La agrupación conocida como el Club de los Primogénitos, que se asemeja a Alcohólicos Anónimos, da la bienvenida a cualquier individuo que haya experimentado un secuestro en su vida. Estas personas, profundamente afectadas por su trauma y propensas a comportamientos extremos, buscan apoyarse mutuamente sin revelar sus identidades. La novela, "El club de los primogéntios", está impregnada de un humor tan oscuro como su temática, gira en torno a una extravagante estafa y posee un toque esotérico; aborda todos los males que aquejan a sus personajes sin incluir asesinatos, ya que estos no tienen un lugar seguro donde refugiarse. Presenta la novela como si de un rodaje se tratara… un enfoque novedoso y original. ¿Se nutre el escritor del crítico de cine, o es al revés? Es el escritor el que llama a la puerta del crítico para que le enseñe a buscar las herramientas audiovisuales que pueda adaptar a la novela, sin olvidar en ningún momento que no se trata del borrador de un guion cinematográfico. El autor ha sido premiado por sus obras una y otra vez, ¿cómo se siente al haber conseguido el Galardón Letras del Mediterráneo 2025? Muy agradecido, desde luego, por el reconocimiento y también por invitarme a entrar en esta especie de juego consistente en que ellos proponen un contexto —Castellón se adaptaba perfectamente a la idea que yo maduraba en aquel momento— y el autor se limita a poner todo lo demás. ¿Admira más a los autores cuyo apellido empieza por “B” que a los que empiezan por una letra distinta? ¿Es casualidad que Juan Ramón también tenga un apellido que empiece por la misma letra que sus protagonistas? La coincidencia con mi apellido es absoluta casualidad. Si quiere que le diga un secreto, elegí a los autores cuyo nombre comienzan por “B” porque, obligatoriamente, una de las protagonistas iba a llamarse Brontë. Brontë. ¿Cómo iba a fallar una novela con un personaje así? ¿Cómo es capaz de dar voz y distinguir a tantos personajes? ¡Mas de cincuenta aparecen en su novela! Mi manera de entender la narrativa es crear una especie de dispositivo con el que modular la historia troncal de la novela y otras muchas historias secundarias que, a su manera, son tan importante como la principal. Los personajes son la primera consecuencia de tanta peripecia. Lo demás es oído musical. ¿Se ha basado en personas reales, aunque solo sea un poco? Los protagonistas de mi novela son una dependienta, una limpiadora, un profesor de tres al cuarto, un viejo solitario, un trabajador social inhabilitado, una camarera de sesenta años que oficia de curandera en ratos perdidos… hay multitud de referencias de nuestro entorno en esos personajes, da igual que sepamos sus nombres o no. Los escenarios cambian, un autobús, un bar, un estanco, un barrio marginal… ¿Nos fijamos poco en los lugares que paseamos a diario? Esta es una novela de barrio, transcurre en Castellón pero las circunstancias podrían extrapolarse a cualquier otro sitio. No hablo de zonas ultraconflictivas ni acomodadas, sino de barrios normales, como el suyo y el mío, porque son precisamente esos barrios los que dan carácter a un país. Y efectivamente, respondiendo ya a su pregunta, es muy sorprendente que no seamos más conscientes de ello. La novela pone el foco en los excluidos de la sociedad… ¿es un grito de auxilio a los que sufren sin que hagamos nada por remediarlo? Nunca hacemos lo suficiente por remediarlo, nadie lo hace, ni siquiera los más necesitados hacen siempre todo lo que deberían hacer para mejorar su situación, entre otras cosas porque se está perdiendo la conciencia de clase que conduciría a intentar progresar hacia un mundo mejor. No diré que la solución está en los libros pero sí que estoy convencido de que la desculturización es la gran responsable de esta falta de conciencia y de las olas de intolerancia que crecen a su sombra. Estamos tan preocupados por nosotros mismos que no percibimos otra realidad que la nuestra? Si simplemente nos esforzáramos por inhibirnos de la realidad de los otros, tendría cierta lógica, aunque fuera una lógica egoísta y defensiva. La cosa se complica a menudo porque la realidad de los demás nos trae sin cuidado, la percibamos o no; lo que nos preocupa es anestesiarnos ante lo que nos ocurre a nosotros. Personajes que han sufrido un secuestro; familias desestructuradas; extorsión, pornografía, violencia… ¿qué quiere denunciar el autor y a quién dirige su obra? La idea es poner el objetivo sobre un nuevo proletariado situado exactamente en el margen del sistema, en ese borde entre el lumpen ocasional y una clase obrera que no termina de serlo, un enorme colectivo que da identidad al principio de siglo. Son el producto de la precariedad, de una Nueva Transición hacia un mundo que va a saltar en mil pedazos. Por mi parte, me dirijo a todo el que quiera escucharme. Todo el mundo es bienvenido a mi club de lectura. Toda la obra parece una locura, ¿dónde encuentra el lector la coherencia? Yo creo que es una novela claramente articulada según el modelo del procedural clásico, en el que un investigador investiga el paradero de un posible delincuente y, durante el desarrollo de su indagatoria, termina desvelando un misterio. Eso sí, intento apartarme de modelos gastados y repetidos hasta la saciedad aportando todo el naturalismo posible al perfil de los personajes y graduando el desarrollo de la investigación de manera que queden de manifiesto todas las dificultades que encontraríamos en la vida real. El trabajo de construcción lingüística es el gran perdedor en la literatura del siglo XXI Juan Ramón Biedma cuida mucho el lenguaje, lo adapta perfectamente a sus personajes. ¿Cuál es su preferido? ¿De quién ha aprendido más? El trabajo de construcción lingüística es el gran perdedor en la literatura del siglo XXI, donde la mayoría de las novelas superventas parecen escritas por un alumno de segundo curso de grado universitario. Es indispensable mantener el empeño en esmerar este aspecto esencial de la literatura si queremos evitar su decadencia. En cuanto al personaje con el que más me identifico, por formación, descreimiento y cinismo tendría que nombrar a Navacerrada. El humor es una constante en su obra, ¿es imprescindible para hablar de vidas tan rotas? No creo que el humor sea una aportación mía, si lo buscas y eres capaz de aislarlo en sus manifestaciones más ingeniosas, lo puedes encontrar —o imaginar— en cualquier situación, incluso en las más extremas, quizás especialmente en las más extremas. ¿Es más fácil adentrarse en la personalidad de los personajes a través de una cámara, de un ojo indiscreto que atisba todos los rincones y desnuda el alma? Sin olvidar que el fin último es el medio escrito, una cámara es un subterfugio magnífico para adentrarte hasta en las zonas más ocultas, la puedes enviar por delante, como a un explorador, la puedes mantener al hombro en los momentos de mayor inmediatez o usarla para distanciarte de lo que estás mostrando y, cuando menos se lo espera el lector, zas, romper la cuarta pared para convertirte en su cómplice. Puedes comprar el libro en:
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