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"Assur. Una epopeya vikinga en la Reconquista", de Francisco Narla

Editorial Edhasa. 2020
Por José María Manuel García-Osuna Rodríguez
martes 09 de febrero de 2021, 21:05h
Assur
Assur
Estamos ante otra novela histórica prestigiosa, dentro de ese ubérrimo catálogo de Edhasa, del que soy un admirador incondicional. Esta novela fue publicada en el año 2012 y ahora aparece en una lujosa edición especial. Es una esclarecedora obra de viajes, ya que será el protagonista, un niño gallego del Alto Medioevo, Assur Ribadulla, el que realice un periplo vital lleno de vicisitudes.

La obra se fundamenta en un hecho histórico real, ya que los vikingos estuvieron depredando en el septentrión peninsular, hacia el año-968. En la Crónica de Sampiro se narra que: “Saquearon toda Galicia, hasta que llegaron a los montes Pirineos del Cebrero”. Los Anales Toledanos I nos indican que, año-970: “Vino Lordomani a Campos”, en este segundo caso se nos indica que estos vikingos legaron hasta la Tierra de Campos, dejando su impronta o recuerdo en un pueblo leonés llamado Lordemanos. En el primer caso el obispo Sisnando de Compostela que comandaba la milicia cristiana fue derrotado y muerto, Gunderedo y sus vikingos saquearon Galicia por tres años; los normandos habían entrado por la ría de Arosa hasta ir contra Iria Flavia. En el segundo caso, los vikingos serían derrotados por el conde Gonzalo Sánchez; Gunderedo fue muerto y su flota incendiada. Previamente, la villa de Tuy había sido expoliada, aunque una Compostela amurallada pudo resistir los embates normandos. En ambas ocasiones en el trono está el rey Ramiro III el Joven de León [961-REY DE LEÓN entre 966 y, Destriana, 26 de junio de 985].

Estos hechos son narrados, con una maestría indubitable, por Francisco Narla. Pretendo realizar un paréntesis previo, pleonasmo, que me sirve para explicar la pléyade de magníficas novelas-históricas que se realizan en las Españas, y enaltecen el fenómeno histórico. Gunrod es uno de los elegidos para la gloria de hacer el viking: “Era alto, incluso entre los suyos, tan fornido como para manejar una de las enormes espadas azuladas traídas desde las forjas al oriente de Miklagard, un arma excepcional con tal número de muertos bailando en las memorias de su filo que había acuñado ya leyendas propias”. Así se presentan los lordomani, con todo lujo de detalles, y se van a dirigir hacia el territorio de los que consideran blandengues cristianos. “Sus gélidos ojos estaban llenos de determinación, arrasaría Jacobsland”. Pretenden hacer realidad las noticias que han recibido sobre las riquezas existentes en la capital religiosa del Reino de León, la tierra del apóstol Jacobo o Santiago. “A furare normannorum libera nos Domine”.

Los vikingos son conocidos como los demonios del mar, nada respetan, arrasan con todo, no reconocen ningún valor religioso o moral de los europeos de la época. En ese fenómeno depredatorio, uno de los prisioneros obtenidos es un niño llamado Assur: “Era un niño que cambiaría la historia de los hombres. Y, aunque él no lo sabía, el destino ya estaba buscando quien lo forjase”. Jacobsland es como se conocía entre los vikingos al global de lo que sería el territorio de la Galicia lucense. La llegada de la barbarie escandinava conlleva la muerte de sus padres y la captura de sus hermanos. Assur, el héroe de la novela es un niño de 12 años, que lo ha perdido todo. “Las voces roncas de los normandos resonaban en sus oídos con amenazante cercanía. Ya estaban en la ensenada de la ribera que había ocupado el bote. Y, aunque Assur no se atrevió a girarse para echar un vistazo, la escena que había presenciado en el pueblo una eternidad antes se repitió ante sus ojos con una atroz claridad. Por un momento le pareció oír el silbido del filo de un hacha cortando el aire a su espalda”.

En la primera parte del libro se realiza una somera aproximación a los personajes históricos encargados de plantar cara a la invasión normanda: Sisnando, Gonzalo Sánchez y, en la capital imperial leonesa, el niño regio Ramiro III Sánchez. A partir de ese momento, tendrá la compañía de su lobezno Furco, mientras que un infanzón Gutier de León, de regia estirpe, lo acogerá en su castillo de Sarracín y lo iniciará en el arte de las armas. Otros dos personajes adornan la narración de la trama, el médico hebreo Jesse ben Benjamín y un mercenario vikingo al servicio de las mesnadas de Ramiro III de León, y que se llama Weland. “-Pues más vale que a ti se te ocurra algo o, de lo contrario- le dijo Assur al lobo mirándolo con ternura-, me da la impresión de que ese de ahí es muy capaz de comer lobo para cenar, no le caes bien-le aseguró el niño con tono de complicidad-.¿Qué? ¿Se te ocurre algo? ¿Eh? Bueno para nada”. Llama poderosamente la atención, las riquísimas descripciones que realiza, el autor, sobre los fenotipos de los personajes: “Gutier era un hombre fornido y bastante alto y, sin embargo, al lado del normando lucía como un adolescente. El nórdico le sacaba casi un palmo al hispano, y sus enormes manazas parecían perfectamente capaces de quebrar el espinazo del infanzón como si fuese una rama seca”.

Assur será apresado por los vikingos, y junto a estos paganos recorrerá todos los parajes, donde ellos depredaban, de la época de la Alta Edad Media que es el período histórico de la narración de la obra. El propio autor realiza una referencia abundante de cómo le gusta pasear por los lugares que marcan, fehacientemente, sus novelas. Subraya con preferencia el paraje de Fornelos, donde según la Crónica de Sampiro, los normandos dieron muerte al obispo Sisnando de Compostela, y donde: “según la leyenda, le sacaron los pulmones por la espalda”. En suma, una novela-histórica que merece la pena, en sus más de 800 páginas de rica lectura, y que calificamos con sobresaliente sin descubrir más la trama.Nihil novum sub sole”.

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