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Herta Müller en Madrid

jueves 23 de octubre de 2014, 13:23h


Por Francisco Jiménez de Cisneros

Herta Müller
consiguió el pasado año el Premio Nóbel de Literatura y hoy se encuentra en Madrid para presentar su última novela traducida al castellano Todo lo que tengo lo llevo conmigo. También realizará lecturas de su obra y mantendrá diversos encuentros con sus lectores en un marco incomparable como es el Instituto Goethe.


La menuda escritora permanecerá unos días en Madrid. Su timidez personal no concuerda con la valentía que demuestra en sus libros. Le cuesta mirar de frente, rehúye las miradas y se cansa de posar para la prensa. “No soy una actriz, sólo una escritora”, dice en inglés a los fotógrafos que cubren la presentación de su último libro en catalán y castellano. Pese a eso, atiende a los profesionales con amabilidad, pero con esa timidez que la caracteriza.

Herta Müller se parece un poco a otro premio Nóbel, Aleksandr Solzhenitsyn. Ambos han denunciado la crueldad de gobernantes comunistas. Solzhenitsyn nos descubrió en Archipiélago Gulag cómo el sanguinario dictador Stalin masacraba a sus compatriotas. Herta Müller nos muestra en sus libros cómo el no menos sanguinario dictador Nicolae Ceaucescu deportaba a la minoría alemana de Rumania a campos de concentración en los que vivían en humillantes condiciones.

Gracias a la última Premio Nóbel podemos conocer esa realidad que se ha ocultado, sin embargo el gran amigo de Ceaucescu, Santiago Carrillo, que veraneaba en una finca cedida por el dictador rumano, nunca nos contó nada de este asunto, muchos son los libros de memorias que publica, pero siempre pasa de puntillas sobre estos temas que parece mantener en el olvido.

Afortunadamente la escritora alemana está aquí para recobrar la memoria de la sinrazón de las dictaduras comunistas. Y las cuenta en sus libros, pero en especial en este último, Todo lo que tengo lo llevo conmigo, poético título que describe cómo piensa el protagonista de la nobel, Oskar Pastior, compatriota y amigo de Herta. Este poeta homosexual fue perseguido e internado en uno de esos campos de concentración. Y la novelista consigue plasmar la persecución sufrida por la minoría alemana de Rumania en un solo individuo: un poeta de una exquisitez abrumadora.

La novela está escrita en primera persona, como si fuera Pastior el narrador. El primer pensamiento de Herta Müller fue escribir la narración a medias pero el fallecimiento del poeta en 2006 hizo que el proyecto fuese abandonado por un par de años, pasados los cuales lo reemprendió en solitario y el libro queda como un sentido homenaje a un poeta único, que sufrió lo indecible en un mundo cruel con las minorías, bien sean raciales, políticas o sociales.



En el encuentro con la prensa Herta Müller agradeció el papel que los traductores han desarrollado en sus obras, “que han realizado un trabajo maravilloso”, señaló. Para esta maestra del lenguaje, que escribe con una densidad, precisión y minuciosidad increíble, no es fácil acometer las traducciones, y esto es verdad porque “cada frase es una obra de arte”, como ella misma señala; pero disentimos, creemos que la traducción de Tierras bajas es un poco reiterativa y que se podría haber afinado mucho más.

La Editorial Siruela tiene disponibles cinco libros suyos y cuatro más están programados, lo que supone un buen trabajo editorial para dar a conocer a una autora imprescindible que nos muestra una realidad oculta. “La realidad no es más que un material del que se parte para hacer una novela y el recuerdo es la materia prima para realizarlo”, señaló Herta. Por eso no cree “que la literatura sea una terapia, por lo menos yo no necesito ese tipo de terapia”, agregó.

Para ella, “la dictadura –en la que vivió en Rumania- es un sistema enfermo y la democracia es un sistema sano”, afirmó la escritora alemana que añadió que “no creo que Rumania esté en el buen camino de la democracia”.

En su periplo de deportación “como minoría suaba de Rumania me sentí humillada, no solo porque Alemania tuviese que pagar dinero para que pudiesen deportarme, sino porque Rumania nos vendiera; yo quería irme de ese país”, afirmó rotunda Müller. Siempre creyó que en Rumania no era querida por tener ascendencia alemana y en Alemania ocurría lo contrario, la achacaban su procedencia rumana.

Ante esta situación ha sido calificada de antipatriota, de lo que ella se defiende diciendo que “un verdadero patriota es el que señala lo que no está bien, para así mejorarlo”, sentencia la novelista. Además ella denuncia la doble moral que hay en muchos países católicos, “aunque la homosexualidad es tolerada por la sociedad y por la leyes, la realidad es diferente y en la vida cotidiana se sigue manteniendo el rechazo a estas personas”.

De ahí que el protagonista de la novela, homosexual, muestre el sufrimiento que tuvo que soportar por su condición y esa dimensión es la que está reflejada en la novela. Lo que sufrió Oskar Pastior lo padecieron miles de suabos en los campos de concentración de Ucrania, donde eran llevados. Su propia madre también, “mi madre nunca habló de ello, pero se la veía muy aviejada para su edad por el sufrimiento padecido”, dijo Herta. “Con Oskar trabajé tres años y esta obra es un homenaje a él” finalizó Herta Müller.

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