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Javier Olalde: “Los antropócratas quieren ser felices” (ensayo)

HUERGA & FIERRO editores. Madrid, 2023
Por Rogelio B. Martínez
miércoles 31 de enero de 2024, 12:11h
Los antropócratas quieren ser felices
Los antropócratas quieren ser felices

Aunque sea poco comentada y reconocida, la saga de los filósofos poetas se inicia con Jenófanes y Parménides, y se prolonga hasta Hannah Arendt y María Zambrano, pasando por otros grandes pensadores como, por ejemplo, Nietzsche o Heidegger. Y si se trata de recordar a poetas filósofos o muy cercanos a la filosofía -la otra cara de la moneda-, tras Timón de Fliunte o Lucrecio, llegamos a Antonio Machado y Paul Valéry, sin olvidar a Petrarca o Voltaire, solo por citar unos escasos, pero notables referentes. Una tendencia literaria en la que se inscribe asimismo el poeta Javier Olalde, autor de formación filosófica, de quien el también poeta y crítico literario Pedro López Lara ha puesto de relieve que su obra poética “se inserta en una corriente insólita en la actualidad: la poesía de ideas”.

Una poesía de ideas que se hace muy patente en el libro Extravagancia infinita (2019), un prosimetrum -forma literaria donde se alternan el verso y la prosa- en el que los poemas van acompañados por breves reflexiones de carácter filosófico. Pensamiento especulativo que se materializó por primera vez como ensayo independiente en Eran un destino (2021) y que se vuelve a ofrecer otra vez más en un nuevo libro: Los antropócratas quieren ser felices (2023), publicado por Huerga & Fierro editores. Un ensayo filosófico que aparece tras la edición de Escalando el muro. Poesía reunida 1970-2023 (2023), donde Javier Olalde ofrece una amplia muestra de su obra poética.

En Los antropócratas quieren ser felices, el autor se propone manifestar tanto su concepción ontológica general como su visión antropofilosófica del ser humano. Una temática eminentemente discursiva, mas narrada con un estilo que, sin renunciar a la exactitud y la erudición, pretende ser más literario que académico, más divulgativo que prolijo. Un lenguaje que procura buscar ante todo la comprensión del lector culto, pero no especializado. Por ello, e intentando acercarse al lector, el texto carece de citas explicativas independientes -las utilizadas se integran en el propio texto- y al final del libro se incluye, por si pudiera interesar, una breve y suficiente bibliografía de los títulos citados u otros relacionados con la temática del ensayo.

El pensamiento de Javier Olalde se inscribe en la corriente filosófica naturalista, visión teórica del mundo que se inicia con las concepciones físicas de los primeros filósofos presocráticos, y para la que las fuerzas naturales físico-biológicas son el principio absoluto de toda la realidad. Concepción monista que excluye todo criterio de orden sobrenatural y que considera al ser humano como un ser material de naturaleza biopsíquica: “un conjunto de órganos y funciones predeterminado por un genoma específico, el código genético”. Tratándose, primordialmente, de seres autónomos y diferenciados de naturaleza orgánica que viven en el medio sociocultural: una vinculación con el entorno comunitario que resulta ser ineludible y determinante. Interdependencia e intercomunicación biopsíquica y sociocultural que forma y conforma eso que se ha dado en llamar la condición humana.

Una condición que, con el discurrir histórico de las diversas etapas y avatares de la especie humana -recorrido que Olalde enuncia de modo sintético y preciso-, acaba desembocando en la formación y entrañamiento del sentimiento antropocrático: sentimiento de carácter social que pertenece a “unos seres que ostentan la hegemonía de su mundo”. Convicción fervorosa que se opone a toda imposición natural y que trata de “recrear un mundo propio en la irremediable deriva de la corriente espaciotemporal donde tiene lugar la existencia”, tal como nos explica el autor.

Sentimiento y querer antropocrático, orgulloso y con “tendencias sobrecompensadoras”, que induce a afrontar la vida con el empeño tenaz de “pretender ser libres y lograr que la existencia sea merecedora de vivirse, aun estando incluidos en un determinismo casual que nos engulle en su entropía”. Querer felicitarlo y felicitante cuyo objetivo es, sobre todo, dotar “de sustancia y de contenido a la existencia”, oponiéndose a la “insensible neutralidad” del mundo físico. Se trata, por tanto, de procurar que “la vida nos pueda parecer digna de ser vivida”, de mantener el requerimiento afectivo de que la existencia “tenga un contenido propio y tolerable”. Puesto que, tal como reitera Javier Olalde: “La felicidad nunca pretendió ser otra cosa”.

Cierran el libro una serie de textos breves y de reflexiones casi aforísticas sobre temas diversos en los que el estilo se vuelve aún más literario y donde el autor se aproxima bastante al lenguaje y la temática de su obra poética. Ya que otro aspecto resaltable de Los antropócratas quieren ser felices es que proporciona un importante bagaje hermenéutico para descifrar las claves de la poesía de ideas de Olalde. Poesía que, tal como afirma también Pedro López Lara, “se inserta en una corriente poética bastante insólita en la actualidad” al negarse a cerrar los ojos ante la ficción de una realidad que trata de ensalzar lo accesorio y que excluye, por otra parte, muchas otras conductas y actitudes que deberían de ser auténticamente esenciales para el ser humano.

Bienvenido, pues, este atractivo e interesante ensayo, que muestra con claridad y en buena medida el pensamiento filosófico del poeta y que ayuda, por otra parte, a reconocer y valorar la voz poética de ese autor original, inteligente y de manifiesta calidad literaria que es Javier Olalde.

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