdenes y el desamor de Luscinda, pone en su boca.

¿Quién menoscaba mis bienes?

Desdenes.

¿Y quién aumenta mis duelos?
Los celos.

¿Y quién prueba mi paciencia?
Ausencia.

De ese modo, en mi dolencia
ningún remedio se alcanza,
pues me matan la esperanza
desdenes, celos y ausencia.

[1] Octosílabo. Rima: /-énes/.

[2] Trisílabo. Rima: /-énes/.

[3] Octosílabo. Rima: /-élos/.

[4] Trisílabo. Rima: /élos/.

[5] Octosílabo. Rima: /-éncia/.

[6] Trisílabo. Rima: /-éncia/.

[7] Octosílabo. Rima:

[8] Octosílabo. Rima:

[9] Octosílabo. Rima:

[10] Octosílabo. Rima:

Y estos son los dos ovillejos siguientes:

¿Quién me causa este dolor?
Amor.


¿Y quién mi gloria repugna?
Fortuna.

¿Y quién consiente en mi duelo?
El cielo.

De ese modo, yo recelo
morir deste mal estraño,
pues se aumentan en mi daño
amor, fortuna y el cielo.

**********

¿Quién mejorará mi suerte?
La muerte.

Y el bien de amor, ¿quién le alcanza?
Mudanza.

Y sus males, ¿quién los cura?
Locura.

De ese modo, no es cordura
querer curar la pasión,
cuando los remedios son
muerte, mudanza y locura.

Cervantes, a quien la crítica considera unánimemente el inventor del ovillejo, lo vuelve a emplear años más tarde, aunque con ligeras variantes -por ejemplo, el pie quebrado es tetrasílabo y también pentasílabo, la correlación diseminativo-recolectiva no siempre es perfecta y, además, el cuarto ovillejo solo tiene 9 versos en vez de diez-, en una de sus Novelas Ejemplares -publicadas en 1613-, concretamente en La ilustre fregona. Estos son los cuatro ovillejos que figuran en dicha novela:

¿Quién de amor venturas halla?

El que calla.

¿Quién triunfa de su aspereza?

La firmeza.

¿Quién da alcance a su alegría?

La porfía.

Dese modo, bien podría

esperar dichosa palma

si en esta empresa mi alma

calla, está firme y porfía.

**********

¿Con quién se sustenta amor?

Con favor.

¿Y con qué mengua su furia?

Con la injuria.

¿Antes con desdenes crece?

Desfallece

Claro en esto se parece

que mi amor será inmortal,

pues la causa de mi mal

ni injuria ni favorece.

**********

Quien desespera, ¿que espera?

Muerte entera.

Pues, ¿qué muerte el mal remedia?

La que es media.

Luego, ¿bien será morir?

Mejor sufrir.

Porque se suele decir,

y esta verdad se reciba,

que tras la tormenta esquiva

suele la calma venir.

**********

¿Descubriré mi pasión?

En ocasión.

¿Y si jamás se me da?

Sí hará.

Llegará la muerte en tanto

tu limpia fe y esperanza

que, en sabiéndolo Costanza,

convierta en risa tu llanto.

El ovillejo después de Cervantes

El ovillejo cervantino ha perdurado en el tiempo, usado de modo más o menos ocasional. Por citar solo algunos escritores: sor Juana Inés de la Cruz lo emplea en Inundación Castálida (“Pinta en jocoso numen, igual con el tan célebre de Jacinto Polo, una belleza”); Calderón de la Barca, muy ducho en este tipo de composición, recurre a cuatro ovillejos en el auto sacramental El pintor de su deshonra; José Zorrilla, en Don Juan Tenorio hace dialogar con un ovillejo a Don Luis Mejía con Doña Ana de Pantoja (acto 2.º, escena VI); Rubén Darío dedica un ovillejo a Manuel Riguero de Aguilar y otro a Celia Elizondo… [1]

[1] Véase Antonio Alatorre: “Perduración del ovillejo cervantino”.

https://repositorio.colmex.mx/concern/articles/z890rt88b?locale=es

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