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TEATRO EN PÁGINAS DE NEW HARMONY

Por Francisco Morales Lomas
lunes 27 de junio de 2022, 13:32h
New Harmony
New Harmony

“Sé que la sociedad podrá existir sin delitos, sin pobreza, con una condición sanitaria mejor, sin ser infeliz o estar afligida por penas, y con una felicidad quintuplicada; y que ningún obstáculo, aparte de la ignorancia, se opone a ello en la actualidad, ni impide que tal estado social se convierta en universal”. Estas son algunas de las palabras de Robert Owen en The revolution in the Mind and Practice of the Human Race (1849), fundador de New Harmony en 1825, un pueblicito en el sur de Indiana (con capital en Indianápolis) donde trató de trasladar sus ideas de socialismo utópico, desde su doctrina de la fraternidad humana y el cooperativismo. Sus ideas fracasaron.

Precisamente en este lugar de New Harmony, entre el 10 y el 12 de octubre de 2018 se convocó a un grupo de dramaturgos/as en la International Conference on the Contemporary Theater of Spain: Stages of Utopia, Dystopia, and Myopia, organizado por el profesor Albert David Hitchcok, de la Universidad de Southern Indiana. Los asistentes fueron doce autores/as: Ignacio Amestoy, María Folguera, Luis Miguel González Cruz, Raúl Hernández Garrido, Aurora Mateos, Adelardo Méndez Moya, Antonio Miguel Morales, Gracia Morales, José Moreno Arenas, Diana M. de Paco Serrano, Rafael Ruiz Pleguezuelos y Adolfo Simón.

Por qué estos y no otros lo explica el Director de esta Conferencia Internacional, quien en el prólogo al mismo alude a la amistad con ellos y al objetivo de “lograr un mayor reconocimiento a nivel internacional de individuos extremadamente valiosos”.

En los otros prólogos, el profesor de la universidad de New Jersey, Phyllis Zatlin, y el especialista del teatro contemporáneo de España, Candyce Crew Leonard, nos hablan respectivamente de la revista Estreno y su importancia para el teatro español y de los conceptos distopía, miopía y utopía como guías del congreso así como del proceso de preparación. Es singular la incorporación de un breve texto de Quevedo relativo a la Utopía de Tomás Moro del que elogia su ingenio admirable, vida ejemplar y muerte gloriosa, pues, como recordamos, fue mandado ejecutar por el rey Enrique VIII al negarse a aceptar a Enrique como cabeza de la iglesia de Inglaterra.

Al final de la obra, nos encontramos con un interesante Posfacio, “La imaginación al poder” de Ángela Martín Pérez, directora asociada de esta Conferencia, y profesora asistente de español en la universidad de Indiana Meridional, que ya ofrece algunas claves singulares de estos autores. Por ejemplo, considera que “para algunos de los autores, estos conceptos (distopía, miopía y utopía) se materializan en un lugar concreto, a veces reconocible en el mundo actual (González Cruz, Morales o Méndez Moya), aunque también pueden establecerse dentro de otros parámetros imposibles de ser delimitados en el espacio físico (De Paco, Ruiz Pleguezuelos)”. De otra parte, algunos autores entienden la utopía como algo imposible (Hernández Garrido, Morales); pero en otros se podría encontrar (González Cruz). Hay quienes defiende la esperanza (Amestoy, Hernández Garrido, Ruiz Pleguezuelos). Pero también está muy presente el concepto del ejercicio del poder y la autoridad absoluta y arbitraria, como amenaza en Amestoy, como control en Morales; e incluso la completa deshumanización a través de Adolfo Simón o el teatro del porvenir de Moreno Arenas.

