La espiritualidad y el amor a la lengua en la obra de José García NietoJosé García Nieto ha sido, también, un poeta transido de acendrada espiritualidad, de hondos sentimientos religiosos; y esta religiosidad ha salpicado una buena parte de sus libros, desde Tregua hasta Carta a la madre, pasando por El arrabal, cuyos desgarrados versos llegan hasta la más profunda interioridad de cualquier lector. Hoy he puesto mi mano, como otros días, como otras noches, como otras madrugadas, en en el papel, y mi mano temblaba. De pronto me he dado cuenta del tesoro, 5 de la herencia y de la leyenda dorada. Era dueño en un solo minuto del tiempo del poder y de la gracia, y de la fuente secreta y del bautizo de la esperanza. 10 Me he encontrado entre los dedos no sé si un juguete o una materia sagrada, un rostro invadido por la alegría o una frente súbitamente extática. Hoy he visto que por mí vivía 15 el supremo don de la palabra. Moneda inmerecida y refulgente, alucinante rayo, centella arrebatada, surco de una cosecha milagrosa, campo con una mies inesperada, 20 abeja de un panal innumerable, torre de luz, almena abanderada. Me ha estremecido ver bajo mis ojos la posesión y la fragancia de lo poseído. Todo era como una fiesta 25 en la gran plaza, donde los labios y el pensamiento se juntaban y salían a correr parejas en la arena, en la sangre del alma. 30 Con el fulgor de cada letra, con el sonido de cada cuenta desgranada, he escrito Dios y ha aparecido un fuego en el tejado de mi casa; he escrito Amor y se ha llenado todo 35 de hondísima templanza, de trigo recientemente cernido y de nieve sobresaltada. He escrito Madre y me ha crecido una hoja en la piel y se ha poblado un bosque en la montaña… 40 Cómo empezar?, cómo seguir?, qué pétalos escoger o qué armas...? Hay un ilimitado paraíso en el cuadro de mi ventana. Puedo decir qué cosa son las cosas 45 que amo y que me aman; las que aprieto como tremantes cinturas y las que me rodean como reverentes guirnaldas. Puedo elegir en el gran cofre abierto la gema deseada. 50 Un río hay ante mí que nunca cesa, una pirámide levantada, un cielo que se estrella con la noche, un velo azul que se abre en la mañana... ¿De dónde vienes, cuerda que ahora pulso?, 55 ¿de dónde, forma de la idea, rama de un árbol hospedado de pájaros, concha de las más insospechadas aguas? Dicen que un día, al lado de unas líneas, que un pergamino dorado guardaba, 60 puso unas letras pequeñas y tímidas y vírgenes y marginadas, un estudiante de latín, un monje cuidadoso, y que, minuciosamente, las ordenaba. Casi como lo escrito 65 era lo que creaba; pero había un grito contenido que se hacía canto de libertad en la página. Y cada letra era un botón de rosa, una niña que abría los ojos y miraba, 70 una pluma en un nido tembloroso, una piedra raramente cristalizada. Como la luz hermosa e indecisa que nace con el alba, iba abriendo su día lo escrito, 75 y se extendía y se derramaba. De la pella de barro iba creciendo la criatura iluminada. Y había un mundo nuevo para el escriba; misteriosamente le acompañaba; 80 crecía y sonaba en su pecho como el voltear de una campana. “Era entonces Castilla un pequeño rincón” 85 y San Millán, una antorcha recatada. Iba cuidando el monje su fuego naciente en la soledad castellana. Allí estaba 90 el manjar de los siglos de los siglos, la sed que por primera vez se saciaba, el escudo tendido entre la hierba, más brillante después de la incruenta batalla: hogar con la tea para transmitir la lumbre, 95 luna candente en la noche sobre la nevada, ola prestando su sangre al innúmero silencio de las playas, vaso de dos manos que se juntan para las vísperas del agua. 100 Y ahora yo soy el que canta sólo para el que va conmigo como en el romance se cantaba. Escribo a los mil años, 105 mil años de tierna labranza, de surcos que se han sucedido bajo el sol o sobre la escarcha.
