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Arturo Montero y Calvo: Rinconete y Cortadillo. 1881. Óleo sobre lienzo, 111 x 178 cm.
[El patio de Monipodio no es otro, en el cuadro de Montero, que la conocida Posada de la Sangre, antiguo Mesón del Sevillano en Toledo, y que se emplea, en este caso, como marco arquitectónico idóneo para el desarrollo de una escena que transcurre en Sevilla].
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Arturo Montero y Calvo: Rinconete y Cortadillo. 1881. Óleo sobre lienzo, 111 x 178 cm. [El patio de Monipodio no es otro, en el cuadro de Montero, que la conocida Posada de la Sangre, antiguo Mesón del Sevillano en Toledo, y que se emplea, en este caso, como marco arquitectónico idóneo para el desarrollo de una escena que transcurre en Sevilla].

RETRATOS CERVANTINOS [3]

[“Monipodio”]
lunes 21 de abril de 2025, 12:11h

Llegóse en esto la sazón y punto en que bajó el señor Monipodio, tan esperado como bien visto de toda aquella virtuosa compañía. Parecía de edad de cuarenta y cinco a cuarenta y seis años, alto de cuerpo, moreno de rostro, cejijunto, barbinegro y muy espeso; los ojos, hundidos. Venía en camisa, y por la abertura de delante descubría un bosque: tanto era el vello que tenía en el pecho. Traía cubierta una capa de bayeta casi hasta los pies, en los cuales traía unos zapatos enchancletados; cubríanle las piernas unos zaragüelles de lienzo, anchos y largos hasta los tobillos; el sombrero era de los de la hampa, campanudo de copa y tendido de falda; atravesábale un tahalí por espalda y pecho, a do colgaba una espada ancha y corta, a modo de las del perrillo: las manos eran cortas, pelosas, y los dedos, gordos, y las uñas, hembras y remachadas; las piernas no se le parecían; pero los pies eran descomunales, de anchos y juanetudos. En efecto, él representaba el más rústico y disforme bárbaro del mundo. [1]

Glosario. Sazón. Ocasión, tiempo oportuno o coyuntura. Capa de bayeta. Hecha con tela de lana, floja y poco tupida. Zapatos enchancletados. Calzado del tipo zapatilla sin talón o con el talón doblado hacia adentro (chancletas, chanclas de andar por casa). Zaragüelles. Calzones anchos y largos, usados antiguamente. Hampa. Conjunto de maleantes que, unidos en una especie de sociedad, cometían robos y otros delitos, y usaban un lenguaje particular, llamado jerigonza o germanía.. Copa. Parte hueca del sombrero, en que entra la cabeza. Falda. Ala del sombrero [parte inferior del sombrero, que rodea la copa, sobresaliendo de ella]. Tahalí. Tira, por lo general de cuero, que cruza desde el hombro derecho por el lado izquierdo hasta la cintura, donde se juntan los dos cabos y se pone la espada. Espada a modo de las del perrillo. El nombre se debe a que estas espadas tenían un perro grabado en la hoja; eran anchas y cortas, y las labraba en Toledo Julián del Rey. Las uñas, hembras. Anchas y cortas. Pies juanetudos. Con los huesos de los dedos gordos de ambos pies que sobresalen demasiado (juanetes).

En la venta del Molinillo -que quedaba casi equidistante entre Toldo y Córdoba, a unas cuatro leguas de Almodóvar del Campo, en Ciudad Real, se encuentran Pedro Rincón y Diego Cortado, “dos muchachos de hasta edad de catorce a quince años; el uno ni y el otro pasaban de diecisiete; ambos de buena gracia, pero muy descosidos, rotos y maltratados”; sin dinero, pero hábiles en las artes de la delincuencia: Rincón, “maestro en la ciencia villanesca” -es decir, en el manejo de los naipes, cuya invención se atribuía a un tal Vilhán-; y Cortado, experto en usar tijera para “cortar bolsas”; y con esas mañas han ido malviviendo hasta coincidir casualmente en dicha venta. Y en ella resuelven unir sus fuerzas y dirigirse -para practicar sus “oficios”- a Sevilla. Pero nada más llegar a la rica ciudad andaluza, comprueban que en ella no es posible robar sin pertenecer a la “cofradía” de malhechores que tienen por jefe a Monipodio, y que se rige por determinadas reglas de obligatorio cumplimiento para sus compinches. Una vez delante que están delante de este personaje singular personaje, Cervantes lo describe a Monipodio con esa maestría que tiene para la elaboración de retratos. Y es él precisamente quien los apoda Rinconete y Cortadillo.

Más que un retrato propiamente dicho, Cervantes nos ofrece el aspecto físico y la vestimenta de Monipodio, fuertemente caricaturizado por medio de términos de sentido peyorativo: es “cejijunto, barbinegro y muy espeso” [de pelo muy apretado, y quizá sucio y grasiento]; de metáforas extravagantes: “Venía en camisa, y por la abertura de delante descubría un bosque: tanto era el vello que tenía en el pecho”; de acumulación de detalles grotescos tan exagerados que rayan en lo esperpéntico: “las piernas no se le parecían”; de hipérboles enormemente expresivas: “los pies eran descomunales, de anchos y juanetudos”. El físico se completa con una referencia a la desproporción de su cuerpo, en donde la ironía deja paso al sarcasmo: “Él representaba el más rústico y disforme bárbaro del mundo” (adviértase que los adjetivos rústico [tosco] y disforme [desproporcionado en cuanto a su tamaño] preceden como epítetos al nombre bárbaro, que realza las connotaciones negativas del vocablo [horroroso y monstruoso a la vez]). Y en cuanto al atavío, no puede decirse que Monipodio fuera persona aseada, con atuendo aliñado: vestía camisa abierta por el pecho, capa de bayeta casi hasta los pies, chanclas de andar por casa, calzones hasta los tobillos, sombrero habitual en los hampones -“campanudo de copa y tendido de falda”-, y un tahalí para sujetar la espada. Combinando físico e indumentaria, resultan todavía más irónicas las palabras que preceden a la presentación que Cervantes hace de Monipodio: “El señor Monipodio, tan esperado como bien visto por toda aquella virtuosa compañía”; es decir, que Monipodio “aparece” ante la cofradía de malhechores (“virtuosa compañía”), bajando desde lo alto, como si de una especie de “Mesías laico” se tratara. [2]

__________

NOTAS.

[1] CERVANTES SAAVEDRA, Miguel: Novelas ejemplares, I. Rinconete y Cortadillo. Madrid, Editorial Castalia, 1992 (1982). Colección Clásicos Castalia, núm, 120: pág. 239. Juan Bautista Avalle-Arce, editor literario.

[2] En Rinconete y Cortadillo, Cervantes ofrece una extraordinaria muestra del habla jergal del hampa sevillana. Sirvan como ejemplo las siguientes voces: Ser de mala entrada. Ser ladrón. Murcio. Ladrón. Aduana. Lugar donde se refugiaban los ladrones y donde escondían lo robado. Padre. Jefe de los ladrones. Finisbusterrae. Horca. Envesado. Azotado. Gurapa. Galera a que se condenaba a los delincuentes para que remasen en ella; etc.

Ilustración:

Arturo Montero y Calvo: Rinconete y Cortadillo. 1881. Óleo sobre lienzo, 111 x 178 cm.

[El patio de Monipodio no es otro, en el cuadro de Montero, que la conocida Posada de la Sangre, antiguo Mesón del Sevillano en Toledo, y que se emplea, en este caso, como marco arquitectónico idóneo para el desarrollo de una escena que transcurre en Sevilla].

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