www.todoliteratura.es

osvaldo gallone

Una selección insoslayable

17/11/2025@11:11:00

El poeta y narrador Luis Benítez –a cargo de la Introducción y compilación del presente volumen- lo enuncia con meridiana claridad: tal no es una antología, sino una selección; huelga señalar que ambos conceptos ofrecen sustanciales diferencias de rango y alcance como para confundirlos o fusionarlos. Si “antología” refiere a un conjunto de obras o nombres que bien pueden asimilarse a un canon, “selección” alude meramente a un gesto recopilatorio que colinda con la compilación.

DETRÁS DE UN VIDRIO OSCURO

Gran parte de la producción narrativa de Juan José Saer ha estado bajo la advocación y acicateada por el estímulo de la estética del Nouveau Roman (o “nueva novela”, o “escuela de la mirada”, u “objetivismo”: esta última clasificación, la más discutible e imprecisa de todas), la última y más significativa vanguardia literaria de la post-guerra, que tuvo su origen en Francia, abrevó en el venero de la dramaturgia de Samuel Beckett y se constituyó en una de las tantas respuestas a una de las tantas crisis que cíclicamente sufre eso que, a falta de mejor nombre, se conoce como “realismo” (término no menos impreciso que “objetivismo” y que se tambalea sobre sus endebles cimientos ante una pregunta que no puede dejar de formularse: ¿qué se entiendo por “realidad”?, concepto que, como bien enuncia Vladimir Nabokov en el epílogo de Lolita, sólo puede ser esgrimido cuando está encerrado entre sus correspondientes y necesarias comillas).

Editorial Barnacle, Buenos Aires, Argentina, 2025

Reseña de “ANTOLOGIA ESENCIAL”, de Luis Benítez. Selección y prólogo de Osvaldo Gallone

el lenguaje pugna con su constitutiva condición de inefable y el sujeto queda encubierto tras un denso velo de otredad” (1)

La editorial Barnacle ha puesto a consideración de los lectores una nueva antología de la obra poética del argentino Luis Benítez (Buenos Aires, 1956), titulada “Antología Esencial”, en esta oportunidad seleccionada y prologada por el catedrático Osvaldo Gallone, poeta, ensayista, narrador y también periodista, entre sus múltiples actividades. Muy acertada la elección del título en tanto, a juicio de quien esto escribe, se han elegido los poemas que constituyen una suerte de arquitectura poética en la que se sostiene la obra de Benitez.

Dylan Thomas: perseguido y perseguidor

La pregunta se podría formular del siguiente modo, entre tantos posibles: ¿hay alguna argumentación que nos esclarezca de manera genuina y a satisfacción respecto del proceso creador en el ancho mundo del arte?

ESPEJO DE ASIMILACIONES

Para Constanza, Amparo y Mel: por el don de la hospitalidad

“Los libros vienen de los libros.” La frase es irrefutable y pertenece a Virginia Woolf. En efecto, de dónde podrían provenir los libros sino de los libros mismos, en el marco de ese múltiple y babélico coloquio que mantienen los libros entre sí y que, en conjunto, recibe el nombre de “literatura”, y que escasa relación guarda con esa encarnizada busca de influencias a la que se aboca un significativo número de críticos con curiosa vocación de sabuesos. Parafraseando al maestro cubano José Lezama Lima, se puede pensar que las diversas manifestaciones del arte no responden a un seguidismo ancilar, sino a una continuidad fecunda; nadie sigue a nadie, y la parábola en que confluyen tradición y vanguardia se delinea bajo la forma de un círculo virtuoso.

MÁS ALLÁ DEL GÉNERO NEGRO

¿Qué es el llamado “género negro” (o hard boiled) en la literatura? Una respuesta posible podría estar ligada a aquello que, de modo casi unánime, está considerado como su fecha de nacimiento: Dashiell Hammett publica su novela Cosecha roja a principios del mes de febrero del año 1929; no hace falta un exceso de agudeza para relacionar la fecha de publicación de la novela con el marco histórico de la época: el crack bursátil y el comienzo de la Gran Depresión.

