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David de Juan Marcos
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David de Juan Marcos (Foto: Javier Oliaga)

Entrevista a David de Juan Marcos, autor de “La mejor de las vidas”

“Quiero encontrar una nueva forma de contar lo que ya está contado”

jueves 05 de mayo de 2016, 23:29h

La mejor de las vidas” es la segunda novela que publica el escritor David de Juan Marcos. Con su primera novela “El baile de las lagartijas” consiguió en 2011 el Premio Internacional de Novela Ciudad de Valencia Vicente Blasco Ibáñez y que el sello de Planeta Temas de Hoy le publicase el libro. Pese a su incuestionable calidad, pasó un tanto desapercibido ya que coincidió su publicación con obras de María Dueñas, Luz Gabás o Joaquín Molins.

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David de Juan Marcos (Foto: Javier Oliaga)

Después de estar unos años sin publicar, David de Juan Marcos regresa con una nueva editorial. HarperCollins está moviéndose con agresividad en nuestro país y una de sus mayores apuestas para esta temporada es el nuevo libro del escritor salmantino, afincado en Alicante, sacando una tirada más que interesante y eso que es “un libro para leerlo con calma”, dice el autor. Un libro que es difícil de resumir y de contar y que irá ganando presencia con el tiempo.

“La idea siempre fue escribir una novela sobre mi generación y las circunstancias que compartimos con el resto de jóvenes de Europa. Nunca hemos vivido guerras, ni hambrunas, ni grandes amenazas a nuestra libertad. Siempre se nos ha acusado de haberlo tenido todo. Por lo tanto no teníamos derecho a la queja, al pataleo, a la inmadurez o a la toma de decisiones. Las penurias siempre fueron las de nuestros padres y abuelos. Tal vez sea cierto, pero no es menos cierto que también se nos han contado muchas mentiras sobre cómo encauzar todos esos privilegios que supuestamente nos han regalado”, cuenta David de Juan Marcos en la entrevista que mantuvimos en un conocido hotel madrileño.

Pero otra de sus ideas principales era encontrar una nueva forma de contar unos acontecimientos que él conoce de primera mano. “Quería encontrar una nueva forma de contar lo que ya está contado”, apunta y añade “esta novela, aunque no lo parezca, no es una novela de amor sino una confesión del protagonista Nico sobre un tema que el lector no descubrirá hasta el final y que lo que está realmente intentando es reconquistar a Ella, la otra protagonista de enigmático nombre. El lector es como un espía a lo largo de la novela”.

Algunos de los hechos que narra y de los protagonistas están basados en sucesos que el escritor vivió o conoció en amigos suyos. Por ejemplo, el casero Gennaro es el casero que David tuvo cuando estuvo estudiando en Cambridge. “He estado unos seis años estudiando y trabajando en el extranjero. Las ciudades en las que estuve no coinciden con las de la novela, por ejemplo, Edimburgo no aparece”, recuerda el escritor de Salamanca.

David de Juan Marcos es biólogo de profesión, además de su periplo por el extranjero trabajó como profesor de secundaria en un instituto y alternó su profesión con la escritura hasta que logró cerrar un contrato con HarperCollins. En la actualidad se dedica totalmente a la escritura, algo que necesita porque “me considero un escritor lento, suelo tardar algo más de dos años en escribir un libro”, reconoce.

La mejor de las vidas” es un libro muy trabajado en el que el autor ha buscado una cierta sencillez, “quería que fuese sencillo de leer pero también tenía claro que debía explorar nuevas maneras de contar historias. Asumir riesgos. El estilo es lo que da sentido a esta novela. Todo debía tener una cadencia acorde a lo que se cuenta. El cómo se cuenta de la mano del qué se cuenta. Pero a la vez tenía que ser muy sencillo y tenía que sonar bien al oído. No basta con que este bien escrito, o con que el mensaje esté trasmitido. Cada frase, cada párrafo y cada capítulo debe tener su medida, su ritmo, su melodía aun a pesar de que a veces esta sea imperfecta”, se explaya el autor.

David de Juan reconoce que no se sienta a escribir hasta que no está la puerta abierta de la imaginación. “Soy un escritor sin imaginación. Esto significa que no tengo más remedio que coger experiencias propias o robárselas a las demás. Luego tomo todas esas piezas vitales para conformar un rompecabezas diferente que cuente lo que quiero trasmitir. Esto hace que en la novela tal vez haya algo de mí, no lo sé, pero en todo caso estará muy distorsionado, lleno de ruido, con elementos ajenos, y filtrado todo por un tamiz que el lector no pueda identificar. Finalmente, todo queda pegado con la argamasa de la ficción.

La novela recorre las ciudades de Cambridge, Ámsterdam, Roma y París. “Las ciudades van de la mano con el ritmo de la novela”, señala. Uno de sus grandes entretenimientos es viajar. “Viajar es muy útil, hace trabajar la imaginación, que decía Céline. Para ello he tenido que renunciar a oportunidades de toda índole y privarme de muchas cosas. Pero no soy un turista al uso. Me gusta vivir en las ciudades, almacenar anécdotas, aprender cómo funcionan, recorrer sus alrededores. Trabajar en ellas, estudiar en ellas, conocer su burocracia, pasarlas canutas. Cada ciudad funciona de una manera que solo se aprende al cabo de un tiempo que vives en ella, cuando dejas de ser un turista a los ojos de los demás”, expone en la charla que mantuvimos.

“Los protagonistas no se moverán por los sitios más turísticos o icónicos de Europa, porque no son turistas, sino que son jóvenes que viven en Cambridge, que caminan por los barrios de París, que beben en bares poco conocidos de Roma o saludan al tendero de la esquina cada mañana en Ámsterdam. También es reseñable la presencia del continente africano. África se manifiesta en la historia de una manera constante. Pero en este caso África es anhelo, misterio, una idea intangible que sirve de metáfora a lo largo de toda la historia y que al final cobra sentido. Sin esta presencia de África no habría novela”, indica con precisión.

Para terminar nos describe las claves de su libro. “La primera clave es cómo está contada la historia. Hasta que no di con el tono, con el estilo y con el ritmo no hubo manera de que la narración fluyera del modo en que yo quería. Si esto no se hubiera producido tampoco habría novela. En la novela no se dan soluciones ni en la forma ni el fondo. Se plantean cuestiones que el lector deberá responder. Eso es lo que más me interesa, que el lector complete los espacios en blanco si los encuentra. Además, se habla de las complicadas y, en ocasiones, devastadoras relaciones familiares que soportan los tres protagonistas. No quiero olvidar tampoco otros contenidos más complejos en los que será el lector quien saque sus conclusiones: hasta dónde llega la libertad de un enfermo para elegir su destino, qué significan la victoria y la derrota, o cuáles son las consecuencias que tienen cada una de nuestras decisiones en las vidas de las demás. Por último, y envolviéndolo todo, La mejor de las vidas nos habla del regalo de la juventud. Pero de una parte de la juventud que no encuentra su camino a pesar de, aparentemente, haberlo tenido todo a su alcance. Jóvenes criados en la gran mentira de que si se lo proponen y se esfuerzan pueden conseguir todo aquello que deseen”.

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