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Don Miguel de Cervantes Saavedra
Don Miguel de Cervantes Saavedra

DON QUIJOTE QUIERE HACERSE PASTOR

lunes 23 de junio de 2025, 22:21h

Don Quijote ha decidido hacerse pastor: al no poder seguir imitando el modelo de vida de los héroes de la novela de caballerías –según la promesa hecha al Caballero de la Blanca Luna de abandonar, al menos por un año, las armas y retirarse a su lugar de origen–, el hidalgo manchego opta por convertirse en uno de esos idealizados pastores que consagraron literariamente no solo Garcilaso de la Vega en sus Églogas, sino también la novela pastoril renacentista. Y don Quijote está convencido de que a ese mundo pastoril se van a incorporar, además de Sancho Panza y la mujer de este, el bachiller Sansón Carrasco, maese Nicolás el barbero, y hasta el cura, «que es alegre y amigo de holgarse».

Este es un fragmento del capítulo LXVII de la segunda parte en el que Cervantes narra tal episodio (“De la resolución que tomó Don Quijote de hacerse pastor y seguir la vida del campo, en tanto que se pasa el año de su promesa, con otros sucesos en verdad gustosos y buenos”):

En estas pláticas iban siguiendo su camino, cuando llegaron al mismo sitio y lugar donde fueron atropellados por toros [1]. Reconociole don Quijote; y dijo a Sancho:

—Este es el prado donde topamos a las bizarras pastoras y gallardos pastores que en él querían renovar e imitar a la pastoral Arcadia [2], pensamiento tan nuevo como discreto, a cuya imitación, si es que a ti te parece bien, querría, ¡oh Sancho!, que nos convirtiésemos en pastores, siquiera el tiempo que tengo que estar recogido. Yo compraré algunas ovejas y todas las demás cosas que al pastoral ejercicio son necesarias, y, llamándome yo «el pastor Quijotiz», y tú «el pastor Pancino», andaremos por los montes, por las selvas y por los prados, cantando aquí, endechando allí [3], bebiendo de los líquidos cristales de las fuentes, o de los limpios arroyuelos, o de los caudalosos ríos. Darannos con abundantísima mano de su dulcísimo fruto las encinas, asiento los troncos de los durísimos alcornoques, sombra los sauces, olor las rosas, alfombras de mil colores matizadas los extendidos prados [4], aliento el aire claro y puro, luz la luna y las estrellas, a pesar de la oscuridad de la noche; gusto el canto, alegría el lloro, Apolo versos, el amor conceptos, con que podremos hacernos eternos y famosos, no solo en los presentes, sino en los venideros siglos.

—Pardiez –dijo Sancho– que me ha cuadrado [5], y aun esquinado, tal género de vida; y más, que no la ha de haber aún bien visto el bachiller Sansón Carrasco y maese Nicolás el barbero, cuando la han de querer seguir, y hacerse pastores con nosotros, y aun quiera Dios que no le venga en voluntad al cura de entrar también en el aprisco [6], según es de alegre y amigo de holgarse.

—Tú has dicho muy bien –dijo don Quijote–, y podrá llamarse el bachiller Sansón Carrasco, si entra en el pastoral gremio, como entrará sin duda, «el pastor Sansonino», o ya «el pastor Carrascón»; el barbero Nicolás se podrá llamar «Niculoso», como ya el antiguo Boscán se llamó «Nemoroso» [7]; al cura no sé qué nombre le pongamos, si no es algún derivado de su nombre, llamándole «el pastor Curiambro». Las pastoras de quienes hemos de ser amantes, como entre peras podremos escoger sus nombres; y pues el de mi señora cuadra así al de pastora como al de princesa, no hay para qué cansarme en buscar otro que mejor le venga; tú, Sancho, pondrás a la tuya el que quisieres.

—No pienso –respondió Sancho– ponerle otro alguno sino el de «Teresona», que le vendrá bien con su gordura y con el propio que tiene, pues se llama Teresa; y más, que, celebrándola yo en mis versos, vengo a descubrir mis castos deseos, pues no ando a buscar pan de trastrigo [8 ] por las casas ajenas. El cura no estará bien que tenga pastora, por dar buen ejemplo; y si quisiere el bachiller tenerla, su alma en su palma. [9]

Glosario de palabras, expresiones y personajes.

