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Santiago Velázquez
Santiago Velázquez (Foto: cedida por el autor)

Entrevista a Santiago Velázquez: “Me interesaba explorar el tema universal del amor y del desamor en las parejas de larga duración”

Autor de “Las fisuras”
viernes 10 de julio de 2020, 07:00h

¿Quién no tiene fisuras en su vida? Sobre esas grietas y quiebras cotidianas, es sobre lo que escribe el escritor madrileño Santiago Velázquez en su última novela “Las fisuras”. Una obra dura, sin ningún tipo de concesión, donde el autor hace repaso a toda una vida ante la persona que ha compartido con él media vida en común. Literatura de duelo que hace estremecer al lector y le hace ponerse en la piel del protagonista, para poder recapitular su propia vida.

Las fisuras
Las fisuras

Santiago Velázquez es un escritor polifacético que lo mismo escribe libros de cuentos como novelas, además de colaborar para distintos suplementos de diversos periódicos y páginas digitales. Entre sus novelas destacan La extraña ilusión y Viaje de invierno y entre sus libros de relatos Todos los hombres que nunca seré. “Las fisuras” es una novela que le ha costado escribir, pero el resultado no ha podido ser mejor. Escritor con un estilo muy original y personal, sorprenderá su técnica al lector, además de revolverle las tripas. En la entrevista, nos explica algunas de sus motivaciones para escribir esta sorprendente y gran novela.

¿Cuándo surgió la idea de escribir “Las fisuras”?

La idea la tuve en el otoño de 2017 en un momento de crisis personal en el que se abrieron ante mí numerosas preguntas para las que no encontraba respuesta, y de ahí surgió este ejercicio de introspección cuyo resultado vuelco, en parte, en la novela. Tardé en escribirla cerca de dos años y otros seis meses de duras correcciones.

¿Partió de alguna experiencia familiar cercana?

No, si nos atenemos al hecho de perder a un familiar cercano, que es el eje sobre el que pivota la novela. Pero hay mucha carne propia y cercana en todo lo que se cuenta en la novela, en las inquietudes, en las angustias y los problemas vitales de mi generación, los anhelos, los problemas en las relaciones amorosas. A mí lo que realmente me interesaba era explorar el tema universal del amor y del desamor en las parejas de larga duración, y de ahí arranca esta novela, de mi propio desconcierto frente al amor. Dicho esto, debo dejar claro que mi novela no es autoficción.

La literatura de duelo es un género minoritario, pero que ha dado grandes obras. ¿Qué le atrae de dicho género?

En el caso de Las fisuras yo veo más que es una novela sobre el amor, como he comentado antes. Tiene que ver con la traición en la pareja, con el desgaste, con los reproches, con el no saber apreciar los pequeños detalles de la vida en pareja que, después de muchos años, se convierten en algo invisible. Este libro tiene mucho que ver con esa visión de Massimo Recalcati, el ensayista italiano, que recoge en su libro Ya no es como antes, en la que se elogia el perdón en la vida amorosa, en el que se alaba el amor que resiste y que perdura en sus vínculos y en el tiempo, que a pesar de todo no se desgasta, sino que se va moldeando. Y es que el trabajo del perdón viene siempre precedido por el trauma de la traición y el abandono. La persona amada, cuando causa traición, de pronto se desvanece, se desdibuja, se transfigura y se aleja. Y no es que la persona amada se derrumbe sino también el propio orden del mundo, que se vuelve irreconocible y deviene en un tiempo sin sinsentido. Si uno consigue perdonar ocurre un nuevo comienzo, una reanudación misteriosa y distinta. Y de eso trata la novela.

¿Delibes, Faulkner,… han influido en su narrativa?

Muchísimo. Son autores a los que admiro mucho. Desde un punto de vista literario y con un carácter más profundo, me ha marcado más Faulkner que Delibes. La innovación, la experimentación y el mundo literario del primero es tan enriquecedor y estimulante que es un autor que no tiene fin, al que uno puede estar leyendo toda su vida y aprender continuamente cosas inauditas. Es un autor para leer con lápiz.

Su novela es un largo monólogo que dura toda una noche. ¿Cómo planteó ese discurso interno del protagonista Pablo Ferrand?

