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"El sendero azul": Amazonas, río de frontera

jueves 11 de diciembre de 2025, 17:16h
El sendero azul
El sendero azul

El sendero azul (2025), que en el portugués original se llamó O último azul es un film del director brasileño Gabriel Mascaro, una coproducción de Brazil, México, Países Bajos y Chile. Explica la historia de Tereza (Denise Weinberg), una mujer todavía activa de 77 años, que recibe la notificación de su traslado forzoso a la zona residencial para mayores. Ella está hasta ciento punto resignada, pero antes de plegarse a la ley quiere cumplir un último sueño que no ha podido realizar antes. De camino a ese sueño irá conociendo a personajes extremos, fuera de la ley, pero con su corazoncito en su armario, como Cadu (Rodrigo Santoro), Roberta (Miriam Socarrás) y Ludemir (Adanilo), y allí encontrará un camino inesperado.

El sendero azul demuestra que con un atrezzo limitado y una premisa distópica se puede armar un relato de ciencia ficción. La ligereza de los elementos distópicos es parte del encanto de este film.

Ahondemos en la premisa distópica: Brazil quiere mejorar su productividad, por eso retira a los mayores de 75 años de pueblos y ciudades, y los envía a una zona residencial específica para ellos. Todo se disfraza con una pantomima de medallas de gratitud y una campaña gubernamental con lemas grandilocuentes, pero todo el mundo sabe que de las residencias no se vuelve. Muchos intentan escapar al traslado forzoso, pero pocos lo consiguen. Como ha manifestado Gabriel Mascaro, director y también guionista del film, “no hace falta un coche volador en pantalla para crear un desplazamiento en el tiempo y el espacio. Los cambios culturales o de comportamiento pueden marcar una distopía incluso de forma más radical que la tecnología.”

Ciertamente, todo el entorno y la escenografía son de lo más cotidiano para un habitante de la zona rural en Brazil: la indumentaria de las personas, las melodías, las casas, los transportes... Quizás con alguna excepción: aparecen unos furgones-jaula con ornamentos que posiblemente tengan un uso no distópico para trasladar animales entre granjas o a perreras.

Otro punto fuerte del film es el gran escenario del Amazonas, río monumental que da acceso a una tierra de frontera, de extremos, hogar de buscavidas. En este sentido, El sendero azul está lejos de documentales idílicos que encasillan la Amazonía como el pulmón del mundo con especies en peligro de extinción inminente. Aparece la belleza apabullante del río que enmarca la trama, sí, pero también algunos elementos de la naturaleza trastocados para dibujar un territorio límite: la lucha de peces betta, la fabrica que despieza caimanes y los efectos psicotrópicos de un caracol que deja una baba azul (elemento inventado, por lo que he podido hurgar en la red).

La protagonista Tereza y una de las amistades que hace en su periplo, Roberta, son dos mujeres que superan los setenta años y protagonizan escenas de cierta sensualidad. Porque los cuerpos de las viejas también están disponibles para el placer y el disfrute, no solo para convertirse en el disfrute de los demás cuando eran jóvenes y lozanas.

La cinta fue Oso de Plata Gran premio del jurado del Festival de Berlín 2025 y también premio del jurado joven en la SEMINCI 2025. La película El sendero azul está indicada para quienes necesiten un chute de optimismo, debemos tomarla como una invitación a desobedecer, a luchar y a salir de nuestra zona de confort. En cualquier caso recordemos siempre la máxima de Agnes Varda “On est ouvert au hasard et le hasard nous apporte les choses” (se está abierto al azar y el azar nos trae las cosas).

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