Este año, si la escurridiza y contumaz variante Delta lo permite —algo sobre lo que ni yo ni gobierno alguno estamos seguros—, la populosa feria del libro de Madrid se inaugurará en septiembre. Por supuesto, más allá de aprovechar los últimos días de largas y perezosas tardes, y más allá de disfrutar la tibieza que los acompaña; incluso más allá de que los grandes editores y los autores de relumbrón estén disponibles para este auténtico salvavidas de las librerías madrileñas antes de que otros certámenes los reclamen para Frankfurt, para Guadalajara o para qué sé yo adónde… En fin, que más allá de todos esos considerandos que convierten a la fecha en idónea, sucede, además, que septiembre es el mes de los regresos. ¿Y qué será esta feria del libro sino un clamoroso regreso?