Más de 45.000 ejemplares de la novela se han vendido en el Reino Unido durante el último año, y ha sido traducida a veintisiete idiomas en diferentes países.
Treinta años después de su lanzamiento en Francia, la novela aborda debates contemporáneos sobre feminismo, autonomía y opresión.
Las circunstancias vitales que marcan esta historia incluyen la persecución nazi que experimentó Jacqueline Harpman en su adolescencia y su casi dos años de estancia en un sanatorio debido a una tuberculosis.
Cuarenta mujeres han estado encerradas en un sótano subterráneo durante tantos años que han perdido por completo la noción del tiempo. Hombres uniformados, que las mantienen cautivas, no les hablan ni las tocan, salvo para evitar que alguna intente quitarse la vida. Un día, una alarma suena y los guardias se desvanecen, dejando la puerta abierta. La más joven entre ellas, quien no tiene recuerdos del mundo anterior a la catástrofe, toma la iniciativa para escapar. Sin embargo, lo que encuentran al salir no es la libertad que tanto deseaban, sino un paisaje desolado y extraño donde deberán aprender a sobrevivir juntas.
Jacqueline Harpman (1929-2012) fue una novelista y psicoanalista belga de origen judío, cuya obra fue galardonada con el Premio Médicis y traducida a varios idiomas. Parte de su familia fue asesinada en Auschwitz, y la experiencia del antisemitismo que sufrió en carne propia inspiró el escenario postapocalíptico de Yo que nunca supe de los hombres, una novela inusual, traducida a veintisiete idiomas, que indaga sobre la dignidad y la dificultad de permanecer humanos frente al sufrimiento, en un relato conmovedor, fantástico y terrible.
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