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artículo literario

16/01/2021@13:00:00
Yo me siento violenta y comprimida
como el niño que hablar quiere y no sabe;
una cosa en mi alma está escondida ...
vivo abrumada por su peso grave ...
Un concierto suave
escucho en mis sentidos,
cual si dentro de mí hubiera sonidos.

Vengo colaborando en Todo Literatura con una serie de artículos sobre el mundo editorial y sus contornos. Dado el nombre de la revista, supongo que esto no requiere mayor explicación; si es que el sentido común -que era en tiempos de Descartes la cosa mejor repartida del mundo, y no los virus y la nieve como sucede estos días- nos asiste a mí y a mis conspicuos lectores.

"ESTANTERÍAS VACÍAS" DE RICARDO BELLVESER

Siempre tuve la certeza de que la vida no significa nada sin los libros: “Vivir y leer, una misma cosa, leer es vivir”. Es un binomio que nos acompaña durante nuestra existencia y están tan imbricados que no podemos hablar de uno u otro indistintamente. El escritor valenciano Ricardo Bellveser es uno de los imprescindibles escritores contemporáneos que patenta su creación en este binomio que, en realidad, es la misma cosa: “La razón de mi existencia;/ sin ellos, ¿qué hago en este mundo?,/ más allá de observar la vista y esperar la muerte/ que me aguarda disfrazada con una piedad/ impropia de su tarea y condición”.

Vamos a iniciar un viaje, no será aquí al lado, nos iremos a la India. Cogeremos el avión y llegaremos a Nueva Delhi, intentaremos llegar a Benares (Varanasi), bañarnos en el Gangés, que según muchos es el lugar sagrado por excelencia, en donde sus aguas purifican sus cuerpos desde la noche de los tiempos. Nos acercaremos desde la barrera a la obra de la Madre Teresa de Calcuta, nos iremos de la mano de Alberto Oliveras a su particular «Revolución silenciosa» y con él nos adentraremos en la obra del Baba o Father Ferrer. Y el profesor Ramiro Calle nos enseñara «El yoga y sus secretos» ese nexo de unión entre Oriente y Occidente.

Pareciera que los mundos de la literatura y el deporte son totalmente antípodas. El espectáculo del deporte es considerado por muchos una de las aficiones más bajas que ofrece la industria de los medios de comunicación, el común denominador más básico de las masas, acaso bárbaro: muchos tratan este mundo de puntos, anotaciones, equipos, tribus, casas de apuestas físicas y online con superioridad, si no desdén.

Es un hecho que la suerte juega un papel protagónico en el proceso creativo de todos los tipos de artistas. Claro, también lo juegan el estudio de técnicas y métodos, la práctica constante y el interminable ensayo y error de los más experimentales e interesantes. Sin embargo, muy a menudo ese pequeño detalle clave (o sucesión de detalles clave), como una explosiva nota musical, una precisa metáfora dentro de un verso o un gesto facial de un actor de cine, ocurre por puro azar. La literatura no es la excepción a estos caprichos de las musas o la fortuna, la pura suerte. No es extraño, entonces, que muchos grandes escritores se interesen en estos temas, pues además el juego y las apuestas son algunas de las más poderosas fuentes de emoción, suspenso y perdición para la humanidad.

Las palabras, sus amadas palabras, las salvadoras palabras, esas que su querido maestro Américo Castro le había enseñado a amar, acuden en su auxilio cuando, acabada la guerra, y ya en Madrid, siente María Moliner la melancolía de las energías no aprovechadas, tras su jornada en la Biblioteca de Ingenieros Industriales, donde ejercía de bibliotecaria.

Como un río que surge de nuestras entrañas aparecen autores que uno tras otro nos invitan a viajar y, sobre todo, a aprender de sus experiencias que, por una serie de circunstancias, muchos no podemos hacer. Pero quizás es para eso el género de la literatura con grandes palabras en donde el titular hace realmente y describe en sus páginas lo que un autor o autores nos quieren contar.