Los autores que acudieron a esa conferencia internacional tienen una trayectoria bastante extensa en general en algunos casos, con el reconocimiento de premios teatrales muy importantes como el Nacional de Literatura Dramática en 2002 a Ignacio Amestoy por Cierra bien la puerta; el Lope de Vega al mismo autor en dos ocasiones; también a González Cruz y Hernández Garrido; o el Calderón de la Barca a ambos; el Martín Recuerda a Mateos, Moreno Arenas; el Romero Esteo a Gracia Morales, el Andalucía de la Crítica a Moreno Arenas o el Álvarez Quintero; el Irreverentes a varios de ellos, el Sanchis Sinisterra o el Nieva a Ruiz Pleguezuelos... Están representadas cuarenta décadas del teatro español pues iríamos desde los nacidos en los cuarenta hasta los nacidos en los ochenta, con un predomino de autores andaluces, cinco sobre doce, siendo Granada la que más aporta, tres en total. Entre los nacidos en el 40 solo se encuentra el bilbaíno Amestoy; de los 50: el granadino Moreno Arenas y el valenciano Adolfo Simón; de los 60: el malagueño Méndez Moya, el mallorquí Antonio Miguel Morales, el cacereño González Cruz y el madrileño Hernández Garrido; los 70 es la década más representada con la murciana Diana De Paco, el granadino Ruiz Pleguezulos, la malagueña Aurora Mateos y la motrileña Gracia Morales; y, finalmente, de los 80, la madrileña María Folguera.

Es significativo el número de profesores de literatura dramática y/o universitarios. Un total de siete autores o autoras. Y ocho autores frente a cuatro autoras.

El lector se puede encontrar con doce obras breves de teatro que ofrecen una visión muy particular en torno al hilo conductor de esta Conferencia Internacional y una reflexión posterior de cada uno de ellos que poseen una gran lucidez en torno a conceptos como utopía, distopía y miopía. Es obvio que las obras obedecen a esta línea del congreso aunque en algunos casos nos fueron obras para la ocasión y que, a mi modo de entender, encajan difícilmente en el hilo conductor de este pero, en cualquier caso, la mayoría abordan situaciones donde está muy presente la dinámica de la distopía-utopía.

Cada obra posee su propia autonomía, y es complejo establecer elementos comunes porque son muy diversos sus estilos escriturales y su concepción de la dramaturgia. En cuanto a las temáticas irían desde el ejercicio del poder sobre los más débiles socialmente: presente en diversos autores (Méndez Moya, Gracia Morales), el absurdo de la política (Aurora Mateos, González Cruz), el enfrentamiento civil (Amestoy), el enfrentamiento metateatral y la utopía del nuevo teatro (Moreno Arenas), la búsqueda de una nueva sociedad (Hernández Garrido, Ruiz Pleguezuelos), el ejercicio de la violencia sobre la mujer (María Folguera, Gracia Morales), la violencia en torno al género y la sexualidad (Antonio Manuel Morales). Todo un conjunto de obras que irían desde ambientaciones populares (Aurora Mateos), distópicas (Simón, Ruiz Pleguezuelos, De Paco), histórico-actualizadas (María Folguera)…. con personajes que ofrecen una enorme variedad: niños, jóvenes, mujeres violentadas, limpiadoras, congresistas y senadores, políticos, un dramaturgo y una actriz, elementos humanizados.

Aunque los autores van a hablar de sus obras, me gustaría dar algunas pinceladas si me lo permiten.

Centrándonos en algunos de los que están presentes en este acto diríamos lo siguiente.

La obra Entropía en el Paraíso del malagueño Adelardo Méndez Moya desarrolla una historia trágica y enormemente triste en torno a un retrasado mental, Freddy, atrapado en el cuerpo de un adulto, cuya historia de carácter neoexpresionista gira en torno a la sexualidad, la violación y la venganza. Destaca la aleación de lo simple e ingenuo asociado a la terrible y al dominio sobre los más débiles tanto como la venganza de estos o acaso la justicia humana.

