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The sound of music
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LA MALAFOLLÁ, UN SUPONER

Hoy, Azucena del Valle se nos ha puesto trascendente en su artículo "La malafollá, un suponer". Que si profecía autocumplida, que si una sonrisa vale menos que la luz y alumbra mucho más. Eso me recuerda a un autor hortera e iluminado que un día jugando con una ouija preguntó que a qué edad iba a morir. El vaso, que mejor hubiese sido una copa de vino, le dijo que a los 65 años. Se lo tomó a risa pero al llegar a una edad cercana a esa cifra empezó a preocuparse. Lo consultó con el gran Jodorowsky y le dijo que tenía que celebrar su muerte y renacer. Así lo hizo, se enterró en vida y ahora vive feliz. Otro caso para Iker Jiménez, con lo fácil que es poner buena cara al mal tiempo.

- Traigo un cabreo, tía, que sólo espero que salte una chispa para explotar y echar las muelas. Ándate con ojo a ver si te va a toca a ti hoy la bronca.

- ¡Pero si yo no te he hecho nada, Vani! Tú lo que quieres es engancharla con alguien y como yo estoy a mano pues ¡hala!, me la vas a liar a mí que soy una bendita. Es como el chiste del gato hidráulico.

- No me jodas Puri, que no estoy para hablar de “gatos” y menos madrileños.

- Se trata de un tío que pinchó una rueda de madrugada por parajes sombríos, inhóspitos y desolados. Ve la luz de una vivienda a lo lejos y decide acercarse para pedir al dueño un gato hidráulico y poder cambiarla. Pone rumbo a la casa mientras empieza a dar vueltas al asunto: es noche cerrada, los dueños pueden estar durmiendo y no querrán ser molestados, tal vez no tienen gato y, si lo tienen, puede que no quieran dejármelo… Seguro que me van a insultar… A medida que avanza, se va calentando poco a poco y subiendo el tono hasta que por fin llega y toca el timbre. Le abre un pobre hombre somnoliento y cuando le pregunta si necesita algo, la fiera le suelta: ¿Sabe lo que le digo? ¡Que se meta el gato por el culo! Y sin más, da media vuelta para volver al vehículo averiado.

- ¡Vaya!, ¿me estás queriendo decir que me estoy cabreando por algo que solo está en mi cabeza y que no ha ocurrido ni, seguramente, ocurrirá?

- Ahí voy, colega. Es algo parecido a la profecía autocumplida, que según los psicólogos acabamos convirtiendo en realidad unas expectativas anticipadas ante una determinada situación. Lo que significa que vamos a joder algo bonito inconscientemente por empecinarnos en creer una cosa que no tiene nada que ver con la realidad real y verdadera.

- Mira Puri, que este tío está a por uvas y no pone atención en lo importante. Siempre pensando en salvar el mundo y a sus habitantes, fundamentalmente a las viejecitas indefensas. Te digo que siempre está en Babia, provincia de León. ¿Qué te parece lo que hizo ayer? Se metió en un taxi cuando yo ya había parado otro. ¡No está a lo que tiene que estar! ¡Como si no le importara que yo soy la puta jefa que dirijo cuando salimos de marcha! Te digo que está apollardao.

- Me dejas de piedra, colega. ¿Tan importante es un despiste cuando siempre está pendiente de tus mínimos deseos? ¿Cuándo deja todo por hacer caso a tus prioridades? Eres tú la que no es capaz de distinguir lo importante y te haces pajas mentales. Ahora entiendo tu globo; empiezas a montarte una película, te lo acabas creyendo e incitando a que se equivoque. O peor, eres tan exigente, que acabas provocando que se despiste aún más y se crea un gilipollas, un suponer. Tienes malafollá, por eso de estar todo el día soplando el fuelle -follis en latín-, que no tiene nada que ver con la retranca granaína ni con el origen del cuento del herrero del Sacromonte.

- Estoy living contigo, colega. Al final resulta que la culpa va a ser mía por tener un tío torpe y despistado a mi lado.

- Todavía no has aprendido que se saca más lamiendo que mordiendo y que quien va a joder a El Corte Inglés a primera hora, es porque no puede hacerlo en casa y se aprovecha de los vendedores que no pueden ponerle en su sitio como les gustaría…

- No me vengas con esas, tía, que peor les va a los camareros, un suponer.

- ¡Ay Vani! Descargamos respuestas emocionales desmesuradas en situaciones que nos desbordan cuando se supera nuestro umbral de tolerancia, que cada vez es más bajo porque nos levantamos ya cabreados; nos irritamos normalmente por gilipolleces sin importancia. Estamos olvidando el valor que tiene una sonrisa, que decía la peli de un colega que “cuesta menos que la electricidad, pero alumbra mucho más”.

- Pues últimamente, sonrío más bien poco… porque cuando la vaca empieza a dar leche, hasta por los cuernos…

- ¡Varía la perspectiva, Vani! La sonrisa cambia el tono de la voz, favorece la comunicación, libera endorfinas y serotonina y se asocia al placer y la felicidad reduciendo los niveles de hormonas responsables del estrés. Dice Stanford Ron Gutman que “una sonrisa puede generar el mismo nivel de estimulación que 2000 barritas de chocolate”.

- Joder tía, es una manera de ser feliz sin engordar, además de favorecer la relajación… ¡Necesito restablecer mi equilibrio fisiológico y psicológico!

- … Para aumentar tu credibilidad y encanto, porque ¿qué va a pensar tu crush si andas siempre con la jeta retorcia? Que dramas sin motivo… ¿o los tienes muy dentro y ni en la intimidad te atreves a confesártelos? ¡Ahí lo dejo! Porque si es desilusión, mejor que lo enfrentes de una puta vez y dejes de amargar a la criatura con tus tonterías.

- Pues tarea me pones con la reflexión reflexionada, porque cada vez noto más desencanto en los humanos que me circundan. La gente no se mira a la cara, está desapareciendo la empatía y la tolerancia… y es que vivimos en un mundo imperfecto lleno de criaturas contrahechas, y me refiero a los Cuasimodos mentales que encuentras de buena mañana. Ya nos levantamos irritados y cabreados, tocando el claxon, aunque no tengamos vehículo, contestamos de manera desabrida a nuestros semejantes, no aguantamos a nadie a nuestro alrededor porque no sabemos vivir en compañía ni compartir… La coraza para defendernos es más peligrosa para la supervivencia de la humanidad que el no transmitir los genes y el cambio climático que nos calienta la sesera. ¡Dónde iremos a parar!

- Pues hoy no pienso hablar del gobierno ni de Pedro Antonio, que diría mi amiga Begoña. Vamos a contagiar sonrisas y a establecer una suerte de feed-back emocional, a ver si se transmite y hacemos un mundo más feliz.

- Ya estás tardando, colega. Seca esas lágrimas y a sonreír a la vida, que no cuesta nada…

- Cien por cien, tía, ¡Cien por cien!

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