[1] Llegaron al mismo sitio y lugar donde fueron atropellados por los toros. El incidente con los toros sucede en el capítulo LVIII de la Segunda parte.
[2] La pastoral Arcadia. Esta región de Grecia a la que se refiere don Quijote sirvió de escenario a una de las primeras novelas pastoriles: La Arcadia (1504), del napolitano Jacopo Sannazaro (1458-1530), y tuvo gran influencia en las novelas pastoriles españolas de los siglos XVI y XVII.
[3] Endechando. Entonando endechas, canción triste o de lamento y aflicción. Desde un punto de vista métrico, la endecha consta de cuatro versos de seis o siete sílabas, por lo general asonantados.
[4] Bebiendo de los líquidos cristales de las fuentes, o de los limpios arroyuelos, o de los caudalosos ríos. Darannos con abundantísima mano de su dulcísimo fruto las encinas, asiento los troncos de los durísimos alcornoques, sombra los sauces, olor las rosas, alfombras de mil colores matizadas los extendidos prados [...]. La recreación del ambiente pastoril propio de las Églogas de Garcilaso de la Vega, así como de la novela pastoril (Los siete libros de la Diana, de Jorge de Montemayor; o La Diana enamorada, de Gil Polo), es evidente en estas líneas, en las que Cervantes quiere parodiar ese lenguaje de exagerado refinamiento con que pastores y pastoras se expresaban en un marco natural de enorme artificiosidad.
[5] Me ha cuadrado, y aun esquinado. Me ha convenido; me ha encajado. Adviértase el juego de palabras «me ha cuadrado»/«me ha esquinado» (cuadrar: dar forma de cuadrado; esquinar: doblar en ángulo).
[6] Aprisco. Literalmente, paraje donde los pastores recogen el ganado para resguardarlo de la intemperie. El vocablo está usado, en su contexto, en sentido metafórico: «entrar en el aprisco» significa «formar parte del grupo».
[7] Como ya al antiguo Boscán se llamo «Nemoroso». En época cervantina se identificaba al Nemoroso de las Églogas de Garcilaso con Boscán, dado que nemus significa bosque; sin embargo, Nemoroso representa al propio Garcilaso (que en la Égloga I llora la muerte de Elisa [Isabel Freyre], al igual que se lamenta, bajo el nombre de Salicio, de los desdenes de Galatea, nombre que, de nuevo, encubre el de Isabel Freyre).
[8] Buscar pan de trastrigo. Meterse en complicaciones inútiles o peligrosas.
[9] Su alma en su palma. Que haga lo que quiera [el cura], puesto que las decisiones personales hay que respetarlas.

Cervantes está imitando y, a la vez parodiando, la idealizada Naturaleza puesta en pie por Garcilaso, y que constituye la base de la novela pastoril: verdes prados, cristalinos arroyos, silenciosas florestas, etc.; un bello paisaje, más que irreal, inexistente y falso, hermoseado, en consonancia con la ideología renacentista que nos presenta una Naturaleza estilizada en la que todo tiende a producir una sensación de armonía y sosiego. Y puesto que en las obras pastoriles aparecen disfrazados de pastores gentes cortesanas –Cervantes nos había de decir, con referencia a su Galatea, que «muchos de los disfrazados pastores lo eran solamente en el hábito»–, don Quijote cambia los nombres de sus convecinos y hasta el suyo propio –que pasa a ser Quijótiz–; y así Sancho se convertirá en Pancino, y, su mujer, en Teresona, nombre «que le vendrá bien con su gordura»; el bachiller Sansón Carrasco en Sansonino; el barbero maese Nicolás en Miculoso; y en Curiambro el cura -al que no ve oportuno adjudicarle una pastora-; un nombre este que podría estar formado por la combinación «cura + corambre» –odre de vino–), lo que prueba la fina ironía de Cervantes. La única que conserva su nombre es Dulcinea, «porque cuadra así al de pastora como al de princesa» –afirma don Quijote.

Este episodio -el tránsito de lo caballeresco a lo pastoril, impelido por las circunstancias que atraviesa Don Quijote-, aunque sirve para poner de manifiesto que el género pastoril y el caballeresco sustentan ideales radicalmente distintos (frente a los amores de los pastores en la plácida quietud del campo, el esfuerzo heroico de los caballeros en un mundo erizado de peligros), también evidencia que el sentido estético que caracteriza a uno y a otro género es el mismo: si los libros de caballerías presentan la idealización de la vida guerrera, la novela pastoril significa la idealización de la naturaleza. Y junto a la excesiva idealización, un lenguaje amanerado y artificioso y un estilo convencional y retórico es la nota básica común a ambos géneros. En definitiva, un ideal estilístico muy alejado de la naturalidad y sencillez que el propio Cervantes defiende en el prólogo de su obra ([…] procurar que a la llana, con palabras significantes, honestas y bien colocadas, salga vuestra oración y período sonoro y festivo, pintando en todo lo que alcanzáredes y fuere posible vuestra intención, dando a entender vuestros conceptos sin intricarlos y escurecerlos”).

En definitiva, Don Quijote, descalabrado en sus aventuras de caballero andante, y próximo a la muerte, alberga la ilusión de la vida pastoril en su abatido espíritu y desea hacerse pastor y componerle versos a Dulcinea. No obstante, debemos añadir que las aventuras de los libros de caballerías dejan paso en la novela pastoril al análisis del mundo interior de los personajes, pese a los convencionalismos, artificiosidad retórica e idealización que definen al género.

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