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Juan Ramón Lucas
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Juan Ramón Lucas (Foto: Javier Velasco Oliaga)

Entrevista a Juan Ramón Lucas: “Me importa mucho que la literatura emocione”

Autor de “Melina”
Por Javier Velasco Oliaga
domingo 07 de enero de 2024, 15:21h

A Juan Ramón Lucas estoy harto de escucharlo en la radio. Es uno de los grandes periodistas radiofónicos que nos ha informado de las noticias durante muchos años. Últimamente, está dedicado a la producción de series de televisión y a escribir. Ya lleva tres novelas, pero de la que está más orgulloso es de esta última: “Melina”. Una novela muy visual, con capítulos y frases cortas, muy tipo thriller. “Me gusta contar las cosas así. Me siento muy a gusto escribiendo como lo estoy haciendo ahora”, afirma en una entrevista que mantuvimos cerca de la plaza de España.

Juan Ramón Lucas
Juan Ramón Lucas (Foto: Javier Velasco Oliaga)

“Hay una cosa que me preocupa mucho cuando yo me adentro en este mundo en el que soy un novato y tengo todo por aprender, y es contar de manera eficaz, que el relato y los diálogos tengan ritmo. Me gusta añadir algo de poesía, que sea bonito, que sea metafórico. A mí, me importa mucho que la literatura emocione; y la emoción la consigues manteniendo la atención y el ritmo y provocando sensaciones, que pueden ser gratas, aunque relaten lo más sórdido. ¿Por qué? Porque utilizas la poesía. Yo me he esforzado mucho en el lenguaje de esta novela, mucho más que en las otras, y he recortado mucho y he buscado ritmo, incluso párrafos de una sola línea, más cortos, porque eso lleva al lector a una velocidad que es la que a mí me interesa”, analiza el autor, que tiene muy claro lo que para él es la narrativa.

Cuando tenemos el libro de Juan Ramón en las manos, nos impacta la portada; sencilla, pero diciéndolo todo. “Es perfecta, describe la novela… la Negrona es una mujer y, a la vez, todas las mujeres. Es una mujer anónima, que te da la sensación de poder. Eso es Melina”, apunta. Una mujer que bien podría ser su madre o, mejor dicho, “es un personaje de ficción que se basa en la historia de la infancia de mi madre, como otros personajes se parecen a mis abuelos, pero solo hasta cierto punto. Luego es todo ficción, sobre todo desde la mitad en adelante”, aclara el reconocido periodista, ahora metido en lides literarias.

El escritor y periodista radiofónico trata en la novela, aparte de la infancia de su madre, el comienzo de la República, la rebelión del Asturias del 1934, que para muchos fue un golpe de Estado organizado por Largo Caballero, y todo lo hace de una manera bastante indulgente. “Yo lo que hago lo cuento desde una mirada muy particular, muy propia, que es la que tenía el núcleo familiar que vive esa situación. El dirigente sindical de la UGT estuvo en el desembarco de las armas, el PSOE estuvo en aquella revuelta en toda España, pero sólo funcionó en Asturias y parte en Cataluña, en el resto de España no. Yo cuento todo aquello desde una perspectiva en que tampoco es amable, pero es la que vivieron ellos. Chaves Nogales y Josep Pla lo cuentan muy bien y me he inspirado en ellos para ese relato de la entrada de aquellos 30.000 mineros en Oviedo reventándolo todo”, describe.

“Yo lo que he contado es basado en testimonios de ellos, pero también en algunos testimonios que evoca mi madre según le contaba su madre, y los ha escrito de cómo eran aquellas columnas, de cómo entraron a sangre y fuego, cómo se enfrentaron a todo lo que había que enfrentarse y cómo, en algunos casos, disparaban a los que salían con bandera blanca. Un momento en que hay una escena donde Nolo Carrizón… ¿cómo vas a dispararle si sale con bandera blanca? No lo había pensado así, a lo mejor es un poco condescendiente, pero es la mirada que yo he creído que debía contar porque es lo que se vivía en aquella atmósfera, entre aquella gente. Tampoco cargo las tintas en el sentido contrario con la represión franquista; bueno, un poquito sí…”, remacha ese acontecimiento doloroso que sufrieron los ovetenses.

