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23/06/2020@07:28:30

Cuando invitaron las socias del Lyceum Club de Madrid al escritor Jacinto Benavente a dar una conferencia en sus salones, éste se excusó diciendo que “yo no puedo hablar a tontas y a locas”, frase con doble sentido del ganador del premio Nobel de Literatura de Literatura de 1922. O bien quería decir que se tenía que preparar su intervención o que no quería hablar ni a tontas ni a locas –las socias del club-. María Pérez Herrero titula precisamente al contrario su libro “Ni locas, ni tontas”, donde narra la historia del Lyceum Club que fue un lugar de encuentro de las mejores pensadores y profesionales españolas del siglo XX.

María Lejárraga nació en San Millán de la Cogolla (La Rioja, España) en 1874 y murió en el exilio, Buenos Aires, en 1974. Escritora, firmando como María Martínez Sierra el apellido de su marido Gregorio y diputada por partido socialista en Granada en 1933.

Acabo de regresar de Medellín (Colombia) que es escenario de mi nueva novela a punto de publicarse. Yo viví allí hace años. Pero este no es el motivo de este artículo, sino escribo por algo ESPECTACULAR que he descubierto allí: RATÓN DE BIBLIOTECA.

Las ganas de hablar sobre libros son imparables, y aunque ahora mismo los lectores no se puedan juntar físicamente para hablar sobre sus lecturas favoritas, en la editorial Espasa seguimos haciéndolo a través de encuentros virtuales. La pandemia, como todos han comprobado, ha echo que las cosas sucedan de otra manera. Es lo que pasó con Ni locas, ni tontas. El confinamiento no permitió su presentación.

Acabo de ver el cartel de la Feria del Libro de Madrid 2020. Una mujer del pasado con un libro del que escapa la imaginación. Cadeneta para dibujar pájaros y fantasía y tipografía con bordado a punto de cruz. También la portada del libro está bordada. No voy a entrar en analizarlo bajo ninguna perspectiva de género. Me gusta y ya. Y además me ha recordado una práctica usual de muchas mujeres lectoras en épocas anteriores; coser o bordar un forro para un libro importante. Yo guardo uno de mi madre como un tesoro. Un libro de poemas de Rabindranaz Tagore.
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Autora de “Ni locas, ni tontas”

Me encuentro con María Pérez Herrero un día después del Día Internacional de la Mujer. “Estuve en la manifestación del domingo, hubo menos gente que el año pasado”, me dice en voz baja la escritora y guionista. Muchas mujeres se quedaron en casa por miedo a coger ese maldito virus que no respeta ni géneros ni edades. Su primera novela “Ni locas, ni tontas” es profundamente feminista y en ella cuenta la historia del Lyceum Club de Madrid, una de las primeras organizaciones feministas de nuestro país.

ECOLOGÍA TIENE NOMBRE DE MUJER

Nací de la madre Tierra, como todos vosotros y vosotras. Ella, que ha rodado y rodado tanto en todos estos años, ahora está enferma. Yo, su hija, Ecología, la cuido. Limpio su piel agostada por la sequía, atiendo que su escaso caudal fluya constante allí donde es preciso, y vigilo que no se le derrame ni una lágrima, ni una gota, ni siquiera como derroche de pasión, pues el amor no tiene que llorar. También impido que llagas purulentas crezcan como edificios incontrolados y que aparezcan como heridas inútiles horadando sus preciados perfiles.

Leo en el estupendo artículo de Antonio Muñoz Molina (Babelia 12 dic) ese primer terror infantil que comparto y que me quedó en la memoria de niña y que tantas veces incluso de adulta lo he rememorado. Todavía cuando voy a casa de mis abuelos veo esa escalera por donde subía el “malvado” e imagino la madre diciendo “ya se irá, ya se irá…” mientras la niña oía los pasos cada vez más cerca, “ya sube el primer escalón…-sentía”.

Me acaba de llamar Galo preguntándome si estoy bien. Hoy hace 9 días que empezó nuestro confinamiento por coronavirus. En España. Él está en Portugal. Están igual, encerrados. No nos vemos desde hace 5 años. Me manda muitos beijinhos. Yo también. El no habla español. Yo no hablo portugués, entiendo un poco. Yo le envío muitos beijinhos otra vez. Y le digo que se cuide, en español. Creo que me entiende. Y hemos colgado.