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Juan Francisco Fuentes
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Juan Francisco Fuentes

Entrevista a Juan Francisco Fuentes: "No interesa la verdad; interesa el uso político que proporciona una determinada visión del pasado"

Autor de "Hambre de patria"
martes 11 de noviembre de 2025, 17:16h

Juan Francisco Fuentes forma parte de la Real Academia de la Historia y del Colegio Libre de Eméritos, además ha sido catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad Complutense, ya jubilado. También ha ejercido como profesor visitante en prestigiosas instituciones como Harvard, Université de Paris 3-Sorbonne Nouvelle, Sciences Po (París) y London School of Economics.

Hambre de patria
Hambre de patria

Con más de un centenar de artículos publicados en revistas especializadas, así como numerosas colaboraciones en prensa y alrededor de veinte libros, su obra se centra en temas de investigación clave: la biografía política e intelectual, la Transición democrática española y la historia de los conceptos y símbolos políticos en el contexto contemporáneo.

En su nueva obra "Hambre de patria" narra la historia de la diáspora republicana a través de los relatos de muchos que vivieron esa experiencia. En este contexto, se revelan los sentimientos más profundos de los exiliados, frecuentemente ocultos en cartas que solo fueron leídas por sus destinatarios en su momento. De sus recuerdos y testimonios, así como de las críticas entre ellos, surge una imagen que dista mucho de la idealización de la República; esta ha sido cuestionada por algunas figuras prominentes debido a su falta de realismo y perspectiva histórica. La revisión autocrítica sobre España en los años treinta –«la republiqueta de 1931», según Sender– permite esbozar un proyecto político para una nueva España, caracterizada por la inclusión y la ausencia de sectarismos, y que se refleja en la democracia surgida durante la Transición.

Acaba de recibir el Premio Nacional de Historia de España 2025. ¿Qué significa para usted este reconocimiento?

El mejor colofón para un libro que desde que lo concebí no ha dejado de darme satisfacciones, empezando por lo bien que me lo pasé escribiéndolo.

¿Existe una contradicción entre la imagen idealizada hoy día de la República y la que tenían entonces los que la vivieron?

La contradicción me parece flagrante, hasta el punto de que si los políticos de izquierdas de aquella época oyeran o leyeran lo que se dice ahora de la república no se lo podrían creer. De ahí el propósito del libro: devolver la voz a los protagonistas y recuperar su testimonio.

¿También los exiliados idealizaron una patria en la que la guerra civil fue más popular, y hasta más deseada, que la paz y los pactos?

Idealizaron la patria en el exilio, cosa muy común en los exilios, y antes de la guerra hubo una cierta tendencia, efectivamente, a considerar que una guerra civil (“la inevitable catástrofe”, como la llamó María Teresa León) era no solo inevitable sino en muchos sentidos deseable.

¿Se ha contado bien la historia o priman los intereses de las partes?

Acabo de leer un libro excelente, The Culture of Defeat, de Wolfgang Schivelbusch, que sostiene que, contrariamente a lo que se piensa, la historia la escriben los vencidos a partir de una idea muy arraigada de su superioridad moral. El caso español, que no aparece en su libro, encaja perfectamente en su tesis. El problema de ciertas visiones edulcoradas de la España de los años treinta no es que correspondan a una de las dos partes y excluya a la otra, es que la parte que pretende representar no se reconocería en esa visión de la II República.

¿Qué aporta su libro a las nuevas generaciones y a quién lo dirige?

Pretende ser un libro para todos los públicos y aporta el testimonio de los vencidos contado por ellos mismos, no por quienes hablan en su nombre.

¿La Memoria histórica sólo está sirviendo para generalizar el odio entre las dos Españas que algunos quieren consolidar de manera torticera, por intereses propios? ¿Interesa la verdad?

No, no interesa la verdad; interesa el uso político y hasta los posibles réditos electorales que proporciona una determinada visión del pasado.

Usted es experto en la Transición española, ¿Qué queda de aquel espíritu con los políticos actuales? ¿Se está desprestigiando un trabajo excelente que fue alabado por tantos países?

A pesar de los esfuerzos políticos y mediáticos por desprestigiar la Transición, las encuestas siguen indicando un alto nivel de valoración de aquel proceso y de sus protagonistas. Una vez más, una cosa es la opinión pública, lo que piensa la gente, y otra la opinión publicada, lo que algunos dicen que piensa la gente.

Añoramos lo que hemos perdido

¡Hambre de patria! ¿Necesitamos alejarnos de lo que queremos para conocer en profundidad lo que hemos perdido y sentir añoranza?

Sí, ese, como decía antes, es un fenómeno muy común de los exilios de toda índole. Añoramos lo que hemos perdido.

Reconciliación… una palabra preciosa y cargada de simbolismo. ¿Es posible que esté perdiendo su significado ahora?

Hay un uso oficial del término reconciliación que no tiene mucho que ver con el significado que tuvo en su día. Tratan de encajarlo en la llamada memoria histórica, pero para conseguirlo hay que desvirtuar o el concepto de reconciliación o el de memoria.

Su obra parte de su discurso de ingreso en la Real academia de la Historia y de otros trabajos del autor, ¿es necesario desmontar una historia que muchos de los que la defienden no la conocen?

Aunque yo sea historiador del mundo y de la España contemporánea, a veces me siento más como un arqueólogo que tiene que limpiar la tierra, los sedimentos y las impurezas que se han ido depositando sobre los vestigios del pasado. La verdad histórica, siempre aproximada, nunca definitiva, está sepultada en esos estratos de ideología que se han ido volcando sobre ella. Por eso me parecía importante poner al descubierto los testimonios de los protagonistas de la historia que cuento en mi libro.

Todos fuimos culpables. Antes. ¿Ahora, con más motivo? ¿Tan poco hemos aprendido de una etapa tan dolorosa?

El concepto de culpa/inocencia tiene inevitablemente un carácter subjetivo. Lo importante no es que lo diga un historiador, sino que alguien que vivió aquello, el socialista Juan Simeón Vidarte, titulara un tomo de sus memorias Todos fuimos culpables.

La soberbia de creerse poseedores de la verdad… ¿es más letal que la ignorancia?

Creo que sí, que el sectarismo es peor que la ignorancia, porque a alguien que se equivoca por ignorancia le puedes sacar de su error si le demuestras que está equivocado, pero aquel que funciona por puro sectarismo nunca reconocerá su error ni cambiará de opinión.

¿En las epístolas es más fácil mostrar, sin ambages, los sentimientos? ¿Han sido piezas fundamentales en su libro para demostrar la idea que tenían los republicanos exiliados de la patria que dejaban atrás? ¿Ha tenido dificultades para acceder a ellas?

A veces digo, exagerando, claro, que la verdad de la historia está en los epistolarios. Yo en mi libro utilizo solo una pequeña muestra de los epistolarios del exilio, la que me ha resultado más accesible. Es una fuente inabarcable, en parte publicada, en parte digitalizada, en parte disponible en los archivos. Doy una gran importancia a las cartas entre exiliados porque demuestran que su autocrítica y sus deseos de reconciliación eran sinceros.

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