Todos esos acontecimientos los cuenta con la perspectiva de la niña Melina. “Me interesaba la historia de la niña; no digo que sea la mirada de ella, pero es el ambiente en el que ella crece. Me quedo con lo de la indulgencia, pero tengo que darle una vuelta, porque muchas veces los lectores te brindan miradas que tú no has tenido y, a lo mejor, a base de querer acercarme a lo que, la atmósfera cómo se vivía, pues soy demasiado…”, elucubra Juan Ramón Lucas.

“En la República había un machismo muy arraigado, las mujeres con pantalones estaban mal vistas”

“El libro me lo presentó en Asturias Víctor Manuel y me hizo una pequeña crítica: afirma que era un poco inverosímil. Después de tanto tiempo, no somos capaces de ponernos de acuerdo”, sostiene, y continúa diciendo que “el padre de Melina era un hombre de izquierdas progresista, que quería la igualdad, pero en su casa su mujer tenía que hacer las tareas propias de su sexo y su hija también. En la novela hay un par de momentos en los que se ve esa mentalidad claramente cuando va a ver a una amiga suya de la UGT, que luego muere, y que se la encuentra el día de la proclamación de la República y va a ver a su amiga con pantalones… es que yo lo de los pantalones recuerdo decírselo a mi abuelo, en los años sesenta: ¡las mozas con pantalones dónde van, hombre!, pero abuelo, si tú eres socialista, ya, ya, pero eso no tiene nada que ver… Era un machismo que estaba tan arraigado que a la gente que luchaba por la igualdad y los derechos de la mujer, era, vale, tú puedes votar, pero en casa haces tú la cama”.

Las mujeres son siempre las que sufren las guerras que provocan los hombres

Desgraciadamente, las guerras de siguen produciendo en el siglo XXI. Para Juan Ramón Lucas “las mujeres son siempre las que sufren las guerras que provocan los hombres. Eso no ha cambiado tampoco”, afirma y no sólo eso, “las mujeres sufren violaciones indiscriminadas en las guerras, como el incidente que se cuenta en un parque con el marroquí de la guardia, fue algo que vio mi madre también”, señala.

“Para aprender a querer a los demás, primero hay que quererse a sí mismo. Es algo que le sucedió a Melina y también a mí. También hay que aprender a vivir sin permiso. Es una forma inteligente y muy valiente de enfrentarse a la vida. Es justo lo que quería hacer con su vida”, expone el autor. “Las mujeres de aquella época eran corajudas, pero aceptaban resignadas la autoridad del marido. De todas formas, hay que saber que lo que cuento es ficción, aunque se base en personajes reales. Por ejemplo, mi abuelo era un tipo tremendamente divertido e ingenioso”, sentencia.

Para finalizar, el autor de “Melina” cree que “muchos hombres de su tiempo preferían tener hijos por cuestiones de trabajo. Por eso, la protagonista tiene que aprender a quererse, a aceptarse. Muchas personas se gastan mucho dinero en psicoanálisis. Ella lo consigue rebelándose contra su destino. El que le habían impuesto, y aprendiendo de su propia vida. La forma de superar todo eso es dar un paso en la dirección de las cosas que asustan o que te dan miedo para creer en ti misma”, explica.

Para finalizar, hablamos de otro tema que se desarrolla en la novela y es el de la emigración. “Muchos chicos se iban al extranjero, pero antes incluso de la Guerra Civil. El abuelo de mi madre mandaba a sus hijos a América para ahorrarse la manutención y para no ir a la guerra. La emigración es económica y política en Asturias. La emigración que hace Melina es más bien económica; la política ya ha sido antes, en los años 30, y ella se va a mediados de los 50. Y hay una emigración que todavía sigue produciéndose en Asturias, que en aquella época todavía está muy viva. A mí me interesaba contar aquello, aunque solo fuera de pasada, como escenario, como decorado, cómo viajaban y cómo vivían toda esa gente que iba a un destino incierto, que no sabían dónde iban a ir. Me interesa que ella tenga el encuentro con Ana y por eso la pongo en segunda y no en tercera como todos los demás. Y tengo la excusa perfecta de que le paga el billete el tío Ludivino”, concluye Juan Ramón Lucas una interesantísima entrevista que le ha hecho pensar, como reconoce: “No se puede escribir sin pensar”, concluye.

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