José García Nieto: De Nuevo elogio de la lengua española, I.Madrid, Espasa-Calpe, 1984. Selecciones Austral, número 123). Tan sólo queremos efectuar un breve comentario de un centenar de versos -hasta el 104-; pues el “elogio” que García Nieto hace de la lengua española se adueña del lector en la misma medida que sobrecoge el ánimo del poeta. García Nieto ha sentido, desde siempre, un profundo amor a España, que canaliza fundamentalmente en una obra de exaltado lirismo y perfección técnica: Geografía es amor. Y ese amor se convierte en pasión desbordada hacia y por la lengua española, la de aquí y la de allende los mares. A ella dedicó sus más apasionados versos en el Nuevo elogio de la lengua española; versos que conformaron su discurso de ingreso en la Real Academia Española -el 13 de marzo de 1983-, y para la que fue elegido el 28 de enero de 1982, al quedar vacante la plaza que ocupó José María Pemán-. Pero García Nieto ha sido, también, un poeta transido de acendrada espiritualidad, de hondos sentimientos religiosos; y esta religiosidad ha salpicado una buena parte de sus libros, desde Tregua hasta Carta a la madre, pasando por El arrabal, cuyos desgarrados versos llegan hasta la más profunda interioridad de cualquier lector. Toda la primera parte -de la diez de que consta- la conforman un conjunto de versos de medida desigual, con asonancia en los pares (a-a). En los cuatro primeros versos, el poeta como todo escritor vocacional -que siente la necesidad de escribir a cualquier hora del día o de la noche-, confiesa la profunda inquietud que le produce la creación literaria. El verso 4 -“y mi mano temblaba”- sintetiza ese sentimiento, fónica y casi onomatopéyicamente expresado con la múltiple aliteración que contiene. A continuación el poeta nos dice que ha tomado conciencia de que tiene a su disposición “el supremo don de la palabra” (verso 16), palabra a la que califica con sugestivas imágenes: “moneda inmerecida y refulgente” (verso 17), porque la palabra es un bien gratuito, y no el pago de cualquier trabajo humano; “surco de una cosecha milagrosa” (verso 19), porque es el campo del que nacen el diálogo, la poesía, la novela...; “abeja de un panal innumerable” (verso 21), porque “la palabra” engendra millares de vocablos; “torre de luz” (verso 22), porque es la alta luminaria que relaciona a las gentes... Y ya no sólo es la mano del poeta la que tiembla, sino que todo su ser se estremece cuando contempla esa maravilla que es el acto de hablar: es “como una fiesta /en la gran plaza” (versos 25-26), en cuya arena -“en la sangre del alma” (verso 30)- se juntasen y corriesen paralelamente los labios y el pensamiento (versos 27-29), lo que se siente y lo que se expresa. En los siguientes versos, el poeta manifiesta la emoción que le ha producido escribir las palabras Dios -“ha aparecido un fuego / en el tejado de mi casa” (versos 33-34)-, Amor -“se ha llenado todo / de hondísima templanza, / de trigo recientemente cernido / y de nieve sobresaltada” (versos 35-38), y Madre, fuente de la vida que engendra un bosque en la montaña y hasta una hoja en la piel del poeta (versos 39-40). Prosigue García Nieto preguntándose qué puede hacer con las miles de palabras que tiene a su alcance; colección de piedras preciosas guardadas en un cofre, es decir, alojadas en la memoria y recogidas en el diccionario. Y a esta interrogación retórica responde el mismo poeta: “Puedo decir qué cosas son las cosas / que amo y que me aman” (versos 45-46). Y, de nuevo, surgen las imágenes que convierten a la palabra en cuerda pulsada por el poeta (verso 55), “forma de la idea” (verso 56), “rama / de un árbol hospedado por pájaros” (versos 56-57), “concha de las más insospechadas aguas” (verso 58). A partir del verso 59, el poeta refiere la historia del origen de la lengua castellana. Las primeras palabras que conservamos figuran como anotaciones o glosas en un texto latino, escritas por un monje del monasterio de San Millán de la Cogolla, en el siglo X. [El citado texto es un sermón de San Agustín, y sus tres últimas líneas están íntegramente traducidas: “Cono ayutorio de nuestro dueño Christo, dueño Salvatore, qual dueño yet ena honore e qual dueño tienet ela mandatione cono Patre, como Spiritu Santo, enos siéculos de los siéculos. Fácanos Deus omnipotens tal servicio fere que denante ela sua face guadiosus seyamos. Amén.”] Pero García Nieto relata poéticamente esta historia; y cada letra que escribía el estudiante de latín es saludada por el poeta con imágenes de incalculable valor lírico: “botón de rosa” (verso 69), “niña que abría los ojos y miraba” (verso 70), “pluma en un nido tenebroso” (verso 71), “piedra raramente cristalizada” (verso 72). Y la lengua va naciendo (versos 73-80), se va haciendo con la alegría de un voltear de campanas (versos 81-84), y se va a convertir en “el manjar de los siglos de los siglos” (verso 91). Y ahora es el poeta, dueño del supremo don de la palabra, de la lengua que nació en ese pequeño rincón de Castilla que es San Millán “el que canta / sólo para el que va conmigo / como en el romance se cantaba” (versos 102-104). Y aquí interrumpimos nuestra lectura comentada -y profundamente sentida- En los versos que siguen, García Nieto pasa revista a los hitos de nuestra literatura -presentando, con pinceladas metafóricas a los grandes ingenios de las letras castellanas-; y se extasía en la eufonía y el significado conceptual de muchos nombres castellanos.
Discurso completo: https://www.rae.es/sites/default/files/Discurso_de_ingreso_Jose_Garcia_Nieto.pdf García Nieto ha sido, también, un poeta transido de acendrada espiritualidad, de hondos sentimientos religiosos; y esta religiosidad ha salpicado una buena parte de sus libros, desde Tregua hasta Carta a la madre, pasando por El arrabal, cuyos desgarrados versos llegan hasta la más profunda interioridad de cualquier lector. Es la poesía de García Nieto de una aparente sencillez; pero encierra un dominio de la técnica del verso difícilmente superable. Y de gran riqueza conceptual; pero al alcance de cualquier lector que encuentra en ella una autenticidad que no amarillece con el paso del tiempo. La emocionante subjetividad de José García Nieto ha puesto en pie un universo poético tan falto de vulgaridad como transido de belleza, en el que no se sabe qué admirar más: si la perfección y musicalidad de la forma, la densidad del pensamiento o la riqueza de bellísimas imágenes que evidencian una altísima capacidad para la expresión estética. Puedes comprar sus libros en:
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