www.todoliteratura.es

"La misma ciudad", de Luisgé Martín

Por Javier Velasco Oliaga
jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h
La misma ciudad
La misma ciudad

Luisgé Martín ha publicado este año dos libros. Uno de viajes, Donde el silencio, en el que cuenta sus viajes a la búsqueda de la tranquilidad y del olvido; el otro, una novela corta de factura y textura irresistible, La misma ciudad, una reflexión sobre la vida cuando se llega a los cuarenta años, pero vista desde la reflexión de la cincuentena. El libro ha sido publicado por la editorial Anagrama.

El cambio de editorial que realizó con La mujer de sombra, le ha sentado muy bien al escritor madrileño. En esta nueva obra propone algo realmente original: ¿qué haría usted si tiene la oportunidad de empezar su vida de cero? Eso es lo que hace el protagonista ¿real? Brandon Moy, que el día 10 de septiembre de 2001 se encontraba frente al World Trade Center, donde trabajaba, viéndolo derrumbarse por el impacto de un avión que chocó contra el edificio.

En ese momento, como un flash, surgió la idea de abandonar a su familia, su trabajo, sus amigos, todas sus ataduras y comenzar una vida. En una palabra, en reinventarse. Malvivió un tiempo cerca de Nueva York, en Boston, pero poco a poco su idea de libertad le fue conduciendo a espacios más inexplorados para él, a Sudamérica para dar el paso definitivo hasta España, gracias a haber aprendido el idioma. Aquí quiso la fortuna que se encontrase con Luisgé Martín y le contase su historia en los bares que tanto les gustan a ambos del barrio de Moncloa.

En esas charlas, en el relato de sus aventuras por América del Sur, Brandon Moy nos va contando en la voz del escritor todas sus turbaciones, todas sus inquietudes. Luisgé va conformando plano a plano la personalidad del protagonista, con un lenguaje ágil y claro, sin que sobre ni falte nada. Metódico y puntilloso, nos va mostrando a un protagonista en sus contradicciones y en sus pensamientos. ¿Se ha equivocado Brandon Moy en todos sus actos? Es la pregunta que se hace el narrador apenas conocerle.

Brandon Moy quiere vivir esa vida que no ha vivido. Esa vida que cada vez le queda menos tiempo por vivir. Vivir lo que no ha podido vivir hasta el momento actual, pero sin embargo recuerda su vida pasada con ternura, sin resentimiento. Sigue habiendo algo que le une al pasado pese a lo nuevo que está viviendo. Sólo al final se desvelará el enigma y el lector no podrá dejar de leer el relato hasta su conclusión impelido por la fuerza de gravedad de un enorme tobogán donde los acontecimientos van a gran velocidad.

"Las cosas más absurdas son las que nos dan más felicidad", dice el protagonista en un momento de la novela. Piense el lector qué cosas absurdas nos proporcionan felicidad o las cosas más cotidianas y normales. Oír cantar una canción infantil, sentir derretir un hielo en la mano, ver posarse a una mariposa en un pétalo de rosa u oler la tierra mojada después de una tormenta. Cada lector tendrá sus preferencias a cual más peregrina o absurda. Pero son esas pequeñas cosas las que nos traen la felicidad. Incluso la felicidad de ver destruir las Torres Gemelas y no estar dentro de ellas por una cuestión de azar, de remolonear un poco más en la cama. Una felicidad en contraste con la desgracia de otros.

La misma ciudad tiene el don de hacernos enfrentar con los demonios que tenemos en nuestro interior. En hacernos enfrentar con los yugos sociales que determinan nuestro destino. Luisgé Martín nos hace reflexionar y que reinventemos nuestra vida a consecuencia de esa reflexión. Ese es el relato breve e intenso que ha escrito, donde nos da varias visiones de esa felicidad interior que se mueve desde el "solo merece la pena vivir si se hace con exageración" y "la felicidad consiste en no tener deseos". Entre esas dos afirmaciones se mueve todo un mundo. El mundo de cada lector. La conclusión de Brandon Moy es "no soy feliz, pero al menos ahora sé que no podré serlo". ¿Cual es la suya?

Puede comprar el libro en:

¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (4)    No(0)

+
0 comentarios