Para imbuirme de ese espíritu luctuoso y un tanto desolador de quien ha perdido a una persona querida, fui muchísimas veces al tanatorio. Iba en mitad de una jornada laboral, o a primera hora, antes de empezar a trabajar, para entrar en ese espacio y en ese tiempo detenido que se fragua lentamente en un tanatorio. Cuando uno se interna ahí, sin mayor propósito que ver con distancia lo que ocurre, la vida se aprecia de otra manera, se sale distinto a como se llega. El dolor está ahí, y también el consuelo, y la desesperanza, y la risa incluso, hay un torbellino de sentimientos que a uno le abaten, y era la manera de meterme en ese dolor, de no olvidarme de él.

Respecto a cuestiones más estructurales, opté por utilizar una técnica telescópica, con un narrador-personaje que se desdobla en un narrador-ambiguo, provocando saltos que pueden desconcertar al lector, pero que en realidad son un juego fascinante para seguir el torrente de la mente del protagonista de la novela. Y aunque la referencia era claramente Cinco horas con Mario, en realidad la referencia mayor, por ese uso de las mudas o saltos espaciales, fue Mientras agonizo de Faulkner. He intentado trabajar con esmero el tiempo cronológico (las horas que pasa Pablo Ferrand en el tanatorio junto a su mujer) con el tiempo psicológico, que le permite repasar su vida y su relación, y que gravita sobre las emociones del narrador.

Para que el lector entienda las motivaciones del protagonista, utiliza varias analepsis en el texto. ¿Cómo escogió los momentos cruciales de la relación de ambos protagonistas?

Quería contar una historia de amor que, como todas, cuando empieza es idílica, preciosa, única. Para ello decidí escoger aquellos momentos que toda pareja ha vivido con pasión, pero también los que acaecen a medida que los años pasan y todo va cambiando sobre lo que se había planificado: la presión en el trabajo, la ansiedad de pagar las facturas, la hipoteca, los hijos, la rutina, etc. Quería atestiguar lo que es la vida hoy día.

"Las familias son siempre un fuerte condicionante, pues sobre esos personajes gravita todo el peso de su pasado"

¿Qué importancia tiene la familia en las relaciones? ¿Estamos llegando al final de las familias tal y como las conocíamos?

En el caso de mis personajes, y en todas mis novelas, las familias son siempre un fuerte condicionante, pues sobre esos personajes gravita todo el peso de su pasado, la influencia de los padres, el ejemplo (o el mal ejemplo) de los abuelos, las relaciones más afectivas o más distantes, el amor, la traición, el odio, el recelo, según cada caso, y esto al final qué duda cabe que condiciona. Las familias puede que hayan cambiado o que lo estén haciendo, pero sean como sean siempre generarán un efecto más o menos poderoso en sus integrantes, y los condicionará, y los atormentará o los catapultará hacia la felicidad. Gran parte de tu vida dependerá de dónde hayas caído.

Hay una clara diferencia de clases entre Pablo y Amaia. ¿En la juventud se puede todo?

El tema de las clases sociales es otro tema que me obsesiona, porque al igual que la familia (de hecho, suele ir de la mano) condiciona enormemente y aunque ya no es algo tan rígido como era en el pasado, siempre genera una tensión de fuerzas y de sentimientos en las parejas que son de distintas clases sociales. Además, está el tema generacional, como ya he dicho, algo que yo veo en las personas que me rodean: me da la impresión de que hay una insatisfacción vital constante, parece que nada nos satisface, como si aspirásemos siempre a más. Mi generación es una generación que parecía que se iba a comer el mundo y hemos visto que no hemos conseguido nada. Tenemos unas condiciones materiales y vitales como nunca en la historia, y sin embargo estamos apáticos, resignados, muchos con un sentimiento de fracaso enorme (quizás por las expectativas en la educación que nos dieron, quizás por las expectativas económicas, qué sé yo). El elenco de los amigos del protagonista son un ejemplo de ello: el que se ha convertido en un empleado de un banco y solo piensa en el dinero, el que gana toneladas de dinero viajando por el mundo y, sin embargo, se encuentra más solo que la una, los otros que se divorcian, el otro que se ha hecho un adicto al sexo, las enfermedades mentales de algunos de ellos, el estrés y la rapidez con la que malgastan sus vidas...

