(Una reflexión ética)
Unamuno publica la Vida de Don Quijote y Sancho en 1905 [1], “coincidiendo por acaso, que no de propósito, con la celebración del tercer centenario de haberse publicado por primera vez el Quijote. No fue, pues, una obra de centenario.” -según afirma el autor en el Prólogo a la segunda edición, en enero de 1913-.
(Una reflexión ética)
Unamuno publica la Vida de Don Quijote y Sancho en 1905 [1], “coincidiendo por acaso, que no de propósito, con la celebración del tercer centenario de haberse publicado por primera vez el Quijote. No fue, pues, una obra de centenario.” -según afirma el autor en el Prólogo a la segunda edición, en enero de 1913-.
¡Ah parcas del destino! desfallece mi mente...y continuar no puedo. Si me fuera concedida la gracia de la palabra, si estas sombrías y húmedas paredes pudieran desaparecer a través del don de la narración que me otorgarais..., acaso éste mi encierro no fuera en vano, pues... ¿qué no daría yo si ya heme perdido todo?
Madrid careció de un eficaz sistema de iluminación durante la época de los Austrias, existiendo zonas completamente a oscuras y otras medianamente iluminadas según el mayor o menor interés de los vecinos. \n
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La Esfera de los Libros. 2023
Tras el final de la Guerra Civil, la situación geográfica y sociopolítico hace que España sea más que apetecible para los aliados, cuyo hándicap irresoluble es, para el régimen de Francisco Franco Bahamonde, el que uno de los aliados sea la URSS, régimen comunista-estalinista genocida. En el bando de las potencias del Eje, Japón, Alemania e Italia, España era tendencia, por ser su régimen franquista simpatizante de alemanes e italianos, quienes habían apoyado militarmente al régimen del Caudillo Franco, y por ello las autodenominadas como ‘tropas nacionales alcanzaron sus objetivos militares’; aunque luego el cauteloso y taimado general del Ferrol giró, cuando la Wehrmacht de los alemanes iba ya de mal en peor, hacia el bando de los estadounidenses.
En París y por aquellos días, solo ejercía de flâneur (de paseante, digamos) durante las tardes. Por la mañana, mi trabajo académico consistía en abrir surcos en el campo de la autobiografía literaria. Al mediodía francés –entendiendo por tal las doce de la mañana-, cumplía con la pausa laboral y con la sacrosanta costumbre de un demi de cerveza, o sea, de una caña a palo seco, sin tapa, para entendernos. Frente a mi lugar de trabajo, una pequeña plaza, uno de esos remansos que sirven de oasis al ciudadano, y un bistrot de los “de toda la vida”. Ese día que rememoro, me encontré a Jorge Semprún, café en mano. Cruzamos la mirada, pero la desvié rápido porque suponía que no se acordaría de nuestro encuentro en España un par de años antes. Sabía de su memoria de elefante, pero no hasta el extremo de saludarme por mi nombre. Con la curiosidad que le caracterizaba, me preguntó por mis andanzas parisinas y, al enterarse de que me movía por los territorios autobiográficos y, en concreto, por la literatura concentracionaria, me recomendó, con la pasión del gran lector que era, una novela de la que, hasta ese momento, solo conocía su título. (Recuerdo ahora su consejo literario que leí, emocionado, en mi habitación del Colegio de España, alzando la vista de vez en cuando hacia los árboles que la rodean en la Cité Universitaire: La peau et les os (La piel y los huesos,1949), la novela de Georges Hyvernaud.
De sus dos últimos poemarios, "Flor en el agua" y "Después del amor", publicados en este mismo año 2018, de su vida profesional, de los temas que más le preocupan, le interesan o le apasionan, de todo eso y de mucho más nos hablará hoy en esta entrevista un grande de la poesía como es Vicente Barberá.
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