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Vicente Barberá Albalat
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Vicente Barberá Albalat (Foto: José Luis Vila)

POESÍA Y VIDA EN VICENTE BARBERÁ

sábado 28 de octubre de 2023, 14:13h

Vicente Barberá nos habla en su último poemario, La vida que vivimos (Olé Libros, 2023), de temas tan importantes para él y para muchos de nosotros como son la poesía y la vida. Y lo hace con tanta pasión, frescura y buen hacer que seguro que disfrutaréis mucho leyendo toda esta entrevista.

La vida que vivimos
La vida que vivimos

¿Qué has pretendido lograr con esta obra?

La vida que vivimos es un homenaje a la vida y a la poesía, pero no a la vida en general. Podríamos aquí iniciar una polémica interminable sobre la existencia de la vida y de la poesía, pero este no es mi objetivo. Al menos no, en este momento. Lo que me interesa ahora es plantear la vida como una evolución personal e intransferible propia de cada uno: no hay dos vidas iguales como no hay dos poesías iguales. Con este planteamiento en mente elaboré este poemario.

En las primeras páginas del libro aparecen diferentes definiciones de poesía, pero, ¿cuál sería la de Vicente Barberá?

En el libro aparecen las definiciones que dieron cada uno de los 40 poetas participantes en el ciclo POETAS EN EL ATENEO que durante seis años tuvo lugar en el Ateneo Mercantil de Valencia, y se da la circunstancia de que todas ellas difieren. Yo también di la mía, pero empiezo diciendo que no sé qué es, aunque acabo por añadir que “es la expresión de la belleza a través de la palabra”. Pienso que nadie puede dar una definición unívoca y, obviamente, si no es unívoca, corre el riesgo de ser equívoca.

Profundiza un poco más en esa observación que acabas de hacer.

La intercomunicación humana se facilita cuando todas las personas saben de qué se está hablando. Sin embargo, el lenguaje, y, en nuestro caso la palabra (instrumento esencial de la poesía) al referirse a una obra de arte o acontecimiento, no denotará todos los sentidos que connota la propia contemplación e interpretación del personaje que los experimenta; diferirá de lo expresado porque los que no los hayan presenciado carecerán de la presencia y de los motivos de la descripción. Los lectores difícilmente sentirán el sentido y las emociones reales que originaron aquella obra o acontecimiento en cuestión. Y en esa limitación nos encontramos todos, tanto los lectores para su interpretación como los escritores para su explicación. Nos lo resume muy bien Vilma Lilia Osella cuando dice: “El pensamiento puede ser ilimitado en su vuelo libre y silencioso, pero la palabra, que es su forma expresiva, solo representa lo que puede decirse, y queda fuera de ella lo que únicamente puede mostrarse”.

Y de la Vida… ¿qué dirías que es lo esencial?

Lo principal, modestamente, es la felicidad, el equilibrio personal, la capacidad de entender la vida como algo positivo de lo que hay que disfrutar sin dañar a nadie. Y no hay ninguna fórmula humana para garantizar esto. Tú sabes que he estado 15 años dedicando parte importante de mi actividad a la felicidad dando conferencias y cursos, incluso publicando y difundiendo conocimientos a través de FB. No puedo en unos minutos resumirlo, pero la felicidad no es un concepto unívoco y cada persona es un mundo.

Has incorporado versos de otros poetas en cada uno de tus poemas, ¿por qué lo has hecho?

Por agradecimiento a lo mucho que me ha dado la poesía y lo que debo a personas que me han ayudado. Tener unos hijos maravillosos, amar la poesía, la música y viajar, entre otras cosas, también ayuda a vivir una vida más plena. El verbo amar, en un sentido abierto y generoso, es una de las claves.

Creo que es una de tus obras más creativas, ¿opinas igual?

Es posible. Es el único del que no ha sabido nadie su contenido hasta su publicación.

¿En qué momento tuviste claro que el título sería La vida que vivimos?

Dudé mucho desde el principio si titularlo como está o con la preposición “en” entre “vida” y “que”. Considero que no hubiera sido lo mismo. No se puede vivir en algo que no existe. La vida no es un lugar, sino un recorrido. De ese recorrido incierto hablo a través de las 4 estaciones del año. Cada estación con su forma y su contenido, y en el transcurso “acompañado” por poetas vivos o muertos a los que admiro.

La carátula posee un diseño sencillo y elegante, ¿fue idea tuya?

Totalmente. No lo dudé ni un instante. Y estuve a punto de no poner nada en las solapas, pero me aconsejaron que al menos ahí, sí que debería poner algo.

La obra posee un ritmo muy cuidado, ¿qué otras cosas has mimado en tu obra?

No solo el ritmo. Noventa de los cien poemas están escrupulosamente medidos. También la forma y la situación del texto en el espacio de las páginas tiene su significado. El lector atento lo verá y todo tiene su porqué. Incluso hay una trama amorosa que se desliza desde el principio hasta el final del libro y que no siempre lleva el nombre implícito.

La estructura se apoya en las cuatro estaciones, ¿qué podremos encontrar en cada una de ellas?

Es una metáfora del río que atraviesa los tiempos del vivir. Es muy comprometido opinar de ciertas cosas. Trato de innovar, sin embargo, en estos tiempos tan caóticos es un riesgo hacerlo porque se puede llegar al absurdo. Dice Levy Benlabrat que no cree en las innovaciones futuras y que la poesía actual está “vacía de contenido y mensaje, una total discordancia semántica que ya no dice nada, algo sin colores ni sabores”. Y más adelante: “La interminable búsqueda de lo material se ha tornado en sagrada meta de la nueva generación”. El tiempo pondrá las cosas en su sitio, no obstante, cuesta entender el olvido y, a veces, el desprecio con que se habla de la poesía consagrada.

Estoy segura de que este poemario va a sorprender a tus lectores, ¿qué pienas que es lo que más les impactará?

Ojalá fuera todo. Que no dejen de leer la introducción y el prefacio y que disfruten. Que lo saboreen lentamente, que no pretendan consumirlo “de un tirón”. Algunos poemas pueden parecer difíciles en la primera lectura, pero todos, en una lectura detenida, se comprobará que están incardinados en el fondo de la propia vida.

Comparte, por favor, con todos nosotros un poema de La vida que vivimos.

Aquí que estuve yo durante un tiempo,
que venía a jugar con las estrellas
y a todas contemplaba entre mis manos.

Hoy intento encontrar alegres rosas
que fueron los testigos de mi infancia.

No encuentro nada de lo que fue mío

por mucho que lo intente en este instante.

Ningún pequeño gesto o simple aliento.

Y aunque no lo parezca estuve aquí
con mis hijos y toda la familia.
Mi cuerpo reposaba complacido
en este espacio que hoy es techo de otros.

Me detengo a pensar cuántas personas
pasaron por aquí y cuántas veces

volvieron para verse recordadas.
Cuántas veces buscaron lo que fueron
sus restos, sus alientos, ilusiones...

Cuántas penas perdieron su sentido.

¿Y dentro de mil años quién vendrá?

¿Qué quedará de lo que ya no existe?

En ser nada será su testimonio.

Encierro mi sentir y me contemplo
como aquel que, su corazón herido,

No llora por haberle amor llagado

...

mas llora por pensar que está olvidado[i].

[i] San Juan de la Cruz: Poesía completa, Edicomunicación, S. A., 1994, p. 39.

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