www.todoliteratura.es

Este libro obtuvo el II Premio Internacional de Poesía de Fuente Vaqueros, pueblo natal de Federico García Lorca, en Granada

Reseña del libro “Lugares a los que volver con el buen tiempo”, de Boris Rozas

Editorial Valparaíso, septiembre 2022
Por María Ángeles Lonardi
miércoles 01 de febrero de 2023, 07:00h
Lugares a los que volver con el buen tiempo
Lugares a los que volver con el buen tiempo

Abrir un libro de poemas es como entrar en una casa, es abrir una puerta que nos lleva a un lugar a veces desconocido, o quizás no tanto. Entonces, “el desorden es una casa sencilla /hecha de infancias” como escribe Boris Rozas, vallisoletano, nacido en Buenos Aires.

Entrar en esa casa es descubrir sus entrañas, recorrer amplias estancias, recogidas habitaciones, con olores conocidos, perfumes memorables. Todo permanece allí, como en un templo. “Las cosas son como fueron / y no como las recordamos”.

El autor confiesa en una nota publicada en “La 8 Valladolid” que ha querido volver a Buenos Aires desde hace tiempo, volver a ese punto de partida original. El rememora, aparecen esas imágenes del pasado y se siente habitado por las sombras; surgen canciones, jazz, blues, sitios entrañables, momentos cargados de nostalgia y algunos fantasmas que conforman esas toneladas de recuerdos, que nos acompañan a los que cruzamos el charco para echar raíces a este lado del atlántico. Quizás por comprender al autor, por empatía, por ponerme en sus zapatos, percibo sensaciones que me son familiares y me ponen la piel de gallina con sólo imaginarlas. Porque volver a tu tierra tiene mucho de nostalgia, de ilusión, pero también de utopía.

El título me llamó la atención y me imaginé volviendo, como el poeta, eligiendo el buen tiempo, porque las personas memorizamos, retenemos con mayor facilidad, cuando los recuerdos van asociados a sentimientos agradables, luminosos, alegres.

Volver a ese punto de partida puede significar replanteos, resurgir como el ave fénix, cambios en la manera de mirar, de entender las cosas, de pensar, de escribir poesía, de enfrentarse a tus propios demonios y mucho más. A veces puede significarte un punto y seguido o un punto y aparte definitivo. Y no siempre volver es agradable, ni tampoco ilusionante. A veces es demoledor y se te puede mover todo por dentro.

Teñido de un carácter nostálgico reflexiona el autor embebido de ese “spleen” de Baudelaire y mira la ciudad como un “flaneur”, se pasea como un caminante observador, explorando territorios que le llevarán a componer nuevos versos, buscando sonoridades, que retraten al hombre que intenta revelarse en su intimidad más profunda. Versos de un hombre muy humano, que sale a sacar la basura o que mira a ese niño que habita su interior dándole una dimensión humana, redimensionando su poesía.

“Desde los áticos de Puerto madero/ me hablan las voces/que nunca optaron por mentirme”.

Clara referencia al paisaje porteño, que lo conmueve pero también al paisanaje, que no le ha mentido, los que realmente han sido valiosos y de verdad en su vida. Los poetas, como reflejo de la sociedad en la que nos movemos, de la que formamos parte, no podemos eludir nuestro compromiso con el tiempo que nos toca vivir, y junto al autor, alzo también mi voz por los que no pueden, siendo críticos con lo que sucede y sin huir de lo que ensucia y degrada.

Quizás alguno de esos “lugares a los que volver con el buen tiempo” hoy en día no se mantienen tan idílicos o límpidos como los recordábamos, pero es muy lícito que cada uno se guarde sus recuerdos como quiera, como la foto de la portada de un libro, como el mejor dibujo de un cuaderno o como el garabato de una servilleta”. Lo que realmente importa es que no vuelen por el aire los trozos estallados, de esos lugares que algunos se encargan de destrozar para siempre y no podemos permitir que eso suceda, porque es tan lindo volver “con la frente marchita”, como dice el tango, a patear piedritas, a tirar “sapitos” al agua, a recorrer las calles, los adoquines que una vez fueron tuyos, sin miedo a perder la vida en un instante; aunque “ya no queden Jardines en Pasaje Kavanagh”, aunque no reconozcas el barrio.

El mar en calma, a vista de pájaro sobre el Rio de la plata, la ciudad luminosa y cuadrada, el aire que trae recuerdos de café con leche y medias lunas, entre paralelas y transversales, hacen que te “tiemblen las piernas sólo de pensar”. Y “cuando toque el suelo qué haré” dice Boris Rozas…seguramente contendrá la respiración y captará toda la esencia circundante, cargará las pilas, hinchará el pecho de aires nostálgicos y su retina retendrá todo lo que emana del calor humano, porteño, aromas de infancia, de muchacho y compondrá los mejores versos surgidos de ese magma que será alimento saciante de su alma; para luego “tenderse en una plaza llena de pájaros” esperando que las palabras vuelvan a encenderse, para poder ante el declive del tiempo que nos sobreviene, transitar y contarnos de ese regreso dichoso.

“Hay lugares que huelen y saben a poemas / en abierto/ a club de jazz, a microclima./

A un poco del cielo de Lugones,/ a un mucho que esconder / en mi guantera,”

Y qué fortuna la nuestra de poder leer sus versos y emocionarnos como si estuviéramos haciendo juntos el viaje, porque los “Lugares a los que volver con el buen tiempo” siempre nos esperan, al abrir este libro por ejemplo o en el silencio de las horas intensas que nos regalamos a nosotros mismos.

Puedes comprar el libro en:

9788419347206
¿Te ha parecido interesante esta noticia?    Si (0)    No(0)

+
0 comentarios