A lo largo del film reseguimos las distintas fases del duelo (choque, negación, ira, depresión, integración y transformación) desde tres puntos de vista el del padre, el del los hijos y, sí, también desde el punto de vista del cuervo. ¿Hay argumento? Más bien no, es una especie de road movie que transita por las fases del duelo.
El cuervo como símbolo es un animal interesante: a veces se relaciona con la muerte, pero también con la sabiduría. Los cuervos tienen buena memoria y fama de burlones. Todos esos matíces en una figura animal son interesantes para representar y simbolizar el duelo. En las primeras apariciones del cuervo podemos tomarlo por un ser maléfico, pero es solo el duelo y el medio para vencer al dolor, tan malo no será.
Este film supone el debut de Dylan Southern como director en un largometraje de ficción, después de divervos documentales y cortometrajes. El film es elegante en la coherenica visual, en las elipsis narrativas, en los saltos temporales, en la selección de elementos colaterales que arman la historia, como la presencia de los cuentos infantiles clásicos (se menciona Baba Yaga y Zhikhar, de origen eslavo, con una bruja piruja medio prima de la que aparece en Hansel y Gretel; por otro lado, si se escoge un cuento eslavo, el conjunto resultará algo más turbio que si se meciona uno de los hermanos Grimm o de Charles Perrault).
Benedict Cumberbatch no defradua, de hecho tiene una gran cancha de juego para un papel con tanta piel, que diría un político de derechas en momentos de falsa reflexión interior: lo vemos en diversos estados emocionales, algunos un tanto extremos, y pocas son las secuencias en las que no aparece. Los hermanos Richard y Henry Boxall están también fantásticos.
Un elemento interesante del film es la reflexión sobre el proceso creativo como rumiación: masticar, regurgitar, volver a masticar… Hay algunas similitudes entre superar una pérdida y crear, que el personaje del padre experimenta en paralelo.
¿Todo es maravilloso? Difícilmente, nada en la vida lo es. Destacamos un par de elementos dificultosos del film:
- El padre es llamado “padre” sin un nombre más concreto, los hijos son los “chicos” tampoco con nombres concretos y el cuervo está en el mismo caso. La difunta madre también es un absoluto y no alguien concreto. Lo que funciona bien en un texto escrito puede resultar un tanto pretencioso puesto en la pantalla.
- La figura del cuervo se va introduciendo poco a poco: al principio del film aparece un cuervo que visita la casa (el animal común que todos conocemos), después aparece una pluma perdida, a todo esto el padre dibuja un cómic con cuervos; hasta aquí todo bien. Sin embargo, más avanzada la película, se materializa una figura humanoide con rasgos de cuervo que resulta poco lograda. Se rompre la progresión y la magia.
Si alguien espera ver una película de terror o fantástica saldrá decepcionado. Las personas que hayan leído la novela de Max Porter El Duelo es esa cosa con alas (traducida al castellano y a una treintena de lenguas) también pueden sufrir cierta decepción: resulta complicado suplir la imaginación del lector, que no tiene limitaciones de presupuesto, con un pajarraco humanizado que se manifiesta entre sombras, sin duda, mejor que no haya mucha luz.