Luisa Etxenike (San Sebastián) es autora de las novelas Absoluta presencia, El detective de sonidos, El ángulo ciego (Premio Euskadi de Literatura), Los peces negros, Vino, El mal más grave, Efectos secundarios y Aves del paraíso (Nocturna, 2019); de las obras teatrales La herencia (Premio Buero Vallejo), Gernika es ahora y La entrevista; del poemario El arte de la pesca, y de varias colecciones de relatos. Además de colaborar habitualmente en diversos medios de prensa escrita y radiofónica, dirige un taller de escritura creativa y es directora tanto del espacio cultural digital Canal Europa como del festival literario Un Mundo de Escritoras. Ha recibido del gobierno francés la distinción de Caballero de la Orden de las Artes y las Letras. "Aves del paraíso" está protagonizada por Miguel, un ser extraviado, náufrago de sí mismo. De él sabemos muy poco: que está divorciado, que fue profesor de Economía, etc. ¿De dónde surge este misterioso personaje? Es un personaje que está bajo el impacto de una emoción devastadora en la que nunca había pensado: la vergüenza. Vergüenza por lo que ha hecho y, sobre todo, por lo que no ha hecho en su vida; por un cúmulo de desatenciones e indiferencias que han provocado efectos desastrosos. Es un hombre a la intemperie de sí mismo; por eso su retrato inicial tenía que ser muy seco y oscuro. A medida que avance la novela irá creciendo y llenándose de matices. Es una historia poética, lírica sin caer en lirismos, muy sutil, envuelta en una rara e intensa atmósfera donde lo que se calla tiene más peso que lo que se dice. Efectivamente, porque Miguel ha vivido en un mundo de silencios, de incomunicación afectiva; de posicionamientos políticos implícitos; de complicidades que se dan por hechas y, por lo tanto, de las que no se habla. También, en la medida en que su mundo anterior se ha desmoronado, necesita un nuevo lenguaje para reconstruirse; un lenguaje al que va acercándose, «atreviéndose» poco a poco. El terrorismo vasco es la médula espinal de esta bella novela, aunque su acercamiento es muy original, casi queda en un segundo plano. Usted ya había tratado el tema en El ángulo ciego y en Absoluta presencia, de las que podríamos decir que "Aves de paraíso" es casi una vuelta de tuerca. "Aves del paraíso" cierra la trilogía que voy a dedicar, desde la ficción, al impacto del terrorismo en la intimidad social y personal. En cada una de esas novelas he abordado aspectos distintos: emociones en tiempo real, pero también la memoria, y la transmisión intergeneracional de lo sucedido. Las dos primeras novelas se centran en las víctimas; Aves del paraíso, no. Pero las tres tienen un denominador común: la cuestión moral que provoca la violencia se expresa en el seno de las relaciones familiares. Se trata además de familias profundamente heridas. El terrorismo es, en un sentido literal pero también metafórico, una amputación (de presencias, afectos, sustentos…), una orfandad. Miguel, que ha vivido como un padre sin hijo, tratará de recuperar el sentido de esa paternidad. Como ya ha señalado, Miguel es un personaje atormentado por la vergüenza. El narrador habla de su actitud pasiva, de su omisión, de su mirar a otro lado. ¿Es Miguel un reflejo de la sociedad vasca? El terrorismo ha estado presente en nuestras vidas durante cinco décadas. Su historia es también la de una sociedad vasca que poco a poco ha ido venciendo su pasividad, su indiferencia, su miedo… Cogiendo voz y «vuelo» para amparar más y mejor a las víctimas, y enfrentarse a la violencia hasta acabar con ella. Miguel inicia en la novela un proceso de atención por lo que le rodea, y de concienciación. Migra, en ese sentido, de su postura anterior hacia otra distinta que no está escrita, que él mismo tiene que definir. Es muy hermosa y lúcida la presencia de los pájaros como una metáfora de la vida del ser humano; la idea de que para poder «volar» hace falta cambiar el «plumaje», aligerar el peso para poder continuar el camino. Las palabras claves en torno a las que se estructura la novela son tres: la vergüenza, que es el punto de partida, lo que expulsa a Miguel de su vida anterior. Y la muda y la migración como puntos de llegada, ambas tomadas de las aves. Miguel se acoge a esa sabiduría de los pájaros, que son capaces de cambiar de plumaje y de buscar nuevos destinos, para recomponer su propia vida. Por su acción tan acotada en el espacio y en el tiempo, y por los pocos personajes que aparecen, la novela tiene un cierto aire teatral. Esto no sería raro, teniendo en cuenta que también ha escrito varias obras de teatro. Miguel es un hombre poco acostumbrado al diálogo íntimo consigo mismo. Su interior ha permanecido para él mudo y cerrado «como un cuarto vacío». Para tomar conciencia necesita primero pasar por la experiencia de las cosas, «despertar» a la realidad a través de los sentidos y los encuentros personales. Su diálogo interno se construye a través de escenas de y con la vida. En ese sentido, todo empieza a estar «a la vista», como sucede, efectivamente en el teatro. El teatro enseña además a «coreografiar» el movimiento, y eso es muy importante en una novela en la que el personaje no para de andar, de desplazarse (la idea de la migración de nuevo). A menudo en el resto de España nos perdemos gran parte de la literatura que se escribe en euskera. ¿Qué escritores en euskera nos recomendaría? ¿Y en castellano, sean vascos o no? Siempre es difícil elegir, pero citaré en euskera a Katixa Agirre y Harkaitz Cano. En castellano a Justo Navarro, de la que soy gran admiradora; a la mexicana Valeria Luiselli y a la poeta donostiarra Eli Tolaretxipi. Puedes comprar el libro en:Noticias relacionadas+ 0 comentarios
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