www.todoliteratura.es

"El mapa y el territorio" de Michel Houellebecq

Por Javier Velasco Oliaga
jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h
El mapa y el territorio
El mapa y el territorio
En mi próximo viaje a París habrá una cita que será ineludible, visitar el cementerio de Montparnasse para ofrecer mis respetos en la tumba de Michel Houellebecq, el mejor escritor europeo hasta este preciso momento. En su último y definitivo libro El mapa y el territorio, el escritor francés relata su propia muerte y la ubicación de su tumba, la cual será de obligada peregrinación para todo amante de la literatura. La historia la cuenta en el libro que acaba de publicar la editorial Anagrama.
Tengo que reconocer mi debilidad por Houellebecq, pero también mi ignorancia, ya que no le había prestado atención hasta que José María Mozo, grandísimo novelista, autor de la magistral novela Malos tiempos para amar y publicista, fallecido el pasado verano, me habló de él en una de nuestras muchas conversaciones sobre literatura que teníamos en el Café Comercial, donde los libros de Mozo, sus dibujos, se entremezclaban con el mundo personal y original de este genial escritor, de lectura absolutamente obligada que todo buen lector no puede dejar pasar, ahí está Plataforma, libro rompedor y total o esta última novela donde la originalidad ralla la perfección.

Dejen de leer la crítica y vayan a comprar el libro, me lo agradecerán, pero si quieren seguir leyendo les voy a contar lo que Houellebecq supone para la literatura. Cómo unos acontecimientos normales, hasta vulgares, se pueden sublimar en una literatura químicamente pura. Porque lo que cuenta el escritor francés te deja los pelos de punta. Partiendo de lo cotidiano de unas vidas vulgares puede llegar a lo más trascendental de una vida.

El amor, las relaciones, la vejez, la muerte, el suicidio, el éxito, el fracaso empresarial, la soledad o el alcoholismo son consecuencias de la vida, de una vida que el autor refleja magistralmente. Lo vulgar o anodino puede volverse genial y sublime por cómo se cuenta. Y ahí está la magia del autor de "Las partículas elementales". Igual que El Greco pintaba las caras alargadas o Picasso deformadas o Goya ennegrecidas, Houellebecq pinta las caras y las situaciones, torturadas. Pero de manera indulgente.

El protagonista, Jed Martin, es un pintor de éxito. Comenzó con la fotografía, reflejando con su cámara los territorios de las guías Michelin. Ya el título nos dice mucho: el mapa no es el territorio; el mapa refleja una realidad geográfica, pero el territorio, cada persona lo ve o interpreta de distinta forma. El territorio no se refleja en el mapa que consultamos, para él ese país real reflejado en el mapa no se corresponde con sus expectativas.

Después de ese éxito fotográfico, abandona esa faceta suya y se vuelca en la pintura, en la pintura industrial, tanto de paisajes como de los empresarios de esa industria, convirtiéndose la novela en una meditación nostálgica sobre el fin de la era industrial europea. Después de un éxito espectacular, vuelve su insatisfacción, abandona esa faceta pictórica y se vuelca en la tecnología, en un artista multimedia total que utiliza el video para reflejar una nueva realidad donde el triunfo de la vegetación es absoluto. Y donde la crítica a los artistas es implacable, "ser artista es ser alguien sometido", escribe.

En la vida del protagonista irrumpe el escritor y él mismo se convierte en un nuevo protagonista donde se describe a los ojos de sí mismo, en un juego peligroso que va mostrándose de manera irónica y crítica consigo mismo. Se muestra depresivo, solitario, "enfant terrible", alcohólico, insociable y crítico con todos los estamentos sociales y políticos, "la prensa es de una estupidez y un conformismo inaguantables", opina, pero él utiliza en ocasiones un lenguaje muy periodístico.

La tercera parte del libro se convierte en una trama policíaca. Aparece asesinado Michel Houellebecq de una forma un tanto escabrosa que el lector tendrá que leer para conocer los detalles. La policía comienza la investigación para dar con el culpable y es el propio Jed Martin el que les encamina y ayuda. ¿Qué decir de un escritor que describe en tercera persona su propio asesinato? Que es arriesgado, valiente, original... todo eso y mucho más, es un escritor rompedor, sublime, que convierte lo más monótono y aburrido de una vida en algo estremecedor y magnífico.

Su literatura va siempre un poco más allá, no se conforma con escribir una novela original, sino que tiene que epatarnos con su escritura contenida que destila literatura por todos los poros. La novela no dejará indiferente a nadie, gustará o no, pero estamos ante una obra genial, de un escritor genial que, si después de muerto llega a escribir algo más, no sabemos que podrá ser, pero seguirá siendo Houellebecq.

Puede comprar el libro en:

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (1)    No(0)

+
0 comentarios