El inframundo del granadino José Moreno Arenas es precursora de su obra extensa Federico en carne viva. La pieza breve la escribió en 2013 y publicó en 2020. Básicamente está concebido como un diálogo onírico entre el propio dramaturgo y Margarita Xirgu, complementado simbólicamente con algunos de sus personajes más emblemáticos como Bernarda Alba, que permiten crear esa antítesis, paradoja o quizá aporía de un pensamiento múltiple y rico. Margarita se muestra muy crítica con su nuevo teatro. Aquí se halla una de las esencias de la visión que quiere transmitir Moreno Arenas con el nuevo teatro de García Lorca en obras como La doncella, el marinero y el estudiante, El paseo de Buster Keaton, Así que pasen cinco años, El público, El teatro inconcluso...

Basándose en la noticia de prensa de que 40 personas han votado a Vox en Marinaleda, Aurora Mateos escribe El votante: Olivar por cien caminos, donde recrea la búsqueda por parte de Juana y Mariano, dos comunistas maduros del pueblo, del votante (en este caso uno) de Vox. La perspectiva que adopta Mateos es sarcástica, con continuas situaciones mordaces y cercanas al teatro del absurdo que buscan la carcajada. Con una sorpresa final en la que Juana confiesa que ha sido ella la votante, con un resultado que nos desvelamos. Pero incluso en las razones que da el personaje se simplifica una ideología que tanto mal causa a la sociedad. Dice Juana: “Un día me di cuenta de que la falda me quedaba mejor que el pantalón, que me gustaba quedarme en casa viendo culebrones en vez de ir a escuchar al inútil de mi jefe, y… y… ¡que me encantan los desfiles militares!” (Mateos, 2021: 126). Esta farsa le sirve a la autora para ir generando una crítica subyacente sobre los tópicos por los que se rige la sociedad contemporánea y el simplismo de los seres humanos.

La temática de la guerra civil española es la base que ampara La bandera de los tres colores del bilbaíno Ignacio Amestoy, nombre con el que alude a la simbólica bandera republicana. Partiendo de una historia infantil de dos niños que juegan progresivamente nos vamos adentrando, como si se tratara de un juego simbólico, en el pasado de venganzas y muerte. Rosa, la niña, es la que va reconstruyendo esa visión a través de una división simplista entre buenos y malos: “Y entonces, mi bisabuelo, que estaba con los buenos, que son los que pierden la guerra”. A través de ese juego escénico de dos niños que juegan se llega a la verdad del enfrentamiento, la muerte del maestro, que nos recuerda La lengua de las mariposas del novelista Manuel Rivas y el cineasta José Luis Cuerda. Es una reconstrucción del pasado a través de la perspectiva de estos dos niños.

Amestoy en su texto teórico se centra en la relación de lo correcto y lo incorrecto, esa dialéctica que plasma en su “teatro militante” para acercarlo a la relación utopía/distopía crítica: “Una dialéctica que se plasma en el teatro cuando intervienen, en la imprescindible acción, la historia del ser humano, cercana o no, y la memoria” (Amestoy Egiguren, 2021: 87).

Cinco luces rojas del granadino Rafael Ruiz Pleguezuelos aborda la temática de la conquista de nuevas tierras en otros planetas a través de un grupo disidente revolucionario que escapó de la Tierra al desviar su nave para buscar un nuevo planeta y comenzar el proyecto utopía, la vida desde el principio otra vez. Una nueva sociedad basada en la solidaridad. Pero parece que no será posible y Amanda, la mujer, desea iniciar de nuevo la idea con su cómplice Carlos.

El rinoceronte y la higuera de Antonio Miguel Morales plantea una temática muy actual en torno al género. Mario es un hombre que se siente mujer. Su padre (el Rinoceronte) lo ataca por esta condición y él expresa esta angustia ante su hermana Lola que, a la postre, como cirujana será la que le cambiará el sexo. A través de una serie de símbolos, en algunos casos cercanos al lenguaje teatral lorquiano, expresa el decurso dramático de los acontecimientos que poseen un carácter narrativo.

