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LA MIRADA TRASCENDENTE

Reseña del libro "La vida entera – Una antología" (The Whole Life – An Anthology), de Luis Benítez, Pro Latina Press, 2025, 307 páginas

lunes 23 de junio de 2025, 17:16h
La vida entera – Una antología (The Whole Life – An Anthology)
La vida entera – Una antología (The Whole Life – An Anthology)

En términos generales, vemos: rostros, calles o escaparates; negocios, propagandas y edificios; imágenes, anuncios o pantallas. Vemos negligente, distraídamente, con ojos habituados a la celeridad del parpadeo y al unánime y posterior olvido, ancho campo sobre el que se superponen, hasta indiferenciarse, lo atisbado, lo visto y lo ignorado. Podríamos arriesgar, con escaso margen de equivocación o exceso, que se ve para desatender; los ojos resbalan sobre el objeto a fin de sumirse en una blanda desatención; tal el carácter de nuestra visión consuetudinaria, indolente, la de todos los días.

El poeta ve y mira, dotado de una mirada trascendente; esto es: una mirada desnuda, nacida y vuelta a nacer, despojada del velo de la apatía, el olvido o la costumbre. Si nuestra mirada habitual es la del turista que trajina a vuelo de pájaro diez países en el lapso de una quincena, la mirada del poeta es la del nativo que ha sabido arraigarse en su residencia en la tierra. Un poeta es un poeta trascendente cuando contempla la intrincada selva de lo real con esa, y sólo esa, mirada. Y Luis Benítez, sin duda alguna, es un poeta trascendente y trascendental en el sentido (acaso el único sentido que verdaderamente importa) de que su poesía va más allá de la letra (tal es el sentido sustancial). Trataremos de explicarnos a satisfacción: hay poemas –se nos dispensará la tautología- que dicen aquello que dicen, ni más ni menos, admiten una lectura literal porque su escritura es literal, han sido escritos con letra muerta y nulo margen dejan para una lectura que se extienda más allá de la apreciación impresionista. En cambio, la poesía, la gran poesía se nutre de otro tipo de poemas: aquellos cuyo sentido es múltiple, cuyas metáforas y sinestesias exigen una labor atemporal de interpretación, aquellos escritos con letra viva: tal es la poesía de Luis Benítez.

La vida entera (The Whole Life) ofrece una selección bilingüe de sus poemas en el marco de una obra poética que, como la de Benítez, es vasta, sostenida y aún, afortunadamente, abierta y en progreso; una obra que bien lejos está de la clausura y que no ceja en su fecundo empeño de explorar nuevos senderos. Ya lo decía el maestro Cervantes: es preferible el camino a la posada.

La selección, más que atinada, es irrecusable; está compuesta por poemas que merecen figurar en la más severa antología: “De las tantas cosas que no puede”, “Después de las palabras”, “El mar de los antiguos”, “Esta mañana escribí dos poemas”, “La tarde del elefante”, “El Hudson”, por nombrar casi al azar media docena de poemas. Mención aparte (aunque injustamente breve) merece la ponderable labor de Beatriz Allocati y Araceli Lacore en su carácter de traductoras del volumen.

A nadie escapa que la denominada post-modernidad (o hipermodernidad, o sobremodernidad) es la época de la demasía y la más crasa trivialidad lindante con la insignificancia (el ensayo de Cornelius Castoriadis, desde el título mismo, retrata en toda la línea el tiempo que nos toca vivir: El avance de la insignificancia). En el curso de las últimas décadas se ha plasmado una profusión editorial inusitada, ni falta hace añadir que la publicación de libros de poemas se ha centuplicado. Cabe inferir de ello que un ingente número de personas se siente poeta, alentada, tal vez, por el dístico de carácter popular que reza: De poetas y de locos / todos tenemos un poco. Patente error, lamentable equivocación. Sentirse no es ser; la subjetividad no es garantía de acierto y, mucho menos, de certidumbre. No todos somos poetas (y menos que nadie quien escribe estas líneas). A despecho de la adocenada rima, el dístico es una falacia: de igual modo que no hay mujer que esté un poco encinta, nadie tiene un poco de poeta. Se es poeta en su entera integralidad, se es poeta cuando se contempla el mundo con mirada trascendente, se es poeta cuando se honra esa vocación. Luis Benítez es un ejemplo palmario.

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