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Sergio Ramírez
Sergio Ramírez

Entrevista a Sergio Ramírez: "El arte de narrar es no opinar"

Autor de "Flores oscuras"
jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h

Sergio Ramírez acaba de publicar en España su último libro Flores oscuras, una colección de cuentos que ha ido escribiendo en los últimos siete años. El volumen ha sido publicado por la editorial Alfaguara, la suya de toda la vida. A medio camino entre el cuento y la crónica periodística nos hace sumergirnos en la realidad centroamericana que él tan bien conoce y cuenta de su peculiar manera.

"El cuento es el primer género que cultivé desde muy joven, fue mi puerta de entrada a la literatura", nos dice nada más comenzar la charla. Actividad que dejó durante unos años para formar parte de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional de la Revolución Nicaragüense que triunfó en 1979, desalojando del poder al dictador Anastasio Somoza. En 1984 fue elegido vicepresidente de Nicaragua y estuvo en el poder hasta 1990, cuando Violeta Chamorro ganó las elecciones al Frente Sandinista de Liberación.

"No tengo ninguna añoranza de la política", afirma rotundo pero pausado. Esos años fueron un paréntesis de su auténtica vocación: la literatura, en la cual ha cultivado géneros como la novela, el ensayo y, por supuesto, el cuento. "Siempre he tenido un doble oficio, la novela y el cuento. El primero es un estilo más ecuménico, en la novela se incluyen muchos géneros en uno. El cuento tiene unas reglas más precisas, debido al tamaño reducido del mismo", explica.

A sus 71 años y después de haber vivido en el exilio, en Costa Rica permaneció doce años y otros dos en Alemania, se encuentra en plena forma. Sus movimientos son pausados, reflexivos pero enérgicos y mantiene una lucidez chispeante llena de humor, negro, claro está, y eso lo refleja en sus cuentos, donde ese humor está presente, bien de una forma desaforada o bien de manera latente.

El escritor nicaragüense opina que "el cuento tiene un origen muy coral", variando en la forma en que se cuenta, el cuento va cambiando según el contador, se va deformando, pero a la vez se va enriqueciendo. Precisamente, él enriquece lo que ha vivido en unos cuentos magistrales. Alguno de ellos autobiográfico, otros partiendo de experiencias vividas o relatadas por amigos o conocidos.

Muchos de sus cuentos tienen protagonistas que han vivido la revolución sandinista, "casi todos tienen un desacomodo recurrente. Militares o estrategas brillantes cuando acaba la guerra, en este caso la revolución, no saben desenvolverse en la vida cotidiana, muchos de ellos acabaron en el alcoholismo", apunta. Eso es lo que le ocurre al protagonista del cuento La colina 155. Pero también ha ocurrido a militares de muy diversos países como, por ejemplo, los veteranos de la guerra del Vietnam.

Para mí, la revolución es como el amor, se sublima

"Para mí, la revolución es como el amor, se sublima. Hay cualidades que el amor inventa, pero todo es subjetivo y, también, todo es posible", cuenta de su experiencia revolucionaria. Recuerda que en la revolución se debían tomar muchas decisiones sobre la marcha, casi sin reflexión, "realmente, la ideología no sirve de nada", puntualiza. Quizá por ello se desencantase de la misma y optase por la reflexión que le proporciona la literatura, aunque siente nostalgia de no haber podido ser un buen reportero. "Sólo lo hice en unas ocasión para el periódico El País, me fui a Haití. Aquello me encantó pese a ver un pobreza extrema, consustancial a la gente. Estaba acostumbrada a ella", recuerda.

Por eso en los cuentos se reinventa como reportero, con situaciones más dramáticas en las que toma más distancia. "El arte de narrar es no opinar", afirma categórico. En sus cuentos no opina, solo cuenta, por más que sea la situación dramática intenta - como en el cuento Abbott y Costello, dos perros rottweiler que mataron a Natividad Canda Mairena y que produjo reacciones muy encontradas en Costa Rica -, escribirlo de forma desapasionada ciñéndose al relato de los hechos.

Sergio Ramírez no puede por menos que hablar de su país, "Nicaragua es un híbrido retórico, algo parecido a Venezuela, pero Daniel Ortega es mucho menos radical que Maduro", apunta. Nicaragua sigue teniendo mucha dependencia del petróleo venezolano, pero para el ex político, Ortega ha aprendido muy bien la lección en su segundo periodo en el poder. "Tiene muy buena relación con la empresa privada, con el Fondo Monetario Internacional. Ha aprendido muy bien la lección y se sabe mover perfectamente entre dos aguas", opina.

En No me vayan a ver dejado solo, su cuento más biográfico, el narrador se introduce en una antigua foto familiar y a partir de ella hace un pequeño tratado sociológico preñado de recuerdos. La foto del cuento, realmente existe, y la casa también, la antigua tienda familiar que regentaban sus padres. "Ahora es una biblioteca pública dedicada a la literatura iberoamericana. La tienda es la sala de lectura y las habitaciones están llenas de estantes con los libros", la añora por lo mucho que le gusta regresar a ella.

Los doce cuentos que componen Flores negras tienen muchas temáticas, desde la corrupción judicial, -es fácil contar una historia de un juez porque casi todos son corruptos-", denuncia, pero el cómo se llega a ello es lo que relata en un cuento donde un juez habla con su conciencia, una mujer madura de cincuenta años, a diversos enfoques de la revolución sandinista, pero también hay cuentos sobre boxeadores, sobre tristes artistas circenses.

Cada cuento es una historia singular, alguno con dos inicios diferentes que confluyen en un único final. Sin embargo, sus novelas tienen muchos hilos para tirar, cada vez le gustan más las novelas de Charles Dickens, "lo más importante de sus obras son los personajes secundarios, todos tienen una historia diferente que concluyen en un único final". Si Dickens retrataba la sociedad inglesa del siglo XIX, Ramírez retrata la sociedad iberoamericana de este cambio de siglo.

Sus personajes son personas corrientes que se ven envueltas en situaciones singulares, relatadas con enfoques originales. Sus cuentos se leen en un suspiro, dejándonos el toque amargo de una realidad cruel que él trata con amabilidad y con una pizca de humor. De momento nos deja estos cuentos para disfrutar, prometiéndonos que su próximo libro será una novela de Dolores Morales, convertido en investigador privado. Ya la estamos esperando con impaciencia.

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