Se ha puesto de moda el Pazo de Meirás por su cambio de titularidad y de pronto aparece nuestra, a menudo olvidada, Doña Emilia Pardo Bazán como si de refilón nos acordáramos de ella…

«No hay condiciones que satisfacer. No hay nada que hacer, nada que dejar. Simplemente miremos y recordemos que todo lo que percibimos no es nosotros, ni nuestro. Esta ahí en el campo de nuestra consciencia, pero nosotros no somos el campo ni sus contenidos, ni siquiera el conocedor del campo. Es nuestra idea de que debemos de hacer las cosas lo que nos atrapa en los resultados de nuestros esfuerzos. El motivo, el fracaso del logro, la sensación de frustración: todo esto es lo que nos retiene. Simplemente contemplamos todo lo que suceda y sepamos que estamos más allá de ello»

(Enseñanzas definitivas. Sri. Nisargadatta Maharaj)

«Nada bueno esperaba el mundo» Estas palabras del escritor uruguayo Eduardo Galeano nos sirven para conocer un poco mejor a Julio Cortázar. «Aquella noche me di cuenta de que yo era un cazador de palabras. Para eso había nacido. Esa iba a ser mi manera de estar con los demás después de muerto y así no se iban a morir del todo las personas y las cosas que yo había querido» (Galeano. La biografía. Ediciones B).

En los últimos cinco años estamos viviendo un florecimiento espectacular de la novela histórica en España. En el año 2018, los dos premios de la editorial Planeta que tienen mayor dotación económica, el Planeta y el Fernando Lara, han recaído sobre sendas novelas históricas de Santiago Posteguillo y Jorge Molist. La primera obra es lo que llamábamos, despectivamente hace unos años, una novela de romanos; la segunda una aleccionadora historia sobre Pedro III de Aragón y su conquista de Sicilia.

El célebre poeta nicaragüense Rubén Darío se casó con la escritora costarricense Rafaela Salvadora Contreras Cañas, procrearon un hijo Rubén Álvaro Darío Contreras, (nacido el 11 de noviembre de 1891 en San José Costa Rica y fallecido el 9 de enero de 1970 en Buenos Aires Argentina). Rubén Álvaro, contrajo matrimonio con Eloísa Regina Basualdo Vignolo (1887-1969) procrearon tres hijos; Stella, Eloísa y Rubén Darío lll. En complicidad con Martín Katz Darío arquitecto y bisnieto de Rubén Darío, hoy tenemos el grato privilegio de presentarles breve biografía y algunas anécdotas de la nieta primogénita del “Príncipe de las letras castellanas”, Stella Darío.

Para celebrar la dispensa —al menos en Rusia y en Gran Bretaña— de la ansiada vacuna, les traigo una jocosa noticia que despertó de inmediato mi curiosidad: los cuatro leones —a saber: tres leonas y un macho— del zoológico de Barcelona se han infectado de la covid. No me negarán que la noticia no encierra su guasa; y no solo porque esta manada sea una flagrante representación del perseguidísimo machismo, sino porque las fieras, en esos jardines de exhibición, suelen permanecer bajo un “confinamiento” vitalicio. Entonces, ¿cómo ha sido posible el contagio? La gacetilla solo añadía que dos empleados del parque habían aquejado ya la enfermedad, insinuando, pero sin especificarla, que estos mantenían algún tipo de intimidad con los feroces felinos.

Leo en el estupendo artículo de Antonio Muñoz Molina (Babelia 12 dic) ese primer terror infantil que comparto y que me quedó en la memoria de niña y que tantas veces incluso de adulta lo he rememorado. Todavía cuando voy a casa de mis abuelos veo esa escalera por donde subía el “malvado” e imagino la madre diciendo “ya se irá, ya se irá…” mientras la niña oía los pasos cada vez más cerca, “ya sube el primer escalón…-sentía”.