BABEL Y LA PALABRA DEL POETA

Las mitologías, las leyendas, las ficciones –algunos de los nombres que urden esa intrincada trama que se agrupa bajo el común denominador de Historia- dan cuenta de diversas construcciones que han incidido con singular intensidad en el imaginario colectivo y que reclaman, cuanto menos, una breve reflexión.

“LUIS BENÍTEZ: UNA POÉTICA DE LA INDAGACIÓN”, de Osvaldo Gallone

La Fundación Victoria Ocampo, de Buenos Aires, acaba de editar un ensayo del crítico y narrador argentino Osvaldo Gallone acerca de la obra de su connacional, el poeta Luis Benítez. El volumen -cuarto en su género, de lo publicado respecto de la obra de Benítez hasta la fecha-será presentado en la capital argentina, en el ámbito de la Biblioteca Nacional, en junio del corriente año.

LAS DOS NARRATIVAS ARGENTINAS

Tiempo hubo en que Eduardo Mallea (1903-1982) ocupó el centro geográfico de la literatura argentina (espacio no del todo envidiable y, con el transcurso de los años, ni siquiera apetecible); hoy, su copiosa obra es poco más que un paradigma de artificio retórico. Pero en 1937 publica uno de sus ensayos más conocidos: Historia de una pasión argentina (Sur, Buenos Aires), en cuyo desarrollo expone una teoría que haría época: postula la existencia de dos Argentinas: la invisible y la visible; la primera está integrada por quienes aman al país sin pedirle nada a cambio, quienes marchan en pos del bien común en una actitud de ofrenda y de servicio; la segunda es aquella que se despliega en un abanico de iniquidades, desde la abierta guaranguería hasta el fraude desembozado.

A propósito de la poeta argentina Sofía Castillón

Alguna vez, a propósito de la obra del eximio poeta argentino Luis Benítez, hemos comentado (roguemos se nos disculpe recaer en la descortesía de la autorreferencia) el concepto de aquello que podríamos definir como “poesía ontológica” o “trascendente”. En al ámbito argentino se podrían citar los nombres, sin demasiado margen de discusión, de Antonio Porchia, Alberto Boco, Alberto Girri, Roberto Juarroz y, por cierto y con entera justicia, Luis Benítez. Hijos de la ira (1944), del español Dámaso Alonso, es un ejemplo acendrado y difícil de igualar.

CUATRO NOVELAS GRIEGAS

(El origen del género)

Disentir de don Marcelino Menéndez y Pelayo constituye mucho más que una temeridad, supone arroparse con el basto indumento de la jactancia, enlodarse en la indeseada hybris; con todo, permítasenos recaer en tamaño gesto de soberbia. En las páginas iniciales de su monumental (e ineludible, sin duda alguna) Orígenes de la novela (Emecé editores, Buenos Aires, cuatro tomos, 1945) afirma sin hesitar: "La novela, última degeneración de la epopeya, no existió, no podía existir en la edad clásica de las letras griegas.” Admite, a marcha forzada, algunos antecedentes de “la novela misma” en la brillante parodia que encierra Historia verdadera, de Luciano, de Samósata (siglo II d. C.) o en las alegorías que aquí y allá ilustran y matizan los diálogos platónicos (las cuales, a nuestro entender, operan como interpolaciones –memorables, en la mayoría de los casos- que difícilmente puedan calificarse como novelas, aun en agraz). Por cierto, el maestro santanderino no ignora la existencia de novelas griegas, pero las desestima en bloque: “novelas bizantinas que nadie lee y con cuyos títulos es inútil abrumar la memoria”, e incluso subraya que un libro como Dafnis y Cloe “puede salir mejorado en tercio y quinto de manos de sus traductores”. Pero, con ser una de las más relevantes, las reticencias de Menéndez y Pelayo respecto a la materia no son de él privativas.

