Lejos la idea de elaborar listas de mejores libros; asunto que reservamos a Tezanos. Sin embargo, como lector he tenido la fortuna de leer y reseñar verdaderas obras literarias en esta sección. La novela de hoy es un ejemplo de perfección estilística y excelencia literaria. Francisco Morales Lomas tiene el don de la escritura y se expresa a través de distintos géneros (el ensayo, la poesía, la dramaturgia, la novela). De hecho, es autor de siete novelas anteriores Candiota, 2003, La larga marcha, 2004, El extraño vuelo de Ana Recuerda, 2007 que conforman las novelas sobre Granada y la transición Bajo el signo de los dioses, (1ª de la Trilogía "Imperio del sol") 2013, Cautivo, (2ª de la Trilogía "Imperio del sol") 2014, Puerta Carmona, (3ª de la Trilogía "Imperio del sol") 2016 que se centran en el Siglo de Oro, Las edades del viento, (1ª novela de la tetralogía "Un siglo llamado invierno") 2020. Es memoria viva de la historia de nuestro más selecto panorama literario. La novela que nos ocupa es un novelón en todas las acepciones del término. Novela extensa de 500 páginas, novela multifacética, novela con dosis historicistas, exquisitas documentaciones, sobresalientes marcas psicológicas, en suma, novela de tradición europea inserta en el apasionante y convulso siglo XX. El compromiso humanista de Morales Lomas es un rasgo relevante en su escritura. No es ajeno a ello este magistral libro que combina pensamiento, poesía, metaliteratura y, de manera muy especial, una bellísima historia de amor. Una historia de amor entre dos personas tan diferentes entre sí y a la vez tan brillantes. El filósofo alemán Martin Heidegger y la historiadora y pensadora judía Hannah Arendt. Un siglo llamado invierno se construye sobre la base de lo que define la condición humana, es decir, la contradicción, pero al mismo tiempo se introduce la necesidad de matizar cualquier imagen que parezca absoluta. El siglo de las ideologías se desliza por las páginas de la novela, aunque siempre conviene verificar el anverso y el reverso de una realidad. Así, por ejemplo, Martin Heidegger abraza el nazismo no tanto como un dogma de fe sino como una posibilidad de cambio desde las entrañas, moldeado por su pasión hacia el romanticismo alemán, los idealistas alemanes, la certeza de que Alemania venía o estaba en crisis de valores y deudas reales y que necesitaba ciertas esperanzas. Ciertamente, su posición es clara como lo es también su disconformidad y el anhelo supremo de crear su obra. Hannah Arendt desmenuza la mecánica de los totalitarismos y se entrega de igual modo a elaborar su pensamiento. Con todo, el amor real estuvo presente en el tiempo entre los autores de obras indispensables como Los orígenes del totalitarismo, La condición humana, Sobre la violencia y Ser y tiempo, Carta sobre el humanismo, La pregunta por la técnica. Un amor oscuro, entre sombras, pero indiscutible. La novela de Morales Lomas es ante todo una profunda, auténtica y certera reflexión sobre el amor. Desde luego, los personajes directos como Martin Heidegger, su mujer Elfriede Petri, sus hijos Jörg y Hermann, su hermano Fritz, Joanna Arendt, sus dos maridos, Günther Anders y Heinrich Blücher, el filósofo Karl Jaspers y su esposa Gertrud, la escuela existencialista (Sartre, Camus, Beauvoir), Theodor Adorno y la Escuela de Frankfurt, así como personajes indirectos que llegan a ser de primera magnitud, como Hölderlin, Marcel Proust o Thomas Man, entre otros, que solidifican esa estructura cultural europea. De hecho, la novela La montaña mágica de Thomas Man no solo es un referente por sí mismo, sino que también contribuye al desarrollo de la trama de Un siglo llamado invierno. Tampoco quiero olvidar las huellas de Proust À la recherche du temps perdu. El elemento metaliterario es esencial, no solo son poemas de Hölderlin los que aparecen en esta novela, sino también algunos de los propios protagonistas, Arendt y Heidegger. Una prueba más de que la poesía es el antídoto de la sinrazón. Pese al desencanto, las crisis económicas y sociales, los temores y represiones a la ciudadanía, las guerras, las frágiles fronteras que limitan y delimitan espacios aparentemente opuestos, es decir, a pesar del extraordinario trabajo de investigación y documentación, Un siglo llamado invierno es una emocionante novela que resalta la libertad, la esperanza y el amor y también la muerte, con la mirada comprometida, fraternal y humanista del narrador. En efecto, los personajes, los momentos, los hechos se recogen con absoluta precisión y se engarzan de manera exquisita en el proceder narrativo, en la dinámica de ficción. Una estrategia novelística que se complementa con un poeta esencial como Quevedo que resume perfectamente el ambiente de este libro. No nos resistimos a transcribir el genial soneto “Amor constante más allá de la muerte” del poeta español: Cerrar podrá mis ojos la postrera/sombra que me llevare el blanco día,/y podrá desatar esta alma mía/hora a su afán ansioso lisonjera;/mas no, de esotra parte, en la ribera,/dejará la memoria, en donde ardía:/nadar sabe mi llama la agua fría,/y perder el respeto a ley severa./Alma a quien todo un dios prisión ha sido,/venas que humor a tanto fuego han dado,/médulas que han gloriosamente ardido,/su cuerpo dejará, no su cuidado;/serán ceniza, mas tendrá sentido;/polvo serán, mas polvo enamorado. Novela extraordinaria que nos hace creer su historia, que nos cautiva como espectadores y lectores formando parte del discurrir novelístico o poético, porque no son pocas las conexiones con la poesía desde el ámbito o desde otras perspectivas como la filosófica. Por consiguiente, ese narrar dialéctico donde vida y muerte, luces y sombras, amor y desamor encuentran un trasfondo histórico no en la persona de un narrador omnisciente sino de un narrador multifacético, esto es, son los personajes de la novela los que van contando la historia. Esta fórmula le da mayor verosimilitud si cabe a la ficción narrada. Por supuesto, Martin y Johanna, las amantes de Martin, los hijos de Heidegger, Karl Jaspers, el hermano de Heidegger, Elfride conocedora de las aventuras de su marido conforma a través del recuerdo y las lágrimas toda su vida en un capítulo titulado “Mirar hacia otro lado”. Las distintas localizaciones geográficas, especialmente alemanas, pero también italianas, suizas, francesas, españolas confieren al relato un elegante cosmopolitismo en un periodo ciertamente complicado. No obstante, no debe caerse en el error de leer Un siglo llamado invierno como si fuera una novela histórica, si acaso, el anhelo por trasladar una multiplicidad de narradores, en cierto modo, indicando que la perspectiva debe ser siempre amplia y que los hechos históricos no pueden explicarse únicamente bajo un solo foco. Novela por tanto que debería engrosar la lista de los mejores libros del año 2025, a tenor no solo del reconocimiento crítico que está albergando, sino también atendiendo a sus ventas. Puedes comprar el libro en:
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