PUNTO Y COMA: La envidia nunca es sana

Por Alberto Morate

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domingo 21 de mayo de 2023, 23:22h

Deja que hablen, que piensen que estás enferma, que escriban, que se interesen, que sumen, que saquen conclusiones, que crean aunque sea mentira,. mientras nos dé fama, dinero, mientras nos conozcan, mientras sirva para nuestros intereses.

Lo que interesa no es alcanzar el sol, que derrite las alas, queremos alcanzar la luna. Los focos atraen, el papel cuché de las revistas de moda buscan nuestra foto, queremos pisar la alfombra roja.

Aunque haya que inventarse una dolencia en la sombra. Las moscas acuden a la miel y queremos dejar el tarro bien abierto. Pero, entonces, surgirán otros males. Pleitesías, halagos falsos, envidias.

Punto en boca, harás lo que yo diga. Date un punto en la boca y deja que yo decida. El punto sobre la í, sobre la i de imbécil. Punto pelota, punto final, no se hable más, que estoy en coma. Punto y coma. Que se emplea para señalar una pausa algo mayor que la que representa la coma y menor que la que representa el punto. Pero no es esa coma. Es el coma de perder la noción del entendimiento, quedar en estado vegetativo, inconsciente, es la coma vocativa.

Estando en coma a mí no me comen, al contrario, los devoraré yo a ellos. Y a ti, si es preciso, y pretendes interferir en mi camino de coma.

Esta es la esencia de Punto y Coma, de JuanMa Pina. Dos amigas, una dramaturga y la otra su actriz, su compañera, su secretaria, su cómplice y todo. Pero es inevitable que surjan desavenencias, porque la envidia nunca es sana.

Y Carmen Navarro y Amparo Vega-León dirimirán entre ellas quién se lleva el gato al agua, el ascua a su sardina, o el veneno a su bebida.

Con un diálogo ágil donde ninguna de las dos se escuchan, o sí lo hacen, una y otra, mangoneadora y sumisa, se artifician en una aparente vida de fama y postureo, de artificio y efímero éxito. Quieren, las dos, dejar de ser El último payaso de su propia vida.

De alguna manera, hay referencias a El veneno del teatro, de Rodolf Sirera, donde la realidad y la representación juegan con el tema de la muerte. Me lo creo o no me lo creo, los personajes se autoparodian, hacen el paripé, se aman y se odian.

Pero, en este caso, que el humor no falte, y la crítica a unas falsas apariencias tampoco. Y, por ende, otros temas, la amistad, el estrellato, la verdad y la mentira, el orgullo, la modestia, el éxito y el fracaso, los miedos, el aislamiento, en definitiva, la vida.