Paraíso Apartment de Gracia Morales cuenta la historia de dos limpiadoras, Berta y Blanca, que se dedican a vigilar lo que hacen dos personas que llegan al apartamento que limpian, solo los pueden ver, no oír, al tiempo que comentan lo que está pasando o suponiéndolo. Hay una mujer desnuda en la cama y dos hombres. Parece que uno de ellos va a vender a la mujer tras ser violada, pero las que observan no pueden hacer nada: “Hemos visto unas imágenes que quizá… Quizá no estamos sabiendo interpretar lo que…”

La fuerza de la sangre de María Folguera recrea la historia de la violación en La fuerza de la sangre de Cervantes, trayéndola a la actualidad. Una mujer ha sido violada y el niño que nace tiene un accidente. La madre lo lleva a la casa de los abuelos y lo reconocen como nieto suyo, el padre acaba también reconociéndolo y la mujer y el violador acaban casándose: “La fuerza de la sangre que logra un reconocimiento final, a través de la cruz. Yo leo mi historia y sé que el escritor está hablando de una historia colectiva”. Con este monólogo se rinde un homenaje a las “ilustres violadas de la historia”.

En Singular de fondo de Diana M. de Paco Serrano recrea el mito del laberinto a través de dos personajes S1 y S2 que dialogan con el CORO. “A veces, muchas veces –dirá el Coro- creemos que no podemos salir del laberinto”. Tiene un carácter alucinatorio y surreal. Se denuncia un robo por parte de S1. Surge también la temática de la esperanza/desesperanza y la reiteración del Coro en las palabras iniciales.

Diálogo de las armas de Adolfo Simón va construyendo mensajes a través del diálogo de Mano, Rifle, Dedo, Ipad, Piedra, Lilit para recrear lo que es cada cosa en el mundo y su interpretación. “No me gusta estar pendiente de la conexión Wi-Fi” dice Dedo. O “Ten tu ID de iTunes o Apple y tu contraseña”, dirá Ipad. O la representación con la que aparece Lilit. Una experiencia posmoderna con las interpretaciones simbólicas de nuestra tecnología.

Raúl Hernández Garrido tiene dos obras: ¿No hay tal lugar? y La boca. En la primera, se construye la historia de una pareja que pretende crear un lugar utópico, Armonía, donde triunfa la igualdad. Al final todo va al garete pero la mujer queda embarazada de una niña que tendrá el nombre de Armonía.

La boca es su segunda. Se centra en la historia de Caryl Chessman (EE.UU.), inculpado por hechos cometidos por un criminal que llevaba una sirena policial en el techo de su auto para confundir a sus futuras víctimas en las rutas de California. Chessman estudió Derecho y Latín en la Prisión Estatal de San Quentin, y se convirtió en su propio abogado; fue el emblema de la lucha contra la pena de muerte declarando su inocencia al asegurar que "el bandido de la luz roja era un aficionado chapucero con mentalidad sexual retorcida, y no criminal profesional y frío calculador", como él se consideraba. El 2 de mayo de 1960, Caryl Chessman moría en la cámara de gas de la Prisión Estatal de San Quentin. Hernández Garrido entra en esa visión desde diversas perspectivas dramáticas, pero siempre con una evidente actitud crítica ante el ejercicio de la pena de muerte.

Y Luis Miguel González Cruz publica Pi, donde ofrece una visión sarcástica en torno a congresistas y senadores norteamericanos tanto demócratas como republicanos que se reúnen para votar cosas absurdas: la propuesta de Godwin y los cambios de valores del número Pi o declarar ilegal a las personas que practiquen el fútbol americano…, al tiempo que se señala a América como el lugar ideal para la utopía.

En definitiva, una obra plural, heterodoxa, rica en propuestas que demuestra la versatilidad y suculencia del teatro española actual.

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