LA MIRADA DE EDIPO

Permítasenos comenzar este esbozo de ideas con una apostilla de orden personal: hace ya algunos años, el poeta y amigo Daniel Muxica (de quien ya habrá oportunidad de profundizar en su obra como se merece) tuvo la generosidad –un rasgo constitutivo de su persona y que se mantuvo inalterable hasta el fin de sus días- de acercarme un verso de Hölderlin que yo desconocía (huelga aclarar: como tantos versos, materias y autores que ignoro) y hacerme saber su procedencia. De hecho, uno de sus poemas (el que lleva por título "Nostalgia”, perteneciente al libro El poder de la música, Stephen & Bloom, Buenos Aires, 1983, 60 páginas) lleva ese verso como epígrafe: “Quizás el rey Edipo tenga un ojo de más”. La perplejidad –la fecunda perplejidad- se instala en el ánimo de quienquiera indague en el sentido de tal verso: ¿cómo es posible que Edipo, cegado por propia mano y desbordante culpa, ostente, aun así, un ojo de más, un ojo suplementario, un ojo con el que ve un horizonte que trasciende la mirada de los simples mortales? El presente borrador es un intento que aspira –sólo aspira- a responder a tamaño interrogante.

KAFKA: DOS ENTRADAS EN LA CONSTRUCCIÓN

1- La construcción del silencio

En su imprescindible libro El tiempo en ruinas, el antropólogo francés Marc Augé vuelve sobre un concepto que ya había delineado en un volumen anterior (Los no lugares. Espacios del anonimato) y amplía su desarrollo: aeropuertos, cadenas hoteleras, supermercados, autopistas o centros comerciales pueden definirse como no lugares en tanto su principal vocación no es territorial, su fin no es crear identidades singulares (más bien tienden a subsumirse en la homogeneidad de lo idéntico: un local de McDonald’s es exactamente igual a otro local de McDonald’s; tal la lógica de la cadena comercial, una cadena donde todos los eslabones son y tienen que ser iguales) y se constituyen como pasajes de comunicación, circulación y consumo; vale decir: predios asentados en y atravesados por la más exasperada funcionalidad. Idénticos a sí mismos derivan, necesariamente, en la redundancia y pueden ser caracterizados, tal como lo hace Augé, como “espacios de lo demasiado lleno”, donde el rasgo más relevante es la saturación de seres humanos y, por lógica consecuencia, espacios donde cada ruido hace su habitación, para decirlo de cervantino modo.

EL CÓMICO Y EL FILÓSOFO

En el transcurso de la cálida primavera el año 399 a. C., cuando fue condenado a muerte por la justicia de Atenas, Sócrates “no se rebajó un solo instante ni al sentimentalismo ni al miedo”. Las razones profundas de la condena se siguen discutiendo hasta el presente, las líneas que siguen –apenas un bosquejo de ideas- no alientan la descabellada pretensión de dirimirlas, pero acaso puedan aportar algunas referencias en torno a tan disputada materia.

Ese inasible yo (2ª parte)

EL ESCRITOR SECRETO – José Bianco

A lo largo de los cinco primeros capítulos de La pérdida del reino (Siglo XXI Argentina Editores, 1ra. edición, 1972, 370 páginas; todas las citas remiten a esta edición), que con toda pertinencia se podrían calificar de prólogo, se presenta a los personajes y el motivo argumental dominante: Rufino Velázquez le solicita al narrador, quien cumple funciones de asesoramiento en la editorial Galaxia, que a partir de sus propios recuerdos personales y algunos manuscritos bosquejados escriba una novela; una novela escrita por el narrador que será, sin embargo, la novela de Rufino Velázquez; vale decir, un narrador, en principio, que oficiaría de ghost writer, un escritor fantasma cuyas marcas se pueden adivinar en la escritura, pero cuya materia narrativa le es ajena.