El tema de la vivienda y las hipotecas está muy presente en la novela. ¿Hasta qué punto ese tema afecta en la vida de las personas?

Los condicionantes materiales son muy importantes en la vida de la gente, y los problemas económicos dinamitan parejas constantemente. El tema del dinero, que ha sido muy bien tratado por autores como Paul Auster o Martin Amis, por poner solo dos ejemplos, es muy sugestivo para acercarse a él y analizar cómo influye en las relaciones de pareja.

¿Las vidas de las personas terminan convirtiéndose en cartón-piedra?

Es un tema de expectativas. Cuando uno en su juventud se pone unas metas o sueña con llegar a ser alguien corre el riesgo de que la realidad, años después, le ponga en su sitio. Pero el mero hecho de soñar ya vale más muchas veces que todos los viajes. Las fisuras es una novela sobre los sueños rotos y las cosas que se pierden en el camino de la vida, sobre todo, lo lejos que estamos de lo que pensábamos cuando teníamos 20 años. Es aquello que decía el poeta mexicano José Emilio Pacheco: "Ya somos todo aquello / contra lo que luchamos hace veinte años".

Las fisuras es una novela sobre los sueños rotos y las cosas que se pierden en el camino de la vida

En cuanto al estilo de la obra, no utiliza puntos y aparte sino comas. ¿Por qué decidió escribir así la novela?

Era una forma de facilitar esa sensación de flujo de conciencia que quería recrear en el hilo narrativo, es más sugerente porque permite el cambio de un pensamiento a otro. Cuando estamos pensando, no ponemos punto y aparte a nuestras ideas o a nuestros recuerdos, si no que fluyen solos, se agolpan, se atropellan, y esto rompiendo los párrafos con las comas, lo hace más sugerente.

¿Qué ha buscado más en el texto, la intensidad o la confrontación?

He buscado las dos cosas pero también la dicha y el recuerdo de los buenos momentos. Si sólo me hubiera quedado con lo negativo, con la confrontación, hubiera sido una novela maniquea, de cartón.

¿Cómo definiría su estilo?

A esta pregunta no sé nunca qué contestar. Cuando escribo me pongo al servicio de la historia, y lo que siempre procuro es que el lenguaje sea eficaz y muy cuidado, porque esto de escribir es algo muy serio a lo que cada vez se le da menos importancia. Yo invierto mucho tiempo en pensar una palabra, un adjetivo, una frase. Como dice mi admirado Manuel Longares, es una cosa de diletantes, sí, estoy de acuerdo, pero qué maravilloso es encontrarse con un autor que se ha esmerado, que se ha dejado la piel escribiendo un libro.

¿Un escritor tiene que buscar su propia voz?

La voz es la esencia del escritor. Cuando uno abre una página de Thomas Mann o cuando lee a Faulkner, o a Umbral o a Delibes o al propio Manuel Longares, al que citaba antes, uno reconoce enseguida que el que ha escrito eso tiene una voz propia, un estilo inimitable, y eso le hace único y grande.

¿Por qué escogió un sello minoritario como Caligrama para publicar su novela?

Envié la novela a varias editoriales grandes y ninguna me respondió. Esa es la verdad. Sólo una editora me envió un email muy halagüeño, dándome ánimos y diciéndome que le había gustado mucho la novela, pero que en ese momento no tenía cabida en el catálogo. Así que aposté por Caligrama porque pertenece al sello de Penguin Random House Mondadori, y tienen un programa de talento (es como una cantera) con el que cada año consiguen promocionar a unos pocos autores desconocidos y elevarlos a los sellos más potentes del grupo, y esa iniciativa y esa apuesta me gustó. Ojalá pueda acabar publicándola en Alfaguara o en Literatura Random House. ¡Sería un sueño!

¿Cuál sería la moraleja de “Las fisuras”?

No tiene moraleja, no me gustan las novelas con moralina final. He tratado de reflejar la vida tal como es, o tal como yo la veo, al menos.

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